martes, 7 de abril de 2015

¡Albricias!: con Zuca Sardan, vuelven los vuelos de zepelines


Desde 2005 había yo abandonado los viajes de avión, harto de los horrendos aeropuertos y de aviones en que se hacina a los pasajeros como sardinas en lata (en el último, me metieron tan al fondo que ya ni siquiera había una ventana). Ahora por fin, en 2015, Zuca Sardan reanuda los felices tiempos de los enormes, lentos y suntuosos zepelines, que solo sobrevivían en algunas películas y novelas. Voe no zeplin da cuenta de ello, en típica edición artesanal de “atribución no comercial sin derivados”. Ya mi reserva está hecha –basta con arrojar unos dados y al segundo lance ya tenemos el número del asiento– para una probable línea entre la isla de San Borondón y la playa de Knossos, famosa por haber encallado en sus arrecifes el nuevo zepelín, cuando hacía su primer viaje.
Ello lo refiere este folletín en sextillas, que comienza con las visiones del sol y la luna, cuya eterna relación de amor y odio puede ser seguida desde un medio locomotor que se presta a estos lujos. Ni los más poderosos y atentos telescopios han logrado lo que Zuca Sardan con su zepelín: ¡sorprender al sol con unas gafas Rayban! Luego, ya entramos en el relato del interior, con sus pasajeros como Xarlox –que bebe absenta en una calavera de fraile– y la simpática Carmita, o el Barón Bock, que no necesita ese incordio de los correos electrónicos, ya que un cartero albatros se lo trae todo, incluido el cotidiano Manax Kolax Illustrex. La invasión inesperada de murciélagos, cucarachas y “kakerlaks” no supondrá un problema, ya que, con colocar en la ojiva un retrato de Lady Godiva y en el gramófono un disco de Gardel, se pondrán a bailar y dejarán de dar la tabarra.
Tras varios agüeros, el zepelín encalló en los arrecifes de Knossos, donde se encontró con el Minotauro, con Ariadna, con Pasifae, con Baco, en el entierro del disgustado Barón... que al punto resucita. En fin, para más detalles, remitimos a los últimos números del citado Manax Kolax Illustrex.
Voa no zeplin, antídoto contra los malos humores que produce la reinante miseria mental, cuenta con un epílogo constituido por una “anotaciones de lectura” de Francisco Alvim, y qué mejor decir de él sino que se impregna tan bien del espíritu de las sextillas precedentes como para hasta parecer una continuación de ellas. Un texto de Francisco Alvim traduje yo en el n. 73 de La Página, que estuvo monográficamente dedicado a Zuca Sardan.
Celebramos este éxito de la editora Maria Papelão, que a la vez nos ha brindado un nueva publicación de Zuca Sardan y la noticia universal del retorno del zepelín.