domingo, 19 de diciembre de 2021

Paulhan y Breton

Jean Paulhan aparece en el “Rendez-vous des amis” de Max Ernst, lo que le da sin duda mucho prestigio. Poco conocedor de su obra, yo lo menospreciaba algo, al considerarlo uno de tantos racionalistas de la literatura. Pues bien: mi valoración de este gran hombre de letras ha subido muchos enteros tras la lectura de su correspondencia con Breton.

La edición es muy buena, y Clarisse Barthélemy ha realizado un gran trabajo, con un estudio inicial muy denso y anotaciones certeras.

La relación entre Breton y Paulhan tiene dos grandes épocas, con un silencio entre 1926 y 1935, o sea coincidente con los tiempos en que los surrealistas decidieron ponerse “al servicio de la revolución”, desatendiendo a Antonin Artaud, para quien era la revolución la que debía ponerse al servicio del surrealismo. Para colmo, identificaron a la revolución con los imbéciles del PCF y el serial killer de Georgia. Paulhan (que por cierto venía del anarquismo) pone al desnudo las contradicciones del surrealismo al adherirse al PCF y denuncia la “ensalada marxisto-hegeliana” en que ha desembocado el ensueño de absoluto con que André Breton se había levantado en armas. Breton lo insulta y Paulhan le manda sus testigos, pero Breton no estaba para duelos. En 1935 hablarán de un “malentendido”.

En la primera etapa, Breton le dedica a Paulhan “Sujet” (1918) y hay una relación muy cordial, con un Paulhan que era mayor que Breton y a quien Breton respeta mucho, incorporándolo a Littérature. Henri Béhar, en el Dictionnaire André Breton, ya daba todas las pistas de esta entente de los años 20, así como de la segunda época, y Georges Sebbag, en el imprescindible Potence avec paratonnerre. Surréalisme et philosophie, ha indagado la cuestión del lenguaje tal y como se planteaba en ambos durante aquellos años fundacionales.

Pasan los ocho años de silencio y, tras la publicación de Posición política del surrealismo, se produce el reencuentro, en cartas que van rápidamente, por parte de Breton, del “Señor director” al “Querido amigo”. Breton le dedica El amor loco con palabras muy bellas, como solían ser las de sus dedicatorias. Paulhan le publica textos claves, intercambian palabras sobre la Antología del humor negro y se convierte en “editor cómplice y confidente”, cuya “admiración recíproca” va a ganar con los años “profundidad y confianza”, por decirlo con Clarisse Barthélemy, quien explora la comunicación que se produce en un triple plano: político, filosófico y poético, tanto en el breve pero conturbado período anterior al exilio como en el del retorno y años sucesivos. Como es sabido, Paulhan es quien invita a Breton a tomar la palabra –vibrante palabra– sobre Antonin Artaud, la primera intervención de su retorno parisino.

Paulhan es pues un cómplice privilegiado entre los externos al movimiento surrealista, y aunque demasiado hombre de letras, poseía una categoría extraordinaria, no estando exento su perfil de cierto misterio, que lo hace más atractivo aún. Hay apuntes interesantes sobre La lámpara en el relojFlagrante delito, el esoterismo (uno de los terrenos en que se encontraban), Pleine marge, la colección Revelación y proyectos como el de publicar la novela visionara de Kubin (recuérdese que Breton solo llegó a editar a Fourré), el asunto de las grutas en que Breton se vio envuelto por hacer lo que deberíamos estar haciendo siempre, el juego de lo uno en lo otro, L’Art magique, el nefando Cocteau cuando lo hicieron “Príncipe de los Poetas” (deshonrando un título que ostentaba Paul Fort), la Compañía del Art Brut, el descubrimiento de Saint-Cirq Lapopie, Malcolm de Chazal (con quien Paulhan sostuvo una fascinante correspondencia), etc. Al nombrarle Breton a Maurice Heine, le dice: “no he conocido ser más puro ni más raro”.

