domingo, 14 de agosto de 2016

Diario de navegación de Miguel de Carvalho

“Yo no he experimentado nunca el placer intelectual, sino en el plano analógico. Para mí, la única evidencia del mundo es la regida por la relación espontánea, extralúcida, insolente, que, en determinadas condiciones, se establece entre tal cosa y tal otra que el sentido común se abstendría de confrontar”.
Con estas palabras se abría en 1947 “Signo ascendente”, uno de los más significativos textos teóricos de André Breton, y esas son las palabras elegidas por Miguel de Carvalho para encabezar este cuaderno, compuesto de una primera parte de pequeñas prosas regida por el azar objetivo y el amor y de otra de poemas, algunos ya publicados anteriormente en diversos lugares.
La primera parte, “Límites del control”, revela una poética del encuentro, fruto de esa confianza en los azares cotidianos a que alude la nota introductoria. Para Miguel de Carvalho, “el poeta debe renunciar a escribir, si su escrito no testimonia el momento que acabó de vivir y que nace casi siempre de algún azar”.
Entre los poemas, agrupados bajo el título de “Llegada a la calzada”, hay que destacar, tras un “Autorretrato”, los dedicados a sus compañeros de la Cabo Mondego Section of Portuguese Surrealism, en concreto Rik Lina (“Segmento”), Pedro Prata (“Poema meridional”), Seixas Peixoto (“Somos la palabra que funde el verbo”, con un epígrafe de Breton, en este caso de su poema al cartero Cheval) y Luiz Morgadinho (“Vértigo de Eros”), y una serie de “misivas poéticas”.
Las tres imágenes fotográficas que acompañan el libro son del propio poeta, y tienen una atmósfera sombría e intensa, diría yo que “checa”, alejada de sus habituales incursiones en el collage.
“Por vez primera ella entró por aquella puerta de vidrio. Su rostro albergaba todas las madrugadas y presentaba una silueta de desesperación cuando se volvía de espalda. Existen las primeras memorias que los hombres escogen como amantes. Y hay las otras, que son sombras de memoria intersticial”.
“y veo un mar de naufragios imposibles
y un día más largo que la vida
con un bosque anclado al silencio”