martes, 30 de mayo de 2017

Surrealismo en la Isla de Wight

La Isla de Wight es sobre todo famosa por sus tres festivales de música celebrados en los años 1968, 1969 y 1970, que puede decirse fueron los de apogeo de la revolución musical juvenil blanca. El año inaugural, la banda estelar fue la de Jefferson Airplane, que dos años antes había publicado su álbum Surrealistic pillow, precisamente cuando surgía con la mayor fuerza incendiaria el grupo surrealista de Chicago.
Ahora, entre el 17 y el 23 de junio, Merl Fluin y Paul Cowdell, en la línea de actividades que tuvo Slag (Surrealist London Action Group), presentan en la Isla de Wight los resultados del juego internacional “The Archaeology of Hope”, con participantes británicos y de Canadá, Francia, Argentina, Australia, Finlandia, Alemania, Turquía, Holanda, Suecia, Estados Unidos y Nueva Borneo. El 21 de junio a las 19:30 será el momento álgido de esta semana surrealista solsticial.

Jornadas oníricas del Grupo Surrealista de Madrid

Patrick Hourihan, El sonámbulo
Prosiguen, en el Ateneo Cooperativo Nosaltres, las jornadas del Laboratorio Onírico organizado por el Grupo Surrealista de Madrid. La de este sábado se dedica al “urbanismo onírico”, y las de los siguientes a los “sueños paralelos” y a las “interferencias oníricas en la vida cotidiana”.
La finalidad de este laboratorio es, mediante un ciclo de cinco talleres, investigar dentro del mundo de los sueños de manera colectiva y fomentar la sensibilidad hacia este aspecto de la realidad generalmente postergado –aunque no por el surrealismo.  
En la primera sesión se constituyó una asamblea de soñadores que relataron sus sueños más frecuentes o cercanos en el tiempo; dicha asamblea – abierta a todo el mundo– será la base para la realización de posteriores actividades oníricas.  Existe la posibilidad de participar en la distancia:

“Soapbox” 79 y 80

Los dos últimos números de Soapbox se abren con la actualidad de un texto de Pierre Peuchmaurd y un homenaje a Élie-Charles Flamand.

El automatismo surrealista y las “mariposas del alma”

Santiago Ramón y Cajal, dibujo neuronal,
Universidad de Zaragoza
Se publicó hace año y medio, en las Prensas de la Universidad de Zaragoza, el sorprendente catálogo Fisiología de los sueños. Cajal, Tanguy, Lorca, Dalí..., cuyo título de por sí habrá producido el desconcierto de muchos –entre quienes me cuento.
En la introducción, Jaime Brihuega, experto en la vanguardia artística española, señala el impacto de los sinuosos dibujos neuronales de Santiago Ramón y Cajal –¡hizo más de doce mil!– sobre los pintores de la época y en particular sobre Lorca y Dalí. Ramón y Cajal, célebre premio Nobel que vivió entre 1852 y 1934, de joven quiso ser artista, vocación contrariada por su padre, que era un típico cretino burgués. Consagrado a la histología, dibujó (y luego fotografió), infatigablemente, la microscopía del sistema nervioso. En sus Recuerdos escribirá: “El jardín de la neurología brinda al investigador espectáculos cautivadores y emociones artísticas incomparables. En él hallaron, al fin, mis instintos estéticos plena satisfacción. ¡Como el entomólogo a caza de mariposas de vistosos matices, mi atención perseguía, en el vergel de la substancia gris, células de formas delicadas y elegantes, las misteriosas mariposas del alma, cuyo batir de alas quién sabe si esclarecerá algún día el secreto de la vida mental!” Si lo que aparecían en el microscópico mundo neuronal eran, más que jardines, verdaderos bosques donde se combinaban infinidad de formas coloridas, y si esa infinita variedad hace pensar en la creatividad inagotable de la imaginación humana, la base de este catálogo, y de su correspondiente exposición, es otra analogía: la de la concordancia visual entre ese léxico cerebral y el del automatismo plástico en sus albores. Aunque Jaime Brihuega apunta que “el surrealismo había hecho ya suyo el imaginario de la histología del sistema nervioso”, lo que se descubre aquí es el impacto directo en Dalí y Lorca, quienes a su vez van a influir en casi todos los pintores de la época, como Planells, Viola, Lekuona, Cristòfol, Lamolla, Caballero, Domínguez, Moreno Villa, Togores o Miguel Prieto, influencia que traspasará la época hasta llegar a un Granell (quien, como dice Brihuega, “lleva a la plenitud del color algunos paisajes que Cajal vio en el interior microscópico de seres en algún momento vivientes”) y a las figuras de Dau al Set y cercanías, como Ponç, Tharrats o Saura. Del mismo modo, los primeros dibujos automáticos de Masson y Tanguy, que deslumbrarán, vía La Révolution Surréaliste, a Dalí y Lorca sumando su lección a la de los dibujos de Cajal, continúan en muchas imágenes de Max Ernst, Miró, Paul Klee, Brauner o Calder hasta llegar a un Wols, quien aparece bastante destacado en el catálogo. Que el retrato del cerebro, tan en boga en la época de Cajal, ha sido una fuente artística de primera magnitud, parece algo irrefutable.

