El pintor, dibujante y sherlockholmista belga Jean-Claude Mornard es autor
de dos cortometrajes que muy bien vale la pena ver, y sobre los que un amigo de
París nos ha alertado, calificándolos de “casi-surrealistas”. Ambos han sido
producidos por Films Steak Tartare, en 2016.
El primero de ellos, Una aventura de
Harry Dickson, el propio Mornard lo califica de “relato un poco
surrealista”, considerándolo un homenaje a Jean Ray, Jean Rollin y Louis
Feuillade. Mornard actúa como Harry Dickson, que en unas aventuras delirantes
se enfrenta a un muerto viviente, a una ogresa (una estupenda Suzanne del
Puppo) y, por las calles de un cementerio, a un peligroso trío compuesto por
Musidora, Isadora y Lucifera.
Viaje a la dimensión Z, realizado con Toon Hertz, quien en la película
anterior hacía de alumno del detective y aquí desempeña el papel de profesor
Spot, cuenta también con solo actores aficionados. Estamos en este caso ante un
homenaje a George Meliès, a Julio Verne y “al cine cuando aún era atracción de
feria”. Mornard vuelve a ser el personaje principal, Ulises Frog, que parodia a
los héroes de los relatos de ciencia ficción, pero con un humor que raramente
se encuentra en ese enojoso género. Tras un combate de dinosaurios atómicos,
nos encontramos con el pobre Lobo, un cíclope sordomudo que interpreta Bolas
Karlosi (el muerto viviente de la aventura de Harry Dickson) y al que se comen
literalmente Ulises y el profesor. Los amantes de la saga de Fantomas se
sorprenderán gratamente al ver aparecer poco después a Sonia Danidoff, quien ha
sido expulsada de su castillo por la sacerdotisa Fumanchá, con la que Ulises
Frog sostendrá un duelo de espadas. Hay un papel también para el Hombre Lobo,
interpretado por otra nueva revelación cinematográfica, Lon Nashy.
Con estos dos cortometrajes nos situamos, felizmente, en las antípodas
tanto del estúpido cine comercial actual como de la insufrible pedantería del
cine intelectualizante y supersubvencionado.