domingo, 27 de julio de 2025

Víctor Chab (1930-2024)

Con 94 años, desapareció en el pasado otoño Víctor Chab, una de las grandes personalidades del surrealismo en su proyección argentina. Muchas veces nos hemos referido a él aquí, y aunque baste con poner su nombre en el buscador para encontrar nutrida información, aprovecho para reproducir el artículo de Caleidoscopio surrealista, añadiendo la página que le dedicó Aldo Pellegrini a su exposición de 1970 en la Galería Gradiva de Buenos Aires. 

Víctor Chab,
Con la lluvia del embalsamador de piedras, 1966

Víctor Chab Otro alumno de Batlle Planas, el pintor Víctor Chab descubre el surrealismo gracias a su condiscípulo Juan Andralis, lee con entusiasmo a Breton y los poetas surrealistas y se entrega febrilmente al automatismo, como ya se aprecia en su primera exposición, que tuvo lugar en Buenos Aires en 1952. Forma parte luego del grupo Boa y del movimiento Phases. En 1962 inicia su Bestiario y comienza a dedicarse al collage –con óleo o acrílico sobre tela– de modo intenso (ya en 1954 había hecho algunos, así como “poemas encontrados”). En 1967, Pellegrini lo incluye en la exposición “Surrealismo en la Argentina” y dice de él en Panorama de la pintura argentina contemporánea: “Se destacó en un comienzo por tintas en las que mediante formas precisas, a menudo geométricas, componía un lenguaje de rara sugestión poética. Pasó luego por un breve período informal y en sus obras de los últimos años ofrece las imágenes de una fauna de pesadilla, realizadas con sin igual refinamiento mediante texturas (logradas generalmente con un fondo de collage), transparencias, matizados y gamas muy sutiles”. Especialmente poderosa es la obra desarrollada por Chab, artista inconfundible, en las últimas décadas. En 1970 participó en la muestra “Lautréamont 100 años”, siendo su interés por Lautréamont duradero, ya que de 1954 es un Maldoror (y de 1955 un Maldoror 2) y en 1994 expone como homenaje a Ducasse la Suite del Canto IV, compuesta por dieciocho tintas y con un gran texto de Juan Andralis recordando el impacto de Los cantos de Maldoror cuatro décadas antes y subrayando la fidelidad del artista al automatismo: “La práctica del automatismo confiere a Víctor Chab, en esta nueva etapa de su obra, una energía inaudita, que despelleja literalmente el soporte visual de la escena, donde el blanco del papel o de la tela actúa como una forma (una contraforma) impiedosa, luz de flash, restallante, enceguecedora”.

En 2002 se publicó en Buenos Aires un gran libro sobre él, con motivo de su retrospectiva (1947-2002) en el Palais de Glace bonaerense. En el catálogo, valiosos textos de Édouard Jaguer, Jorge Villacorta Chávez, Julio Llinás, Enrique Molina, Aldo Pellegrini y Juan Andralis. En una entrevista del mismo año, Víctor Chab afirmaba: “Mi pintura es automática”. A la vez, Floriano Martins lo entrevistaba en el n. 31 de su revista digital Agulha (“Víctor Chab: una trayectoria del surrealismo”), afirmando el artista su fidelidad al surrealismo y al automatismo. Transcribo dos pasajes de sumo interés: “Si bien los fundamentos del surrealismo están muy claramente expuestos en el primer manifiesto de 1924, a partir de ese mismo año se lo dio por muerto sistemáticamente por los espíritus idiotas que no vieron más allá de sus narices. El límite que Jean Schuster establece entre el surrealismo histórico y el eterno –con la muerte de Breton– es una violencia golpista y arbitraria y totalmente innecesaria. Carece de fundamento teórico”. “Yo concibo el arte de pintar como el camino de la gran libertad. De igual manera que transité por caminos distintos y opuestos, en la actualidad mi obra está fijada al desnudo femenino; el cuerpo de la mujer no tiene igual como cantera para las variaciones estéticas y me produce un placer sin límites. El surrealismo tiene la particularidad maravillosa de no basarse en un corpus técnico como el cubismo, el fauvismo, el neoplasticismo, donde los fundamentos están basados estrictamente en la descomposición de la figura (cubismo), la plenitud del color (fauvismo) o la geometría octogonal (neoplasticismo). El surrealismo nos abre las puertas a lo desconocido. Todas las formas y todas las técnicas pueden adscribirse a las fantasías más delirantes: figuración o no figuración, y todas las variantes de la reunión de los contrarios”.

Más recientemente (2013), Víctor Chab realizaba una serie de dibujos muy bellos, cuyo colorido alegre contrasta con el de sus cuadros más característicos, si acaso volviendo a algunos de los años 50, pero, paradójicamente, con más jovialidad y alegría. Y es que estamos ante un artista de esos pocos que han sabido mantener la inspiración viva a lo largo de una larga vida, sin repetirse, sin regodearse en los propios hallazgos, sin transitar senderos trillados por otros o por ellos mismos.

Muy interesante pintora es Gladys Gómez, la mujer de Víctor Chab, quien también ha participado en manifestaciones surrealistas, como la exposición “Derrame-Cono sur o el viaje de los argonautas”, celebrada en la Fundación Granell en 2005.


Víctor Chab, poema-collage