Ángel Planells, El sueño de la voluntad herida, 1929

Dos excelentes trabajos son el de Javier de Felipe “Cajal y sus dibujos: cuando la ciencia era arte” y sobre todo el de Ignacio Gómez de Liaño “Cajal frente a Dalí: neurología y surrealismo”. Al señalar este que la “materia prima” de la ciencia y el arte es la misma, o sea la imaginación, añade: “Aunque el sentimiento o emoción que pueda experimentar el científico al elaborar su teoría es irrelevante respecto al valor científico de la misma, en el caso del arte el conocimiento no es en absoluto indiferente y eso por dos razones: porque, desde un punto de vista artístico, solo se puede disfrutar de lo que ha sido de alguna manera conocido, y porque el arte y la poesía son, también, formas de conocimiento, y los sentimientos que suscitan están íntimamente ligados al conocimiento”. Pero la gran revelación en este trabajo de Gómez de Liaño la trae su indagación en los ignotos cuentos de Cajal, incluidos en su libro de 1921 Charlas de café. Los cuentos de este genial lector de Julio Verne están llenos de hallazgos portentosos, no solo por la presencia de esas criaturas del cerebro sino porque en ellos hasta aparece la mantis religiosa y se anticipa la más grande creación de Dalí: sus relojes blandos. Gómez de Liaño intenta explicar el silencio de Dalí hacia Cajal, quien por cierto hasta fue responsable del laboratorio de la Residencia de Estudiantes. Entre las hipótesis que da, la más convincente es la del senil reaccionarismo artístico del científico, que condenaba todas las vanguardias en lo que parece ser lo único que empaña su figura. En cuanto a Dalí, se inspiró siempre en la ciencia, aunque también enunciara tardíamente esta verdad que para mí sigue siendo incontestable, al menos por lo que se refiere al estercolero de las sociedades “avanzadas”: “El progreso de las ciencias ha sido enorme, pero desde un punto de vista espiritual vivimos el período más bajo de la civilización”.
Este excepcional catálogo no regatea imágenes, y la exposición sin duda fue extraordinaria. Anotemos por último la importancia que se concede a los dibujos de Dormir, dormir dans les pierres..., uno de los libros más bellos que existen de colaboración entre poeta y artista, y que fue el que Péret dedicó a Agustín Espinosa cuando visitó Tenerife en 1935, aunque era de 1929; señala Jaime Brihuega que es en estos dibujos de Tanguy donde se manifiestan en todo su esplendor las analogías con el imaginario histológico, “pues aparecen axones, neuritas, mechones pilosos, relleno de superficie con punteados o con comas, metáforas celulares e incluso segmentos verticales rematados con un punto negro que recuerdan a algunos elementos que luego serán frecuentes en Lorca e, incluso, los alfileres taxidérmicos de Dalí”, ello aparte de que en esos dibujos aparezcan también “manos cortadas, un dedo y formas emuladoras de pliegues vaginales que harán furor en Dalí y en Lorca”.

