lunes, 12 de agosto de 2013

Surrealismo y anarquismo: una entrevista a Miguel de Carvalho

En el n. 253 de la revista anarquista “A Batalha”, António Cândido Franco ha realizado esta entrevista a Miguel de Carvalho, sobre “Surrealismo y Anarquismo”, que por su interés traducimos aquí.
–André Breton (1896-1966), fundador histórico del surrealismo, pasó por el partido comunista francés, que abandonó horrorizado con los crímenes de Stalin. En Arcane 17 habla con entusiasmo de las banderas negras del anarquismo. Después de 1945 apoyó las acciones del movimiento libertario. ¿Puedes decirnos algo sobre esas acciones?
–En Arcane 17 declara André Breton haber descubierto en su infancia, durante un paseo por un cementerio francés, entre tantos y diversos monumentos fúnebres deprimentes y ridículos, una lápida con la inscripción “Ni dieu ni maître”. Desde ese momento nunca dejó de encontrarse ligado a la tradición libertaria. La obra en cuestión dio testimonio del sentimiento confuso que se presentía al final del largo túnel pestilente que el mundo acababa entonces de atravesar. Es la obra en prosa de Breton más compleja y la más rica de influencias poéticas y esotéricas, siendo también abordadas, aunque de forma ligera, las cuestiones políticas. En mi opinión, esta obra es sobre todo una reflexión sobre el ocultismo y el arte mágico y no una disertación política. Las “banderas negras” evocadas representan, bajo mi punto de vista, el sueño y la revuelta anarquista sin querer con esto significar una toma de posición política, tal como ese sueño de revuelta es evocado innumerables veces en la extensa obra poética de Breton. El surrealismo tuvo siempre una tendencia anarquista, en especial cuando en el tiempo nos acercamos a las fuentes y orígenes. Tómese como ejemplo el desarrollo y la investigación a través del automatismo, una de las ideas fundamentales del movimiento, como una revuelta y una imposición contra el orden lógico establecido por la sociedad, tanto en las disciplinas de la literatura como en las del arte.
La historia de las relaciones entre surrealistas y anarquistas puede ser hecha con base en las aproximaciones y distanciamientos entre ambos, sin nunca haber ocurrido verdaderas rupturas. El texto fundamental de Breton sobre el anarquismo es evidentemente “La claire tour”, un artículo con que contribuyó el 11 de enero de 1952 a la revista Le Libertaire, y que posteriormente fue recogido en su obra La llave de los campos (1953). El texto en causa refleja lo bien presente que estaban en la memoria de Breton, 40 años después, los planos en que el surrealismo fue por primera vez reconocido –“dans le miroir noir de l’anarchisme”– como una asociación libre entre individuos que rechazaban espontánea y colectivamente los contornos sociales y morales de su tiempo. El entonces joven André Breton se une voluntariamente a la imprenta anarquista y anarquizante, como Le Libertaire, L’Anarchie o incluso L’Action d’Art, donde artistas e intelectuales se encontraban en torno a una doctrina individualista inspirada por Max Stirner. Hasta el final de la segunda guerra mundial, el grupo surrealista desarrollado en torno a André Breton poco vibra por la causa anarquista, contando apenas con algunas acciones de cooperación entre ambos medios, surrealista y anarquista, posteriormente a 1945, como testimonia Arcane 17. Tras el regreso de Breton de su exilio en los Estados Unidos en 1947, y con las sucesivas y duras dificultades materiales que los surrealistas enfrentaron para hacerse oír, el periódico Le Libertaire acoge a los surrealistas, que hacen suyas las aspiraciones de la Federación Anarquista “por una sociedad comunista libertaria”, y publica los “Billets surréalistes” (12 de octubre de 1951 al 8 de enero de 1953), así como una serie de otros escritos. Una polémica en torno a una obra de Albert Camus (L’homme révolté), así como diversas discusiones más profundas y vehementes provocadas por un cierto racionalismo militante por el lado anarquista hostil al surrealismo, pusieron fin a la aventura de la colaboración. En “La claire tour”, el propio Breton se cuestionaba “por qué una fusión orgánica no ha podido operarse en ese momento entre elementos anarquistas y surrealistas”.
–Me gustaría que comentaras la siguiente frase de Natália Correia (1923-1993): “La bandera negra de los anarquistas es la única que verdaderamente guía la marcha del surrealismo contra el orden y toda especie de coacciones” (1973).