No hay cartas en los último cuatro años de la vida de Breton, quizás motivado ello por el hecho de que Paulhan se convirtiera en académico, lo que en verdad es un oprobio, como infinidad de veces denunció en el mundo literario hispánico Ramón Gómez de la Serna. Pero seguramente ocurrió lo que en tantas correspondencias, produciéndose un lapsus que luego se prolonga por inercia de las dos partes.

Paulhan no olvida a Breton y organiza el homenaje de la NRF, del mismo modo que ya colaboraba en el pionero libro de ensayos y testimonios de Marc Elgendinger, en 1949.

Jean Paulhan muestra en estas cartas ser un espíritu con grandeza. Aparte de ello, qué superior a casi toda esa crítica universitaria de los últimos cincuenta o sesenta años, tan pedante en sus pretensiones “científicas”. Figura además serenamente independiente, Paulhan merece sin duda formar parte del “rendez-vous des amis”.

correspondance ab jp

domingo, 12 de diciembre de 2021

Patrick Lepetit: “La tête d’Ogmius”

Hace casi diez años –febrero de 2012–, Patrick Lepetit publicaba Le surréalisme. Parcours souterraine, uno de cuyos capítulos, el dedicado al surrealismo y el mundo celta, ha desarrollado ahora, admirablemente, en La tête d’Ogmius. Surréalisme et mythes celtiques.

De nuevo Patrick Lepetit estudia todo el surrealismo, de sus orígenes y antecedentes al momento presente, y de nuevo nos da una aportación sólida y muy documentada a la materia fascinante que ha tratado con un encomiable entusiasmo sostenido.

Este trabajo de envergadura total está dedicado a Suzel Ania y a la memoria de Jean-Claude Charbonel, de cuyos “armorígenes” nos ocupamos más de una vez en Surrealismo Internacional (tuve además la fortuna de intercambiar algunas cartas con este fabuloso artista).

A la cabeza una cita de André Breton, perteneciente a las mironianas Constelaciones, exactamente a la titulada “Cifras y constelaciones enamoradas de una mujer”: “La tête d’Ogmius coiffée du sanglier sonne toujours aussi clair par l’ondée d’orage”, siendo Ogmius un dios galo e irlandés de la elocuencia y guía de los muertos, descubierto por Breton en las monedas galas que había exhumado Lancelot Lengyel. De los epígrafes con que engalana la obra, destaco este, estupendo, definitivo, de Pierre Peuchmard: “Soy materialista, sí. De la materia de Bretaña, por ejemplo”.

En el “liminar”, Patrick Lepetit opta por un pasaje de La diosa blanca de Robert Graves, una obra que yo leí hace muchos años por sugerencia de Raúl Henao. Temática: la degradación de la poesía en el mundo “civilizado”, que es la antípoda del mundo de la materia amada por Peuchmaurd.

En la introducción, nuestro ensayista avizora la geopoética de Kenneth White, la obra de Ithel Colquhoun, la labor de Markale y Lengyel, pero a estos nombres se suman en el primer capítulo los de infinidad de surrealistas o de figuras conectadas al surrealismo. A saber: Pierre Roy, Jacques Viot, Camille Bryen, Yves Tanguy, Jacques Baron, Pierre de Massot, Robert Desnos, Pierre Alechinsky, Julien Gracq, Alice Rahon, Georges Hugnet, Georges Limbour, J.-F. Chabrun , Charles Estienne, Yves Laloy, Yahne Le Toumelin, Yves Elléouët, Leonora Carrington, André Breton, Adrien Dax, Charles Estienne, Toyen, Krizek, Artaud, Dotremont, Leiris, Penrose, Eileen Agar, Granell, John Welson y los surrealistas actuales del País de Gales y Jacques Lacomblez. Algunos nombres permiten aproximaciones a figuras situadas fuera del movimiento surrealista, como Elléouët a Joyce, Dylan Thomas y Beckett, Leonora a Yeats o Artaud a Synge. La menos legítima es a mi juicio la de Joyce, cuyo rechazo por parte de la generalidad del surrealismo es mucho más importante que el interés de alguno que otro (me permito volver al iconoclasta Gombrowicz: “Libros como La muerte de Virgilio o el célebre Ulises son imposibles de leer, por ser demasiado artísticos. Todo en ellos es perfecto, profundo, grandioso, elevado, pero no retiene nuestro interés, porque sus autores no los escribieron para nosotros, sino para su dios del arte”; yo lo leí cuando vivía en una pensión de la Plaza Real de Barcelona, invierno de 1974, y me produjo ese tipo de admiración estéril: jamás volví a leerlo, a diferencia de tantos otros libros, y muchos de ellos carentes del mínimo empaque).