sábado, 27 de mayo de 2017

“Surréalismus”: Lou Dubois, exposiciones

Lou Dubois, Las bellas enmascaradas o desenmascaradas, 2008

Acaba de aparecer el nº 3 de Surréalismus, una revista en que abundan las ilustraciones, algunas de ellas poco conocidas.
Aunque dedicada a la historia del arte surrealista y en particular a sus exposiciones, esta revista incluye temas más generales y algún aspecto actual, y así, en este número, tenemos un dosier de fichas biográficas sobre el surrealismo rumano (al que han antecedido los del surrealismo en Bélgica y en Inglaterra) y una entrevista con el collagista y escritor Lou Dubois.
La entrevista con Lou Dubois nos trae nuevas noticias de un artista (y también escritor) firmemente anclado en el surrealismo, y que expone regularmente sus collages en la galería Les Yerux Fertiles, donde volverá a estar a fin de año. Lou Dubois comienza declarando en la entrevista que, más que artista plástico, se considera un “cazador de imágenes, o mejor dicho un pescador de imágenes, porque evoca el agua, ligada para mí a la memoria líquida, al retorno a las fuentes, a la fluidez del tiempo que se puede remontar”. Entre los artistas a que se siente más ligado nombra a Max Ernst, Joseph Cornell, Marcel Marién y Joan Brossa. Y sobre su actividad en concreto: “Mi verdadero taller es mi cráneo. Concibo muchas cajas o collages en la cama, cuando voy en bicicleta o cuando camino, y más raramente sentado ante la mesa de trabajo”, confesando ser “un chamarilero inveterado”.

Lou Dubois, Perlas raras, 2008

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El capítulo de Surréalismus dedicado a las exposiciones surrealistas es bastante rico, y nos ha permitido hacer una pequeña excursión por sus noticias más interesantes, la mayoría no referida en este blog.
La exposición parisina de grafitis de Brassaï originó un catálogo muy bien ilustrado:
Reseña de la exposición berlinesa de Friedrich Kiesler, que se celebra actualmente:
De Nueva York y Madrid, la retrospectiva de Marcel Broodthaers viaja a Alemania:
Retrospectiva de Pol Bury en Bélgica:
Concluye mañana la exposición italiana de Meret Oppenheim, que originó un catálogo italiano/inglés de Skira:

Rita Kernn-Larsen, En busca de la luna, 1936-1937

En Venecia, hasta el 26 de junio, importante muestra de las pinturas surrealistas de Rita Kernn-Larsen, con su catálogo:
Exposición Arp en Otterlo, con catálogo en neerlandés e inglés:

Adiciones y correcciones

Acabamos de añadir a la entrada del pdf de Caleidoscopio surrealista (2ª edición) una lista de adiciones y correcciones.
Agradecemos sus aportaciones a Rik Lina, Beatriz Hausner, Enrique de Santiago, Michael Löwy y especialmente Steve Venright.

lunes, 22 de mayo de 2017

Pnina Granirer, Ampurdán, Rozsda, Nantes

Pnina Granirer, León en la calle, 2009

El día 25 de este mes, Pnina Granirer presenta su libro de memorias:

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Ángel Planells,El sueño viaja, 1936

Hasta el 26 de mayo, hay una exposición sobre los surrealistas del Ampurdán, en el Museo del Tabaco de Cataluña:

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El 2 de junio se inaugura la primera retrospectiva francesa de Endre Rozsda:

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Y hasta el 28 de mayo tiene lugar en Nantes esta sobre Vaché y sus amigos:

domingo, 21 de mayo de 2017

“Mélusine” y André Breton

El nº XXXVII de Mélusine lleva por título “L’or du temps – André Breton 50 ans après”. Los 50 años aluden al coloquio de Cerisy sobre el surrealismo que admirablemente orquestó Ferdinand Alquié en 1966 y en el que participaron nada menos que doce componentes del grupo surrealista parisino, siete de los cuales ofrecieron ponencias. Tal acontecimiento es irrepetible, y aunque el propósito de ahora es bueno, el resultado ya no puede ser otra cosa que una amalgama de estudios académicos muy dispares en torno al fundador del surrealismo. Prácticamente, eso sí, no hay trazas de la aversión a Breton que era habitual en los primeros tiempos de Mélusine y que lo sigue siendo en los trabajos universitarios en general. Lo que es de agradecer.
La sucesión de textos, estructurada en siete apartados, ofrece algunos buenos momentos, que van resarciéndonos de los artículos absurdos (como el de Breton y... Philippe Sollers), de los que tratan materia muy trillada sin levantar por lo general vuelo (Breton y el psicoanálisis, Breton y la ciencia, Breton y Vaché, Breton y la música, Breton y Aragon) y de un par de ellos que no deben tener interés sino para que el profesor de turno sume una entrada más a su currículum (las parodias de André Breton, la iconografía de la cabeza de André Breton...).
En la primera sección, tras la presentación bibliográfica muy completa que hacen Henri Béhar y François Py, Georges Sebbag –quien estuvo hace 50 años en Cerisy, interviniendo en los debates– adapta las ideas centrales de su reciente biografía André Breton. 1713-1966. Des siècles boules de neige y Hans T. Siepe escribe agudamente sobre Breton y la espera.
En la segunda sección, Alexandre Castant hace el mejor balance hasta el presente de las relaciones de André Pieyre de Mandiargues con Breton y de su posición ante el surrealismo. Trabajo de referencia, al que sigue uno de Bruno Duval en que lo más interesante es el enfoque en su caso de la figura de André Hardellet.
En la tercera sección, dedicada a “André Breton crítico de arte, artista y coleccionista”, sobresalen el estudio que hace Misao Harada de Watteau en Breton, el de Jean Arrouye sobre el motivo central de la mano en Nadja, con detención especial en El enigma de la fatalidad de Chirico, y el de Elza Adamowicz sobre los collages bretonianos. Estos tres trabajos se leen con verdadera fruición, a diferencia de los que componen la parte siguiente, sobre Breton, el psicoanálisis y la ciencia, estudios, eso sí, serios, pero que tienen un carácter demasiado general y, como señalé anteriormente, sonando a déjà lu.
De los apartados restantes destacaré tres trabajos sugestivos: el de Masao Suzuki sobre Breton lector de Flournoy, el de las funciones del mito en Breton por Wolfgang Asholt y el de Cédric Pérolini sobre el surrealismo en la prensa libertaria. Este último avanza más allá de la fecha de 1969, pero al final lo que demuestra es que aún le falta mucho camino por andar al estamento universitario en lo que se refiere a controlar la continuidad del surrealismo (o sea el surrealismo en su totalidad), ya que no hay referencia alguna ni a la figura clave de André Bernard ni a las dos publicaciones, muy ricas de contenido, sobre “Surrealismo y anarquismo”, aparecidas en los años 1992 y 1994 en el Atelier de Création Libertaire (“J’en suis encore à me le demander” y Le pied de grue).
En suma, un volumen con abundantes trabajos de calidad sobre André Breton.

