Esta nueva publicación del Grupo Surrealista de Paris se inspira en “La
canción del jardinero loco” de Silvia y
Bruno, obra de Lewis Carroll tan estimada por el surrealismo. Los
jardineros locos son ahora Élise Aru, Anny Bonnin, Emmanuel Boussuge,
Claude-Lucien Cauët, Alfredo Fernandes, Joël Gayraud, Guy Girard, Michael Löwy,
Ana Orozco, Jean-Raphaël Prieto, Pierre-André Sauvageot, Bertrand Schmitt,
Sylvain Tanquerel, Virginia Tentindó y Michel Zimbacca, pero en este caso la
locura se reparte de tres en tres, según explica Claude-Lucien Cauët en la
presentación (“El clarinete de Sócrates”).
En efecto, este nuevo juego consiste, sucintamente, en que un primer
jugador enuncia una premisa, el segundo ofrece la premisa “menor” y el tercero
cierra con la conclusión. Obviamente, no hay conocimiento de lo que ha escrito
el anterior y la expresión ha de ser automática. El arranque es el del
jardinero loco: “él creía ver” (“el” o “ella” o “yo”, y “creía ver” o “creía
escuchar”), y el resultado una fiesta de imágenes y humor que hace pensar en
poemas de Péret, pero también en la mecánica de Dársena con despertadores, el poemario surrealista del canario
Pedro García Cabrera.
Foto de Pierre-André Sauvageot |
Presencia recurrente, como en el jardinero loco, es la de los animales:
gaviotas voraces que invaden la ciudad y una ostra que se traga a un asno; un
cocodrilo que escupe confetis, una escena de amor y celos entre ranas y un
ratón que se traga el sol negro; un centauro y unos dromedarios; un pájaro, una
sanguijuelas y unos gallos...
Algunas conclusiones adquieren valor proverbial: “El peor ciego es el que
mira demasiado cerca”, “Mirar mejor es olvidar imaginar”, “No hay estaciones en
la razón” (“Il n’y a plus de saisons dans la raison”), “El peor ciego es el que
no quiere escuchar”...
Editado sencillamente, en la línea de las publicaciones más recientes del
grupo (Poèmes en escalier, Le myriapode intermittent, Les pucerons de la frontière, L’an 2016, Les fondements de la mécanique céleste), Il croyait voir... lleva ilustraciones de Guy Girard (quien también
ha hecho la cubierta), Jean-Raphaël Prieto, Pierre-André Sauvageot,
Claude-Lucien Cauët y Élise Aru.
Y ahora, volviendo a los tiempos de Lewis Carroll, me hago por unos
momentos jardinero loco: “Yo creía ver un tren de incontables vagones donde se
habían reunido todos los ahogados de la isla. // Pero visto de cerca no era
sino un vulgar ciempiés que acababa de suspender todas las asignaturas en las
escuelas del infierno. // Por tanto este otoño las nubes se cargarán de medusas
que irán a parar a las cabezas de los viandantes”.
Dibujo de Élise Aru |