Yves Elléouët, Menir, 1966

En el segundo capítulo, Patrick Lepetit se ocupa de “algunos próximos y lejanos precursores”: Saint-Pol Roux, Max Jacob (a cuyo balance “surrealista” se debiera sumar el maravilloso libro de collages que le dedicó en 2001 Lou Dubois, siempre tan cercano al surrealismo), Victor Segalen, Villiers, Jarry, el abad Fourré, Chateaubriand y Maurice Fourré y concluye compartiendo esta afirmación de Xavier Grall: la verdadera materia de Bretaña, despojada de su pacotilla regionalista, es surrealista. Yo siempre lo he creído, y así como tengo una buena biblioteca amerindia y oceánica, también la tengo de los celtas y la materia de Bretaña (con los libros de Markale a la cabeza).

No seguiré deteniéndome en La tête d’Ogmius porque aún no inicié la lectura de los capítulos en que se ocupa de figuras específicas: Julien Gracq, Leonora Carrington y la búsqueda del Grial; Stanislas Rodanski y el mito de Tristán e Isolda; André Breton, Yves Tanguy y el mundo sumergido; Ithell Colquhoun y la diosa de los inicios; y Elléouët, Estienne, Fourré y La leyenda de los muertos.  Todo un suculento menú, en páginas que sin duda serán a partir de ahora un referente para cada uno de estos autores en su relación con esta temática clave para muchos de los vasos comunicantes entre surrealismo y mundo celta.

Extrañaba el nombre de Roger Renaud, quien en sus artículos tremendos del Bulletin de Liaison Surréaliste, exaltaba la cultura celta contra Roma a la vez que la cultura amerindia. Pero asomándome prematuramente a las páginas de la “Conclusión”, veo que aparece con todos los honores.

Este libro no tiene otro defecto que carecer de ilustraciones, exceptuada la de John Welson (Paisaje celta, de 2014) en portada. Ha recibido la Beca Sarane Alexandrian de creación de vanguardia, y lo que yo puedo garantizar plenamente es que Sarane Alexandrian habría exultado de alegría con él.


*

Patrick Lepetit se pasa los meses de marzo en el semáforo de Creac’h de la isla bretona de Ouessant. No es de extrañar que lance al mundo libros tan apasionantes. En marcha ya está otro titulado La saliva de la luna. Surrealismo y alquimia, una monografía sobre Odile Cohen-Abbas y una recopilación de poemas. Aquí tenemos una foto del faro aledaño y al poeta y ensayista a bordo del fabuloso semáforo marino:



*

Uno de los libros que ha manejado Patrick Lepetit es el de Yves Vadé Pour un tombeau de Merlin, donde veo que se trata del surrealismo y de André Breton en particular. Vadé es autor de una de las obras fundamentales para los cursos de Romanticismo que antaño yo impartía: L’enchantement littéraire. Écriture et magie de Chauteaubriand à Rimbaud, por lo que espero hablar próximamente de esta otra cuya existencia yo no conocía.

Ahora en cambio recuerdo esta maravilla de Jean Markale, uno de mis libros favoritos:


Recordemos también que en 2015 se publicó ya un interesante librito sobre el surrealismo y la Bretaña.  