martes, 16 de mayo de 2017

Ted Joans, el indómito

Ted Joans, collage

La colección neoyorquina Lost & Found, especializada en la documentación poética norteamericana, ha dedicado uno de sus números (en dos cuadernos) a Ted Joans. Se trata de un acontecimiento excepcional, no solo por tratarse de quien se trata, sino por incluir textos extraordinarios, casi todos inéditos, acompañados de felices ilustraciones. Con el apoyo de Laura Corsiglia –la compañera del poeta–, puede afirmarse que Wendy Tronrud y Ammiel Alcalay han llevado a buen puerto un trabajo impecable, y que muestra una sensibilidad hacia el surrealismo, sin ningún dislate ni desliz, muy rara en los medios académicos. Este centenar de páginas hay que incorporarlo con todos los honores a la más selecta lista de publicaciones surrealistas de carácter retrospectivo correspondiente al año 2016, en cuyo fin de primavera apareció.
La introducción de Wendy Tronrud es excelente, señalando cómo ese gran viajero que era Ted Joans llevaba el surrealismo donde quiera que iba y cómo para él “la importancia del surrealismo, como una práctica liberadora y descolonizadora, como un acto de revuelta, era permanente y nunca podía acabar”. En la bibliografía, aparte la obra ya clásica de Robin D.G. Kelley y Franklin Rosemont (Black, brown and beige: Surrealist writings from Africa and the Diaspora, 2009), destacan las fichas de Michel Fabre (Harlem to Paris: Black americans writers in France, 1993), Katherine Lindberg (un ensayo en el vol. 20, nº 1-2 de Discourse) y Gerald Nicosia (el muy buen prólogo a Teducation), a las que yo voy a sumar al final de esta reseña dos páginas de homenaje en la red. Sigue una breve biografía por Ammiel Alcalay, y un texto de 2016 de Diane di Prima, evocando a Ted Joans en París cuarenta años antes, con la reproducción de una carta suya al poeta, en la que se incluyen un poema y una foto de los dos juntos.
Entramos en plena acción con unos textos sobre Ornette Coleman y Cecil Taylor, pero el jazz está presente continuamente. Sin duda el plato fuerte del primer cuaderno es “Negative cowboy”, increíble guion cinematográfico que comienza en el imperio Malí en 1714 y llega hasta los años dorados del western. Esta pieza maestra, firmada en París en 1965, debe inmediatamente sumarse a la lista (bastante amplia ya) de los grandes guiones fílmicos realizados por los surrealistas.
Hay también en este primer cuaderno una carta a los estudiantes y trabajadores en el mayo parisino del 68, que acaba con la afirmación conminatoria de que “La revolución debe ser hecha por todos, no por uno”, así como una carta de Stokely Carmichael y Miriam Makeba recibida desde Guinea a su dirección de aquel momento, que no era otra que la casa de Laurens Vancrevel en Amsterdam, a donde viajó Ted Joans en pos del surrealismo de Brumes Blondes.
El tomo 2, desde el punto de vista estrictamente surrealista, es aún más interesante. Se abre con las páginas sobre los viajes a Tombuctú, entre 1962 y 1978, refiriéndonos Ted Joans que invitó allí a su gran amigo André Breton, porque allí se podía curar del asma y porque le gustaban los sitios tranquilos como Saint-Cirq Lapopie: “Breton, un gran poeta y un gran viajero, nunca visitó Tombuctú, pero en espíritu sí lo hizo, justo como Arthur Rimbaud y Langston Hughes lo han hecho y lo siguen haciendo”.                                                                               
Victor Brauner, Kabyline en movimiento, 1934
Pero la auténtica maravilla llega en la página 21, un texto colosal titulado “Black tongue lash on surreality” que ilustra una foto con Joans, Philip Lamantia y Nancy Joyce Peters –¡qué trío de Incomparables! En las primeras cuatro líneas, Ted Joans apunta la coincidencia de su nacimiento con la aparición de Nadja y cita unas palabras del primer manifiesto que todos sabemos de memoria y que Ted Joans no necesitaba tatuarse: “Únicamente la palabra libertad tiene la capacidad de exaltarme”. Cuenta cómo se le reveló el surrealismo (al igual que tantos otros) a través de la pintura, en concreto de Kabyline en movimiento, de Victor Brauner, descubierta en un ejemplar de Life que le dio su tía, quien trabajaba en una casa de blancos adinerados y se traía las revistas que sus patrones desechaban; esta pintura de 1934, por cierto, aparece reproducida en la página 69 del Dictionnaire abrégé du surréalisme.
No tardó Ted Joans en percatarse de que el surrealismo era algo más que un movimiento pictórico, por visionarias que fueran sus imágenes plásticas, y pasó a verlo ante todo como una “ciencia de la imaginación, no teórica sino concreta; no pasiva sino dinámica”. Comienza a traducir él solo, con la ayuda de un diccionario francés-inglés, lo que encontraba de surrealismo, “como un minero en una mina de oro profunda”; el resultado con los poemas era aún más surrealista, lo que divirtió mucho a Breton cuando se lo contó, preguntándole si había conservado aquellas traslaciones, para él leerlas.

