Sonámbula
prosigue su andadura de esmeradas publicaciones del surrealismo, ahora de nuevo
con Guy Girard. Si en 2013 había aparecido en sus ediciones Maillot
d’hécatombes pour Jeanne d’Arcula, con cubierta y dibujos de Laura
Corsiglia, ahora lo hace Ciel de paille, con cubierta y dibujos de Sasha
Vlad.
Ciel de
paille se compone de 32 prosas de escritura
automática, precedidas de unas interesantes reflexiones de Guy Girard sobre
esta práctica que ha definido al surrealismo en su apuesta por rechazar los oropeles
de la literatura y sumergirse en el territorio libre e ilimitado de la poesía.
El “método” seguido difiere del bretoniano-soupaultiano de Les champs
magnétiques y fue practicado por el poeta-artista entre agosto y diciembre
de 1991, cuando acababa de incorporarse al grupo surrealista de París. No hace
falta decir que el automatismo irriga toda su obra poética, tanto la que se
expresa en verso (Le palier des gargouilles, 2005, L’oreiller du
souffleur, 2008, y À l’ouest de l’enclume, 2018) como las prosas de Les
coulisses du plomb (2015), más breves que estas dadas a conocer ahora.
Para Guy Girard (y yo lo suscribo) el automatismo esboza la utopía y, en ese sentido supone la “continuidad de las Islas Afortunadas” y no el “infortunio continuo” de que habló Breton en 1933 (“Le message automatique”), expresión que ha sido archicitada por los detractores del surrealismo, descontextualizada y sin referencia alguna ni a consideraciones bretonianas muy posteriores ni a la propia fidelidad de Breton a su práctica.
Guy Girard y Sasha Vlad son dos de los nombres que en 2020 siguen demostrando, por parafrasear las palabras de André Breton en los idus de 1952, que el principio de la energía del surrealismo permanece intacto.
Dibujo de Sasha Vlad |