domingo, 17 de julio de 2016

André Breton, 1966-2016

Guy Ducornet

En septiembre de este año se cumple el cincuentenario de la muerte de André Breton. Es el momento de recordar aquí el trabajo, excepcionalmente documentado y certero, que Jesús González Gómez le dedicó, en 2012, a los comentarios aparecidos en la prensa española en 1966. Dividido en varias partes, puede seguirse a partir de la primera de sus entregas:

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John Richardson, Homenaje a André Breton

A la vez, ya que, debido a su funcionamiento catastrófico, no hay modo de que los correos canarios me hagan llegar los números impresos de Peculiar Mormyrid, vuelvo a tejer algunos comentarios al estupendo homenaje a André Breton del n. 3, consultándolo en su página.
Ya hice una descripción general, por lo que ahora destaco una serie de contribuciones. Así, el largo poema colectivo del Grupo Surrealista de París. El divertido relato de la agresión bretoniana a Ilya Ehrenburg que ha hecho el gran surrealista de Otawa Jason Abdelhadi. El precioso poema-objeto de Élise Aru “La noche del girasol”, traslación visual del famoso poema “Girasol” de Breton. El dibujo de Maurizio Brancaleoni “La mujer de cabellera de bosque”, junto a un poema suyo a Breton. El poema de Alex Januário, que comienza con estos versos: “Recuerdo su castillo de mirada salvaje / en un círculo de fuego y profundas raíces de cristales / esculpidas por la rebelión del sueño en noches envenenadas por el cuerpo amoroso”. La escultura-homenaje de Virginia Tentindó, con un bello texto de Joël Gayraud en que la figura femenina es Mélusine. El dibujo Amour-fou de Rik Lina.

Élise Aru, La nuit du tournesol

La sección de sueños y encuentros es muy rica, y se abre con David Nadeau, a quien Breton se le aparece vestido de explorador británico. De Craig Wilson hay dos sueños-encuentros, uno en el sur de Illinois y otro en una gran piscina cubierta, con las piernas bretonianas convertidas en una cola de pez gigante. Paul McRandle juega con él en un hotel neoyorquino, allá por 1946. Mari Brothers (precioso texto) nos traslada a la Grecia de los años 30. Joël Gayraud refiere tanto un sueño con máscaras como un hecho de azar objetivo. Dan Stanciu nos descubre a un Breton especialista en música moderna (“Veo en mis sueños un disco de vinilo, el álbum de un grupo llamado WITT, cuyo solista se llama Mills. El título del álbum es El niño alado internacional, y las piezas grabadas están tomadas de la banda sonora de un dibujo animado homónimo. En la contraportada del disco se puede leer un comentario de André Breton”). Y de Jean-Pierre Guillon ha sido un acierto extraer uno de los pequeños fragmentos oníricos de Les nuits du veilleur de nuit.

Rik Lina, Amour-fou, homenaje a André Breton

Escasas resultan en cambio las respuestas al “Ouvrez-vous?” actualizado a la figura de Breton. No parece que hubiera sido difícil obtener una mayor cantidad. Yo estoy seguro de que Breton se hubiera interesado mucho más por interrogarnos a nosotros sobre el mundo y sobre el devenir del surrealismo que por contestar a nuestras dudas sobre él. Entre las respuestas, por su carácter conmovedor, me quedo con la de Penelope Rosemont: “Lo considero el mejor amigo de siempre. Sería maravilloso verlo. Quizás la mayor influencia en mi vida. Igual que ayer, aunque hayan pasado 50 años. En el ojo de mi mente, aún lo estoy viendo claramente, y a Toyen, y a los amigos de París”.