Nada menos que cuatro pequeñas publicaciones
del surrealismo han surgido muy recientemente en la capital española.
El Grupo Surrealista de Madrid da a conocer
el juego de la tienda de lectricidad, con la foto de fachada de la tienda de
Electricidad de Pablo, a cuyo letrero se le ha caído la E inicial, y un texto
compuesto utilizando las respuestas de algunos de los componentes del grupo
(Eugenio Castro, Andrés Devesa, Javier Gálvez, Jesús García, Bruno Jacobs,
Lurdes Martínez, Julio Monteverde, Noé Ortega y José Manuel Rojo) a la pregunta
“¿qué objetos podríamos encontrar en esta tienda de lectricidad?” Una de las seis páginas de esta típica
publicación desplegable a que nos tienen acostumbrados las ediciones Solsticio
procede a la parodia de la Ley de Ohm, por lo que es fácil detectar la autoría
de Javier Gálvez, sumándose aquí a las ya hechas, en su labor de “materialismo
poético experimental” (José Manuel Rojo), con las leyes de Pitágoras, Arquímedes, Rudolf Clausius, Lord Kelvin,
Boyle-Mariotte y Edme Mariotte. Y es que “la ley de Ohm establece que la
intensidad poética que circula por un conductor, circuito o resistencia, es
inversamente proporcional a la resistencia de lo Real (R) y directamente
proporcional a la tensión de la Imaginación (E)”, a lo que sigue la ecuación
matemática que describe esa relación.
Corteza de
lengua, como El juego de la tienda de
lectricidad, ha sido editado por Solsticio, en este caso Javier Gálvez y
Bruno Jacobs procediendo a una selección de frases de distintas lenguas en las
que “el sentido poético mina su sentido lógico”, “ahora que de un tiempo a esta
parte, y gracias sobre todo a que ya no está permitido perder el tiempo, a que
la tecnología ha convertido la inmediatez en uno de los paradigmas esenciales
de nuestra época, el lenguaje cotidiano se ha reducido a una funcionalidad
sincopada”. Este es un terreno muy fértil, plagado de sorpresas, en que las
monografías etnográficas de los pueblos del mundo tienen mucho que decir.
En Ardemar, al
mismo tiempo, han aparecido Por una topografía erótica de la ciudad, de
Javier Gálvez, y la traducción de un texto de Alain Joubert. El texto de
Joubert no es otro que “Mecánica popular”, que formó parte del catálogo de
“L’Écart Absolu”, última de las exposiciones organizadas por André Breton y
exposición visionaria donde las haya. En el catálogo eran abordados los
siguientes temas modernos: la conquista del espacio, el culto de la natalidad,
los espiritualismos, la publicidad, la tecnocracia, la “mujer uniformada”, la
política del ocio, el culto del deporte, el mito del trabajo y, por Joubert, el
culto de la máquina incluido el del ordenador, que entonces aún balbuceaba. En
esta nueva versión encontramos, junto al texto de Joubert (que se abre con unos
aberrantes ejemplos del amor al automóvil, ese monstruo canalizador de tantos desvíos psicóticos y sublimador de
tantos complejos de inferioridad), el pasaje de Joyce Mansour sobre el
Desordenador, incluido en el n. 1 de L’Archibras, y una de las dos fotos
del Desordenador realizadas por Suzy Embo:
El precioso texto
de Joyce Mansour (“Elementos mnemotécnicos para un sueño futuro”) no aparece
incluido en el volumen de prosa y poesía suyo publicado por Actes Sud, por lo
que Stéphanie Caron lo presentó y comentó muy bien en el n. 26 de Pleine
Marge. En las diez casillas de la foto aparecen las imágenes obtenidas por
el Desordenador al actuar, según el método del desvío absoluto, sobre
“los componentes esenciales del principio de realidad, considerados en su más
evidente actualización”. A la izquierda, el alfabeto de los vagabundos, la
rueda oval y el espejo de alondras; en segunda fila, la mujer modernista y el
panel Azar; en tercera fila, el rey de las ratas y el buen apartamento cálido;
y a la derecha el tambor reventado, la pelota alambrada y la cadena de panes.
Se corresponden (salvo algún error mío) con el maquinismo, la tecnocracia, el
cosmonautismo, la “liberación” femenina, el ocio, la natalidad, la publicidad,
el neo-espiritualismo, el deporte y el trabajo. La pelota de béisbol envuelta
en una red de alambres, por cierto, la esgrime en medio de una multitud Jean
Benoît, siempre con su cachimba y su aire de bon vivant desafiante, en una memorable foto reproducida en el n. 3
de L’Archibras y titulada “Los Juegos Olímpicos celebrados por Jean
Benoît”. Un “representante del orden” le llama la atención, pero por desgracia
no es legible lo que dice la pequeña pancarta:
Por una topografía erótica de la ciudad, en fin, es una llamada a la transformación de las topografías urbanas en una “erografía de la ciudad”. Lleva cuatro fotos de Javier Gálvez, una de ellas acompañada del arranque de la “Mística” de Rimbaud: “En la pendiente de la rampa, los ángeles gastan sus vestidos de lana en las hierbas de acero y esmeralda”. Jean Richer consideraba “Mística” la única iluminación construida según el sistema de asonancias de la Alquimia del Verbo. Y de nuevo se nos va Javier Gálvez por los rumbos de la verdadera ciencia, ya que aquí nos revela que “los cuatro orgasmos cardinales convergen en un solo punto divergente”.