En el n. 253 de la revista
anarquista “A Batalha”, António Cândido Franco ha realizado esta entrevista a
Miguel de Carvalho, sobre “Surrealismo y Anarquismo”, que por su interés
traducimos aquí.
–André Breton (1896-1966),
fundador histórico del surrealismo, pasó por el partido comunista francés, que
abandonó horrorizado con los crímenes de Stalin. En Arcane 17 habla con entusiasmo de las banderas negras del
anarquismo. Después de 1945 apoyó las acciones del movimiento libertario.
¿Puedes decirnos algo sobre esas acciones?
–En Arcane 17 declara André Breton haber descubierto en su infancia,
durante un paseo por un cementerio francés, entre tantos y diversos monumentos
fúnebres deprimentes y ridículos, una lápida con la inscripción “Ni dieu ni
maître”. Desde ese momento nunca dejó de encontrarse ligado a la tradición
libertaria. La obra en cuestión dio testimonio del sentimiento confuso que se
presentía al final del largo túnel pestilente que el mundo acababa entonces de
atravesar. Es la obra en prosa de Breton más compleja y la más rica de
influencias poéticas y esotéricas, siendo también abordadas, aunque de forma
ligera, las cuestiones políticas. En mi opinión, esta obra es sobre todo una
reflexión sobre el ocultismo y el arte mágico y no una disertación política.
Las “banderas negras” evocadas representan, bajo mi punto de vista, el sueño y
la revuelta anarquista sin querer con esto significar una toma de posición
política, tal como ese sueño de revuelta es evocado innumerables veces en la
extensa obra poética de Breton. El surrealismo tuvo siempre una tendencia
anarquista, en especial cuando en el tiempo nos acercamos a las fuentes y
orígenes. Tómese como ejemplo el desarrollo y la investigación a través del
automatismo, una de las ideas fundamentales del movimiento, como una revuelta y
una imposición contra el orden lógico establecido por la sociedad, tanto en las
disciplinas de la literatura como en las del arte.
La historia de las relaciones
entre surrealistas y anarquistas puede ser hecha con base en las aproximaciones
y distanciamientos entre ambos, sin nunca haber ocurrido verdaderas rupturas.
El texto fundamental de Breton sobre el anarquismo es evidentemente “La claire
tour”, un artículo con que contribuyó el 11 de enero de 1952 a la revista Le Libertaire, y que posteriormente fue
recogido en su obra La llave de los
campos (1953). El texto en causa refleja lo bien presente que estaban en la
memoria de Breton, 40 años después, los planos en que el surrealismo fue por
primera vez reconocido –“dans le miroir noir de l’anarchisme”– como una
asociación libre entre individuos que rechazaban espontánea y colectivamente
los contornos sociales y morales de su tiempo. El entonces joven André Breton
se une voluntariamente a la imprenta anarquista y anarquizante, como Le Libertaire, L’Anarchie o incluso L’Action
d’Art, donde artistas e intelectuales se encontraban en torno a una
doctrina individualista inspirada por Max Stirner. Hasta el final de la segunda
guerra mundial, el grupo surrealista desarrollado en torno a André Breton poco
vibra por la causa anarquista, contando apenas con algunas acciones de
cooperación entre ambos medios, surrealista y anarquista, posteriormente a 1945,
como testimonia Arcane 17. Tras el
regreso de Breton de su exilio en los Estados Unidos en 1947, y con las
sucesivas y duras dificultades materiales que los surrealistas enfrentaron para
hacerse oír, el periódico Le Libertaire
acoge a los surrealistas, que hacen suyas las aspiraciones de la Federación
Anarquista “por una sociedad comunista libertaria”, y publica los “Billets
surréalistes” (12 de octubre de 1951 al 8 de enero de 1953), así como una serie
de otros escritos. Una polémica en torno a una obra de Albert Camus (L’homme révolté), así como diversas
discusiones más profundas y vehementes provocadas por un cierto racionalismo
militante por el lado anarquista hostil al surrealismo, pusieron fin a la
aventura de la colaboración. En “La claire tour”, el propio Breton se
cuestionaba “por qué una fusión orgánica no ha podido operarse en ese momento
entre elementos anarquistas y surrealistas”.
–Me gustaría que comentaras la
siguiente frase de Natália Correia (1923-1993): “La bandera negra de los
anarquistas es la única que verdaderamente guía la marcha del surrealismo
contra el orden y toda especie de coacciones” (1973).