–Esta frase viene a continuación de un conjunto de relatos que la autora hace sobre los acontecimientos y las relaciones del movimiento surrealista, entonces centrado en el grupo de París, en la década de los 20 con el partido comunista francés, en forma de “ultimátum surrealista a todas las formas de opresión” (por lo demás, título dado al capítulo en donde aparece la afirmación de Natália Correia), cuyas rupturas vienen descritas en el Segundo manifiesto del surrealismo, en 1929. Como está relatado en la obra de Breton, fueron tres las “figuras” que estuvieron en la base de gestación del espíritu surrealista: “Ni dieu ni maître”; las “banderas negras” y las manos de familiares despidiendo a los soldados en las estaciones de trenes que partían para los campos de batalla en la primera guerra mundial; y la visión de Breton, en estado de vigilia, de “un hombre partido al medio por una ventana”. Las dos primeras fueron compartidas por los anarquistas coincidiendo con los ideales del surrealismo, que tuvo siempre como denominador común el principio de contradicción y el constante estado de subversión. En un sentido figurado, me parece que las “banderas negras” a que se refiere Natália Correia corresponden a este denominador común que desde los orígenes comporta la ideología surrealista.
–¿Qué nos puedes decir sobre el tipo de relaciones existentes hoy entre el movimiento surrealista internacional y el movimiento anarquista?
–No he tenido conocimiento de relaciones estrechas entre ambos movimientos. Recientemente en Francia (2008), tras la publicación del libro Surréalisme & athéisme: “À la niche les glapisseurs de dieu!” de Guy Ducornet –figura esencial del surrealismo de la actualidad– hubo por parte del Grupo Francisco Ferrer de la Federación Anarquista francesa un gran interés por la obra, convocándose una conferencia en la Bourse de Travail, con gran afluencia, tanto de surrealistas como de figuras ligadas al anarquismo. “À la niche les glapisseurs de dieu!” fue un manifiesto publicado en 1948 por Breton y suscrito por 50 individualidades ligadas entonces al movimiento surrealista, siendo en 2006 actualizado con 125 firmas más de surrealistas del mundo entero, con la palabra de orden “À chacun selon ses désirs”. Oponiéndose a la moral cristiana, este evento surgió como una reanudación de los combates anticlericales y antirreligiosos del movimiento surrealista. Más recientemente, he tenido información de intereses y contactos con el movimiento anarquista en Francia por parte del Groupe de Paris du Mouvement Surréaliste, a través de algunos de sus elementos (Guy Girard, Michael Löwy y Michel Zimbacca, entre otros). Son en estos momentos las únicas colaboraciones (¿?) / contactos de que tengo conocimiento.
–¿Cuál es la importancia histórica y no histórica del surrealismo en Portugal con figuras como António Maria Lisboa (1928-1953), Mário Cesariny (1923-2006) y Cruzeiro Seixas (1920)?
–Las obras de estas tres figuras merecieron desde muy pronto, años 50/60, la atención internacional de surrealistas a partir de Chicago con Franklin Rosemont, de São Paulo con Sergio Lima o de Amsterdam con Laurens Vancrevel. En todas las revistas de los respectivos organizadores, encontramos intensa y abundante colaboración, lo que de alguna forma permite festejar el descubrimiento de un país cuya fisonomía se asemejaba a un nuevo amor, loco o sublime (da lo mismo) y cuya producción no afloraba de laboratorios académicos y mucho menos de cuentas bancarias. Volviendo al libro de Natália Correia, en el capítulo “Sobre la permanencia del surrealismo” comparto la opinión de Mário Cesariny, a quien ella cita: “No se hará la historia del movimiento surrealista en Portugal. Situado entre dos imposibles, el del inicio y el del fin, ni sus protagonistas se califican para Herculanos, ni los aficionados a eso, lo hemos visto, se habrán de esforzar”. Y así, tomando la cola del gran cometa Lisboa-Cesariny-Seixas como referencia en la constelación surrealista portuguesa, ella prosigue hoy tan luminosa de revuelta contra la mediocridad, de una forma panorámica de “afirmación y combate”, como lo estuvo en su origen. Evidentemente ellos nunca dijeron la última palabra, pero seguramente dieron luz (¿la primera en tierras lusas?) para más “minutos de eternidad”. Con esa luz, urge también descubrir en la sombra de los prejuicios gente que se mueva a ritmos que felizmente aún vienen directamente de la tierra. Es obvio que hablo de creadores útiles a este tiempo en que un nuevo mundo es sin duda la posibilidad más deseada. Por tanto, hablar de la importancia histórica y no histórica del movimiento surrealista en Portugal es lo mismo que hablar de un mismo legado residente en las palabras de Breton: “el surrealismo es lo que será”.

M. de Carvalho, collage de A cidade dos paleólogos e as viagens nocturnas do cap. Dodero (2006)