miércoles, 27 de agosto de 2014

Infosurr, n. 108

Como de costumbre, Infosurr nos descubre cosas que se nos han escapado, o enfoca publicaciones que, por una razón u otra, no nos llegaron a interesar como para obtenerlas.
En la portada, la magnífica Máscara para injuriar a los estetas (hacen falta muchas máscaras con esta función) anticipa la reseña que France Élysées hace de la retrospectiva de Mesens en el museo de Ostende, aportando la información de que hay un catálogo de 288 páginas en neerlandés, francés e inglés, con un texto, entre otros, de Xavier Canonne y la reproducción integral del Alfabeto sordomudo. Este catálogo lo comentaremos aquí, una vez obtenido.
Esta exposición ya la habíamos anunciado aquí, así como la publicación de Directivas para el consumidor de Jan Bervoets y de Las esquilas, bella colaboración de Guy Cabanel y Georges-Henri Morin que el Umbo rescata de una pequeña edición de 1999. Respectivamente, Guy Girard y Laurens Vancrevel escriben notas sobre estos dos títulos.
En el capítulo expositivo, Richard Walter se ocupa de una retrospectiva de Jacques Zimmerman, Gérard Durozoi de una muestra de cajas de Florent Chopin y de nuevo Walter de la celebración del centenario de Onslow Ford, por la Galería Weinstein. El catálogo de esta galería puede verse en esta dirección:
Vancrevel reseña, de Alain Joubert, Le passé du futur est toujours présent, que no es otra cosa que su participación en el almanaque Huit mois avec sursis, proyecto del colectivo Quando (en el que también participó Georges Sebbag), publicado en 1978. Lo ha editado Ab Irato, como en su día ya señalamos.
Jean-François Bory es noticia por partida doble. Jerôme Duwa reseña el primer número de Celebrity Café, revista atenta a las vanguardias codirigida por Bory, y por otro lado se nos informa de la reedición de los 26 números de L’Humidité, que dirigió Bory entre 1970 y 1978. Cercanías (más o menos) del surrealismo, con alguna que otra antípoda como Augusto de Campos.
Otra edición ya señalada en “Surrealismo internacional” es la del filme de Ludovic Tac sobre Jacques Lacomblez. En este caso es mi inapetencia por los documentales (y en particular los no subtitulados) lo que me ha disuadido de hacerme con él, ya no poco cansado, todo sea dicho, de la decadente colección auspiciada por la hija de André Breton (¡esas músicas! ¡esos vejestorios! ¡esos profesores!). Por ello viene de perillas la larga e inteligente reseña que hace Guy Ducornet, quien no deja de señalar el contraste entre la primera parte, centrada en la obra y en el estudio de este pintor maravilloso, y la segunda, filmando la inauguración de una de sus exposiciones, a donde a lo menos que se va es a ver unos cuadros que además exigen, como señala Ducornet, “ser contemplados largamente, con la misma solemnidad que la palabra del artista y la misma atención que el zoom ultrasensible de Ludovic Tac”.
Me entero aquí de que se ha iniciado la publicación de las obras completas –¡volumen 0!– de ese gran personaje que fue Alain-Pierre Pillet. Interesante es la nota de Richard Walter, como lo es la que le hace al libro de Gilbert Guiraud André Breton, médecin malgré lui, y como lo es la de Laurens Vancrevel a Assault on the impossible, obra en que se aborda la conjunción del movimiento Provo con el surrealismo y el situacionismo, publicada en Nueva York.
En el capítulo mortuorio, Maurice Nadeau (desaparecido a los 102 años) concita la atención de Gérard Roche y de Dominique Rabourdin. De interés bien escaso para el surrealismo (su famosa Histoire contribuyó no poco para que, hasta pasadas varias décadas después de su aparición, muchos consideraran acabado el surrealismo en los años 40, y su nombre ha quedado asociado al ridículo estrepitoso en que lo puso André Breton con el asunto de la falsificación rimbaldiana), no sucede lo mismo con Gaston Puel, evocado finamente por Jean-Pierre Lassalle y a quien sí dedicamos aquí, en su momento, un largo artículo de semblanza.