miércoles, 17 de septiembre de 2014

Grupo surrealista de Bucarest, años 40

“Infra-noir”, un et multiple. Un groupe surréaliste entre Bucarest et Paris, 1945-1947, reúne una serie de trabajos sobre uno de los más importantes grupos del surrealismo. En la ilustración de cubierta vemos a sus cinco nombres claves: Ghérasim Luca, Paul Paun, Gellu Naum, Virgil Teodorescu y Dolfi Trost. El más conocido es Luca, que continuó durante décadas su obra en París. Gellu Naum es el único que no se pasó a la lengua francesa, quedando aislado en la dictadura de su país, a la que Teodorescu se aclimató muy bien. Paun y Trost, como Luca, emigraron, y este trío, muy compacto durante aquellos años decisivos, es el principal objeto de estudio del libro. Tal fue la fuerza del surrealismo en Bucarest que actualmente el surrealismo tiene en Rumanía una de sus tierras de cristalización, con Sasha Vlad y Dan Stanciu, quienes desarrollan una de las obras más atractivas de estas últimas décadas.
La directora del proyecto, Monique Yaari, hace la presentación y dedica un buen trabajo a Paul Paun. En la presentación se alude de pasada a Robert Desnos como judío, una información que nos hemos encontrado varias veces por ahí, pero que no parece ser cierta, y Marie-Claire Dumas, en la detallada introducción biográfica de su admirable Robert Desnos ou l’exploration des limites, nada dice de ello –¿quizás sea una confusión originada en su detención por los nazis? (y no olvidemos al abyecto Céline tildándolo de “filojudío” en la prensa de la Ocupación).
Jonathan P. Eburne estudia “las provocaciones de Infra-noir”, bien vistas salvo en lo confuso de considerar como materializaciones posteriores del pensamiento del grupo aspectos de la obra de Deleuze y Guatari, del situacionismo y del mayo francés, muy a bella distancia de los cuales (en provocación y en todo) se sitúa la increíble actividad del grupo de Bucarest en aquellos pocos y frenéticos años.
Excelentes, incluso imprescindibles, son los ensayos de Krzysztof Fijalkowski y de Françoise Nicol sobre Luca y Trost respectivamente, mientras que Jacqueline Chénieux-Gendron vuelve a estudiar la bien conocida colaboración del grupo con la exposición internacional parisina de 1947.

Trost, L'amour (seulement l'amour), vaporización,
1944 (colección D. Moscovici)

El lamparón en un volumen que podía haber sido vivamente recomendado –realmente, por ello, ni lo voy a incluir en la cronología del surrealismo que acabo de elaborar– viene de una profesora emérita (ellos siguen hasta que revientan) de un departamento universitario de cine y televisión, Régine-Mihal Friedman, que se ocupa del elogio a la película Malombra hecho por el grupo, texto básico en cualquier bibliografía mínima sobre el surrealismo y el cine. Se habla de la “posteridad del surrealismo en el cine”, ignorando pues las películas de los propios surrealistas, y además para nombrar a Raul Ruiz, “Fellini evidentemente”, David Lynch y Krzysztof Kieslowski (modelo de esa “qualité” que siempre ha denostado el surrealismo). Esto, con un Svankmajer incluso consagrado, y al que Krzysztof Fijalkowski, que sí que sabe lo que es el surrealismo, no deja de referirse al abordar la cuestión del tactilismo, tan presente ya en los rumanos. Y luego la vieja maledicencia, escudada en el insidioso “como es sabido”, aquí en la variante del “se recordará”: “Se recordará que, exceptuadas sus compañeras, sobre todo comparsas, los surrealistas no aceptaron sino tardíamente a las mujeres creadoras entre ellos”, añadiendo a la falsedad (¿dónde estaban, en los años 20, esas “mujeres creadoras”?) lo despectivo de las “comparsas” para una Simone Breton, por ejemplo –¡eso sí que es desprecio! Recientemente, por cierto, he leído la monografía de Éric Le Roy sobre la maravillosa Denise Bellon, quien fue amiga de Breton hasta la muerte de este, y a quien Breton confió nada menos que la documentación fotográfica de las más grandes exposiciones internacionales del surrealismo, o sea las de 1938, 1947, 1959 y 1965, además de las que registraron la visita al desierto de Retz en 1960.
¿Es casual, por lo demás, que este trabajo sea el único mediocre de todo este libro? Y hablando de profesores universitarios de cine y televisión, aún recuerdo a uno particularmente imbécil que, en el congreso tinerfeño “Surrealismo Siglo 21”, lanzó como un aparte genial de su triste conferencia de catedrático: “Porque los surrealistas eran misóginos”.
En la parte documental se reproducen los textos más importantes del grupo, aunque la mayoría, por no decir todos, son ya conocidos. En efecto, La Maison de Verre editó en 1996 los cuadernos de Infra-Noir con un texto de presentación en que se decía: “La colección Infra-Noir da cuenta de las más frenéticas exigencias experimentales, salidas tanto de lo trágico de una existencia convulsiva como de una libertad teórica tan delirante como innovadora”. Y aquellas sí eran verdaderas reproducciones facsímiles, ya que las de “Infra-noir”, un et multiple, son simples copias fotográficas. Otros textos, como el de Malombra o Dialectique de la dialectique están reproducidos en la obra de Ion Pop (La réhabilitation du rêve. Une anthologie de l’avant-garde roumaine, 2006) y los de las exposiciones han sido citados, parcial o completamente, numerosas veces, como ocurre con las fundamentales cartas enviadas por el grupo a André Breton. Estas, extensas, son tres, de 1946 y 1947. En las dos primeras, la “amistad apasionada” en “este mundo de terror” no excluye la crítica a los peligros que acechan al surrealismo a veces en su propio seno, empezando por el “déjà vu”, la reducción artística o política y hasta “la exégesis de tipo universitario” ya haciendo sus pinitos; muy bella es la noción de “superanarquismo”. En la tercera, se acusa recibo de los Prolegómenos al tercer manifiesto, visto como una respuesta a las cuestiones planteadas en las cartas anteriores, y se presentan las propuestas para la exposición de 1947, con el juego “La arena nocturna”.
Es muy bueno tener aquí reunidos todos estos documentos, imprescindibles para quien no tenga la colección de La Maison de Verre. Los excelentes estudios sobre Luca, Paun y Trost convierten, en fin, este libro en una publicación de extrema importancia, a pesar de la profesora emérita de cine y televisión.