miércoles, 23 de noviembre de 2011

Segundo número de “L’Or aux 13 îles”


Ningún libro electrónico podrá sustituir el placer de manejar con nuestras manos la preciosa revista L’Or aux 13 îles, repleta en sus 148 páginas de bellas ilustraciones, muchas a todo color.
Su director, Jean-Christophe Belotti –de quien es el collage de la portada–, la abre con el editorial “L’homme hanté par l’animal”, cuyo título anuncia el inmediato texto de François-René Simon “De picos y plumas”, que acompaña las sorprendentes fotos de aves disecadas hechas por Pierre Bérenger  –ex asistente de Gilles Ehrmann– en 1967 en el Museo de Historia Natural de París, antes de que este se modernizara y, en términos poéticos, se esfumara.
(Cuánto preferíamos la vieja museografía caótica y polvorienta, y por mi parte recuerdo, en mi Portugal viajero, el Museo Rural de Estremoz –la muchacha que allí trabajaba hasta se disculpaba por aquella fascinante acumulación de objetos–, el de Ovar –con sus salas penumbrosas y cosas inauditas–, el de Etnografía de Oporto –otra alucinación– y, no digamos, el de Medicina Legal de la misma ciudad –museo espeluznante en unos pocos cuartos. Recuerdo también el Museu do Abade de Baçal en Bragança: cuando volví, muchas de sus riquezas yacían ya ocultas, al haberse repugnantemente racionalizado y didactizado. Se me viene a la memoria asimismo, en la Plaza Real de Barcelona –hoy llena de turistas y con vigilancia permanente de un camión de la policía–, la tienda de Ciencias Naturales que llevaba un viejillo, y cuyo escaparate ya era un prodigio –no digamos el interior.)
El Museo de Historia Natural de París, que al menos yo he podido conocer a través de Las aventuras extraordinarias de Adèle Blanc-Sec, de Jacques Tardi, exhalaba sin duda esa “profunda poesía” de que habla François-René Simon. Su texto comienza lamentando la proliferación de fotógrafos de la naturaleza y acaba con este pasaje soberbio, sobre estas fotos de aves de terrible mirada fija:
“Cuando la muerte nos es a cada instante propuesta –o más bien impuesta– sobre pantallas cada vez más numerosas, cada vez más sofisticadas, hasta darnos la náusea de lo real, son estas son imágenes, inmóviles, ni huidizas ni fugaces, estas imágenes para siempre memorables, de pájaros inertes, las que nos dan una lección de vida”.
En esta misma línea nos encontramos en este número con varios textos. Aloys Zötl, el gran pintor del mundo animal tan amado por el surrealismo, es evocado por Vincent Bounoure en las páginas que ya conocíamos de Moments du surréalisme, pero también por una reseña que Gilles Bounoure hace del libro de Victor Francès Contrées de Aloys Zötl, con 44 reproducciones del artista. En fin, de Guy Cabanel, uno de los grandes poetas del surrealismo, tenemos unos aforismos sobre los animales.
El segundo gran apartado de este número lo conforma el homenaje al desaparecido Pierre Peuchmaurd, cuyos poemas vienen acompañados por cinco dibujos de Guylaine Bourbon, cinco grabados interpretados de Jean-Pierre Paraggio y cinco fotos de Nicole Espagnol. La presentación la hace Jean-Yves Bériou, y se titula “La criminal belleza del mundo”, y al final hay un extenso y emotivo poema de Anne-Marie Beeckman, compañera del entrañable poeta.
De Nicole Espagnol hay también una foto sacada por Robert Lagarde, donde la vemos con un cuervo en las manos. Esta foto, que aquí vemos, inspiró una caja de Alan Glass, reproducida al final de la revista, con nota de Alain Joubert y el breve texto de Nicole sobre la pequeña aventura, texto incluido en su cuaderno Suis-je bête.