Ted Joans, París, 1992

Pero en aquellos años aún casi infantiles, Ted Joans descubre lo Maravilloso, al mismo tiempo, en las letras de los blues, cuyo “espíritu poético” tan bien ha captado Paul Garon en The blues and the poetic spirit, que el propio Ted Joans recomienda. El surrealismo llega poco después en primera mano con el acceso a View, VVV y la colección de Minotaure, pero también con el conocimiento del virulento panfleto anticolonialista y antirracista “Murderous humanitarianism”, firmado en 1932 por Breton y sus amigos, entre ellos los martiniqueses Jules Monnerot y Pierre Yoyotte. Ted Joans aprovecha para afirmar que Isidore Ducasse fue “el primer surrealista negro”, y se detiene en Magloire Sainte-Aude, Étienne Léro, Légitime Défense, René Ménil y Aimé Césaire. Las caracterizaciones del surrealismo se suceden con palabras claras y contundentes: “El surrealismo se zambulle profundamente en la vida y no en la zona gris de las abstracciones. Es acción, y al mismo tiempo reflexión sobre la significación y el objetivo de esa acción”; “El surrealismo es ante todo un movimiento de revuelta. No es el resultado de un capricho intelectual, sino del trágico conflicto entre los poderes del espíritu y las condiciones de vida”; “El surrealismo, como el jazz, no es el retorno a una edad pasada y a ideas datadas. Es el descubrimiento, en el más alto punto del estadio evolutivo moderno, de una concepción del mundo que se corresponde en un nuevo nivel con las concepciones mágico-animistas”.
Sabrosísima es la anécdota que Ted Joans nos relata sobre su encuentro en 1968 con aquel supercretino de Sartre. Ante un público donde abundaban los surrealistas y los africanos, lee algunos de sus explosivos “poemas-granada”, acercándosele al final el triste existencialista-estalinista, que le pregunta si colabora en alguna revista francesa. Al mostrarle Ted Joans un número de L’Archibras, Sartre hace un aspaviento y se marcha escandalizado. “Ese fue mi primer y último encuentro con el más renombrado intelectual antisurrealista”, remata Ted Joans. Como es bien sabido, Sartre estaba a la cabeza de quienes defendían el “tercer mundo” (abyecta expresión economicista y eurocéntrica que yo no he utilizado jamás) al modo de una sociedad protectora de animales.

André Breton y Ted Joans en el apartamento de la Rue Fontaine,
1966: una de mis fotos favoritas de todos los tiempos

Ted Joans podía presumir de ser el primer afroamericano en formar parte del movimiento surrealista. Él y Breton se encantaron mutuamente, y su fidelidad al fundador del surrealismo sería perenne, dedicándole poemas llenos de fuerza y emoción, pero no voy a repetir aquí los datos que enumero en Calidoscopio surrealista. Concluyendo “Black tongue lash on surreality”, Ted Joans cita como sus poetas favoritos a Philip Lamantia, Bob Kaufman, Jayne Cortez y Nancy Joyce Peters, a la vez que afirma amar poetas que nada tienen de surrealistas, posición de apertura que en realidad nadie puede reprocharle a un espíritu tan libre y seguro como era él, aunque no es menos cierto que entre esos poetas nunca aparecerían un Eliot o un Cocteau; del mismo modo, podía incluir en una lista de grandes jazzmen a Bennie Goodman, una sorpresa para algunos puristas olvidados de que integró grandes músicos negros en sus grupos y de que se le debe a fin de cuentas la luz de primer plano que arrojó sobre el sublime Charlie Christian, cuando este solo tenía 23 años.
Entre los textos restantes, mencionaré solo tres. Así, la evocación del fotógrafo Weegee, que fotografió su velada surrealista de título bretoniano, “Lo maravilloso contra el misterio”, a la que asistió el mismísimo Charlie Parker, gran amigo de Ted Joans. En segundo lugar el paseo parisino de 1992 (¡fecha ya harto desastrosa!), que comienza en el Café Cyrano y prosigue por el Café de la Place Blanche, la casa de Breton en la Rue Fontaine, el Museo Gustave Moreau, las estaciones de metro de Guimard, el pedestal de Charles Fourier, una serie de lugares nervalianos y por fin la Torre de Saint-Jacques, de la que nos refiere una curiosa “superstición” surrealista asociada a ella. El último texto que menciono es una carta dirigida a él por Will Alexander en su lenguaje inconfundible.
¡Fantástico Ted Joans! Indómitos como él (no hay muchos, pero en el surrealismo sí) nos ayudan a no desesperar totalmente del ser humano.