–Esta frase viene a continuación
de un conjunto de relatos que la autora hace sobre los acontecimientos y las
relaciones del movimiento surrealista, entonces centrado en el grupo de París,
en la década de los 20 con el partido comunista francés, en forma de “ultimátum
surrealista a todas las formas de opresión” (por lo demás, título dado al
capítulo en donde aparece la afirmación de Natália Correia), cuyas rupturas
vienen descritas en el Segundo manifiesto
del surrealismo, en 1929. Como está relatado en la obra de Breton, fueron
tres las “figuras” que estuvieron en la base de gestación del espíritu
surrealista: “Ni dieu ni maître”; las “banderas negras” y las manos de
familiares despidiendo a los soldados en las estaciones de trenes que partían
para los campos de batalla en la primera guerra mundial; y la visión de Breton,
en estado de vigilia, de “un hombre partido al medio por una ventana”. Las dos
primeras fueron compartidas por los anarquistas coincidiendo con los ideales
del surrealismo, que tuvo siempre como denominador común el principio de
contradicción y el constante estado de subversión. En un sentido figurado, me
parece que las “banderas negras” a que se refiere Natália Correia corresponden
a este denominador común que desde los orígenes comporta la ideología
surrealista.
–¿Qué nos puedes decir sobre el
tipo de relaciones existentes hoy entre el movimiento surrealista internacional
y el movimiento anarquista?
–No he tenido conocimiento de
relaciones estrechas entre ambos movimientos. Recientemente en Francia (2008),
tras la publicación del libro Surréalisme
& athéisme: “À la niche les glapisseurs de dieu!” de Guy Ducornet
–figura esencial del surrealismo de la actualidad– hubo por parte del Grupo
Francisco Ferrer de la Federación Anarquista francesa un gran interés por la
obra, convocándose una conferencia en la Bourse de Travail, con gran afluencia,
tanto de surrealistas como de figuras ligadas al anarquismo. “À la niche les glapisseurs de dieu!”
fue un manifiesto publicado en 1948 por Breton y suscrito por 50
individualidades ligadas entonces al movimiento surrealista, siendo en 2006
actualizado con 125 firmas más de surrealistas del mundo entero, con la palabra
de orden “À chacun selon ses désirs”. Oponiéndose a la moral cristiana, este
evento surgió como una reanudación de los combates anticlericales y
antirreligiosos del movimiento surrealista. Más recientemente, he tenido
información de intereses y contactos con el movimiento anarquista en Francia
por parte del Groupe de Paris du Mouvement Surréaliste, a través de algunos de
sus elementos (Guy Girard, Michael Löwy y Michel Zimbacca, entre otros). Son en
estos momentos las únicas colaboraciones (¿?) / contactos de que tengo
conocimiento.
–¿Cuál es la importancia
histórica y no histórica del surrealismo en Portugal con figuras como António
Maria Lisboa (1928-1953), Mário Cesariny (1923-2006) y Cruzeiro Seixas (1920)?
–Las obras de estas tres figuras
merecieron desde muy pronto, años 50/60, la atención internacional de
surrealistas a partir de Chicago con Franklin Rosemont, de São Paulo con Sergio
Lima o de Amsterdam con Laurens Vancrevel. En todas las revistas de los
respectivos organizadores, encontramos intensa y abundante colaboración, lo que
de alguna forma permite festejar el descubrimiento de un país cuya fisonomía se
asemejaba a un nuevo amor, loco o sublime (da lo mismo) y cuya producción no
afloraba de laboratorios académicos y mucho menos de cuentas bancarias.
Volviendo al libro de Natália Correia, en el capítulo “Sobre la permanencia del
surrealismo” comparto la opinión de Mário Cesariny, a quien ella cita: “No se
hará la historia del movimiento surrealista en Portugal. Situado entre dos
imposibles, el del inicio y el del fin, ni sus protagonistas se califican para
Herculanos, ni los aficionados a eso, lo hemos visto, se habrán de esforzar”. Y
así, tomando la cola del gran cometa Lisboa-Cesariny-Seixas como referencia en
la constelación surrealista portuguesa, ella prosigue hoy tan luminosa de
revuelta contra la mediocridad, de una forma panorámica de “afirmación y
combate”, como lo estuvo en su origen. Evidentemente ellos nunca dijeron la
última palabra, pero seguramente dieron luz (¿la primera en tierras lusas?)
para más “minutos de eternidad”. Con esa luz, urge también descubrir en la
sombra de los prejuicios gente que se mueva a ritmos que felizmente aún vienen
directamente de la tierra. Es obvio que hablo de creadores útiles a este tiempo
en que un nuevo mundo es sin duda la posibilidad más deseada. Por tanto, hablar
de la importancia histórica y no histórica del movimiento surrealista en
Portugal es lo mismo que hablar de un mismo legado residente en las palabras de
Breton: “el surrealismo es lo que será”.
M. de Carvalho, collage de A cidade dos paleólogos e as viagens nocturnas do cap. Dodero (2006) |