El tercer gran bloque de la revista lo compone –verdadera fiesta de imágenes– el extenso ensayo de Bruno Montpied “El reino paralelo”, colección elaborada por él de “arte inmediato”, que precede el mágico cuadro de Guy Girard El rey de argot. Travesía fascinante de una antología plástica sublime, debiera dar origen a un libro de los más altos vuelos.
Laurent Albarracin entrevista a Virgile Novarina, el sobrino-nieto de Alexandrian, a quien ya conocíamos por el número sobre el sueño de Supérieur Inconnu. También dedica un interesantísimo texto a sus escritos y dibujos nocturnos, que son, sin ningún lugar a dudas, la contribución más novedosa y audaz de este albor de siglo al fenómeno del sueño.
Este número se redondea –porque desde luego es un número redondo, sin una sola fisura– con un breve texto de François-René Simon sobre las magníficas pinturas de Alain Gruger hechas para la exposición “L’envers du réel” de Les Loups sont Fâchés (siete son reproducidas), una nota de Belotti sobre el estremecedor librito de Vincent Bounoure Le 31 juin (publicado en la colección La Souce d’Urd con dibujos de Georges-Henri Morin) y una reseña por el mismo Belotti del libro Éloge des jardins anarchiques de Bruno Montpied, quien indaga en estas muestras de “surrealismo espontáneo”, efectuado “fuera de toda preocupación comercial”. Traduzcamos el comienzo de esta última reseña:
“De una noción –la ingenuidad– antaño tratada con condescendencia por los observadores de edad adulta e instruidos, y de la que se hace uso para nombrar maneras de ver calificadas de simples, se hacen hoy museos, esos zoológicos de las imágenes. Por su parte, la universidad, donde trabaja la dirección del zoo y donde la invención, sin embargo en el origen de lo que ella estudia, viene a apagarse, organiza coloquios subvencionados por el Estado –el cual por otra parte realiza proyectos de destrucción a gran escala de la diversidad viviente–, crea cátedras, acumula tesis, organiza coloquios, racionaliza, teoriza, explota esta materia: pues ahí también es preciso que haya un provecho, incluso intelectual. Al bosque de los hechos poéticos suceden las academias.” Pero con los “jardines anárquicos” estamos, para nuestra fortuna, bien lejos de París y del Louvre “con sus reservas de joyas robadas y de obras encomendadas por los reyes y la Iglesia para acrecentar su prestigio”.
El número 1
No va a la zaga de este número el primero (enero de 2010), que consta de la presentación de Belotti; de un ensayo de Bertrand Schmitt sobre la película de Svankmajer Sileni; de una embestida de Jean-Pierre Guillon a la turistificación del Lacoste sadiano; del escrito de Jorge Camacho, Alain Gruger y Bernard Roger contra una ridícula biografía de Nadja; de las respuestas de Roger Renaud a ocho cuestiones sobre la exaltación realizadas por François-René Simon; de un homenaje a Jean Terrossian; y de un dossier de Bruno Montpied sobre las creaciones del abad Fourré.
Las respuestas de Roger Renaud poseen un interés excepcional. Admirábamos a Renaud por sus ensayos sensacionales en el Bulletin de Liaison Surréaliste, y ahora comprobamos que, cuatro décadas después, continúa siendo un espíritu admirable, sin concesiones, y fiel además a las enseñanzas amerindias, sin las cuales para nosotros nada es posible cuando se habla de la “naturaleza” ni cuando se aspira a toda liberación, sea individual o colectiva.
El propio Belotti dicta las reglas del juego que es el homenaje a Terrossian. ¡Atención! Estamos no solo ante el mejor homenaje hecho a este gran artista, sino ante el mejor abordaje de conjunto que se ha hecho de su obra, dada la envergadura de los participantes y la decisión de evitar el escollo del “texto-homenaje de lirismo gratuito, aplicable a no importa qué pintura”. Cada participante toma como objetivo uno o varios de sus cuadros, y esos participantes componen un conjunto de veras extarordinario: Guy Girard, Georges-Henri Morin, Pierre Peuchmaurd, Anne-Marie Beeckman, manuel Anceau, Gilles Bounoure, Michel Zimbacca, Joël Gayraud, Martin Stejskal, Robert Guyon, Alain-Pierre Pillet, Laurent Albarracin, Bertrand Schmitt, Marie-Dominique Massoni y François-René Simon. Tras el juego se incluye la introducción de Bernard Caburet a una exposición del artista en 1979.
El dossier del abad Fourré es otra aportación de magnitud. Recordemos que el abad Fourré, con sus delirantes creaciones en la tormentosa costa bretona, aparece en la película Violons d’Ingres de Jacques-B. Brunius y en el libro de fotos Les inspirés et leurs demeures de Gilles Ehrmann, siendo además, a partir de este libro, tratado por Edouard Jaguer en Les mystères de la chambre noire. El de Montpied viene a ser el trabajo definitivo sobre este curioso personaje.