John Digby, Bill Wolak, Joyce Mansour y Ted Joans,
con Arthur Rimbaud

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Para enriquecer esta reseña, decidí elaborar un pequeño dossier surrealista de Ted Joans, que incluye:
1. La entrada que le dedico en Caleidoscopio surrealista.
2. Su presentación en La Brèche, 1963, con la carta a Breton y la X del Alfabeto surrealista.
3. El poema de 1967 “La estatua de André Breton”, reproducido en diferentes publicaciones.
4. “Black flower”, en el n. 3 de L’Archibras, 1968.
5. El poema “Promenade du Venus”, incluido en Afrodisia, 1970.
6. La página del Bulletin de Liaison Surréaliste, n. 5, 1972, con un texto de Laurens Vancrevel.
7. Dos poemas en el n. 5 de TransformaCtion, 1973, dedicados a Étienne Léro y Jean Benoît.
8. El poema “Why I shall sell Paris”, en Teducation, 1976, que hubiera quedado peor de haberle borrado los subrayados y signos de entusiasmo que me provocó su lectura, tantos son ellos.
9. El poema de 1975 en el n. 1 de Surréalisme.
10. La carta a Joyce Mansour incluida en el hermoso libro de Marie-Laure Missir Joyce Mansour. Une étrange demoiselle.
11. El extenso poema en el n. 4 de Arsenal, 1989.
12. El poema “La casa de André Breton” en Opus International 123-124, número dedicado a Breton y el surrealismo en 1991.
13. El poema de Double trouble, 1991, escrito con motivo de la exposición Breton en la “refinería Beaubourg”.
14. El poema de 2003 publicado en la colección de Les Loups sont Fâchés.

domingo, 14 de mayo de 2017

Valery Oisteanu: “Lighter than air”

Valery Oisteanu, Mona Lisa

Sobre el nuevo libro de collages de Valery Oisteanu, titulado Lighter than air, damos este enlace, en que hay buena información. A renglón seguido, de entre las lecturas poéticas que pueden encontrarse en youtube, elegimos la titulada “Meditación”.

Julio Monteverde: “El pasillo de espejos”


Julio Monteverde participó en las actividades del Grupo Surrealista de Madrid entre los años 2000 y 2012, pero sigue manteniendo buenas relaciones con el mismo. Su primer poemario, La luz de los días, apareció en La Torre Magnética en 2002, y a él siguió La llama bajo los escombros en 2009. También ensayista, se le debe De la materia del sueño, reseñado en este mismo espacio.
El pasillo de espejos lo edita Ártese quien Pueda en su colección de poesía. La presentación hace unos días motivó una interesante entrevista por Esther Peñas en Solidaridad Digital, 28 de abril de 2017, que aquí transcribimos:

miércoles, 10 de mayo de 2017

“Dreamdew”, 9

Conroy Maddox, Mansión de los sueños I, 1976

Ha salido a comienzos de este mes el nº 9 de Dreamdew, en que destaca la continuación de la “Biblioteca onírica”. Se da noticia también de las actividades del “laboratorio onírico” del Grupo Surrealista de Madrid (oniros).

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Por mi parte, aprovecho para reproducir un bello texto de Édouard Jaguer, publicado en 1971 (Phases, nº 3, 2ª serie):




Jorge Camacho, Gina Pellón

Jorge Camacho

La exposición de Jorge Camacho en la galería de Sophie Scheidecker es una buena ocasión para ver este cortometraje del maestro cubano:
Añadimos otro enlace en que se filma la elaboración de uno de sus cuadros, aunque aquí la música deba ser sustituida, por ejemplo, por la de Thelonious Monk:
El mismo director hace lo propio con Gina Pellón, artista y poetisa cubana que por cierto fue Camacho quien presentó a los surrealistas:

sábado, 6 de mayo de 2017

Sobre el “materialismo poético”: una lectura mejicana

Esta lectura del excelente texto sobre el materialismo poético de Bruno Jacobs, publicado en el nº 21-22 de Salamandra, y que debemos a la magnífica disponibilidad de don Luis López López, en el corazón de Xalapa (Veracruz), me parece un documento extraordinario. Brindo a la salud de don Luis una buena copa del mejor mezcal.
(Por cierto que, echando un vistazo a la lista de marcas de mezcal, he podido hacer una tan grande como incompleta lista de nombres antológicos, que no dejará indiferente a cualquier espíritu surrealista: A Punto de Veneno, Alacrán, Los Amantes, Bruxo, Búho, De los Muertos, Delirio, El Diablito, Enmascarado, Felino, Gran Amuleto, Gusano Rojo, Ilegal, Jolgorio, Libertador, Memorable, Meteoro, De las Hormigas, Nuestra Soledad, Mortal, El Rey Zapoteco, Montelobos, Pierde Almas, Quiquiriquí, Revoltoso, Saca Diablos, Escorpión, 7 Misterios, 8 Víboras, El Viejo Indecente, Vago, Vámonos Riendo, Corneta, Jaguar, Vagabundo, Tempestad...)
materialismo poético xalapa