*

Tras escribir la nota de Patrick Lepetit en el semáforo de Creacc’h, a las tres de la mañana me despierto con un sueño singular. Estos suelen referirse a Foz-Tua, uno de los antiguos cruces de trenes a orillas del Duero portugués, hace años desactivado, y que son los únicos que transcribo para guardármelos, dada la transfiguración que el sueño opera sobre el rincón quizás más mítico y entrañado de mi vida. Esta vez el espacio es otro, y lo que puedo referir aquí, como es usual, solo da una pálida imagen del esplendor del sueño. Llevo años queriendo encontrar una buena casa cerca del mar, para irme de una ciudad execrable, fría y fea, a donde vine a parar por quedarme cerca del trabajo y haber encontrado una buena casa que me alquilaban unos conocidos sin contrato, o sea solo de palabra, que es lo que a mí me gusta. Llego con unos amigos que me traen en coche a una casa cercana al océano, sin que para nada sea Canarias: probablemente se trate de Portugal, con algo de la diminuta aldea del Baleal, a la que solo se accede en la marea baja por una lengua de arena. Pero aquí solo hay dos casas, terreras, y delante de ellas, tras unas pequeñas dunas, un poco de arena y un mar tormentoso, que es imposible no se haya ya zampado las casas. La que alquilan parece tener solo dos habitaciones, pero enormes. La dueña se disculpa de que no haya casi nada, porque la ha ido despojando para el alquiler. Delante, unas ventanas angostas no dejan entrar mucha luz. El alquiler es bajo porque el autobús solo pasa a kilómetro y medio. En la casa de al lado vive un pintor ciego llamado Bruno Montpied, y yo con alguna vanidad les digo que ya lo conozco (la única persona que reconozco entre quienes me acompañan es Nilo Palenzuela, un amigo canario muy fino crítico de arte). Los cuartos están abiertos, también muy grandes, y sobre unos tableros hay muchas de sus obras. Solo al recordar el sueño me daré cuenta de que no son otra cosa que cuadros de Scottie Wilson, tras habérseme parecido a los de John Welson, uno de los artistas invocados por Lepetit (al buscar una ilustración de Scottie Wilson para cerrar este artículo, pienso que los lienzos sobre los grandes tableros eran como ¡una fusión del arte de Wilson y Welson!).

Meses después, he alquilado la casa y arreglado el ventanal, por el que ahora se inundan los cuartos de luz. Hay otros conmigo, incluso niños, como si tuviera una familia, algo que nunca he tenido, ni querido ni quiero tener. La visión me recuerda las pinturas de algunas cubiertas de los Moody Blues realizadas por Phil Travers, y en especial, desplegando portada y contraportada, la del disco Hopes, wishes and dreams de Ray Thomas, que contenía el bello tema “Migration” y en la que se ven casas junto a un arenal y en medio del mar un velero y... un faro.

(Ya dando una vuelta por los cerros de Úbeda, este Ray Thomas era un cantante enfático y hasta algo cursi, perdido desde que no tenía la protección del genial melotrón de Mike Pinder, la verdadera alma de los Moody Blues, mucho más que el excelente compositor, vocalista y guitarrista que era Justin Hayward; pero en este disco, el tema señalado se elevaba por encima de la medianía.)

Scottie Wilson, Sueño, c. 1930,
Gimpel Fils Gallery (Londres)

Una carta de André Mimiague

 

Una carta de André Mimiague es siempre un acontecimiento, sin que para ello tenga nada que ver el hecho de que hoy ya no se reciban cartas por correo. A su caligrafía exquisita y a su contenido poético-convulsivo se añaden los signos de su lenguaje maravilloso, la graphicha. Como no se trata de una carta convencional (nada en André Mimiague podría ser convencional), me es muy grato comunicarla aquí para los lectores de La banda de Fantomas, porque además sobre la marcha se me ocurre que la graphicha podría haber sido el lenguaje secreto con que se hubiera comunicado Fantomas con algunos de su banda.

De nuevo recuerdo los enlaces en que me he ocupado de André Mimiague, de la Parapluycha y de la Graphicha. Constituye sin duda todo ello uno de los descubrimientos más extraordinarios que me han deparado el surrealismo y el mundo entero en esta última docena de años.

“Un tango que dice NO!”

memorias de parapluycha

andré mimiague y la graphicha


Jean-Claude Silbermann, en Sam Berlinn

 

Las audaces ediciones Sam Berlinn siguen ofreciéndonos estas bellas comunicaciones poéticas de Jean-Claude Silbermann. La nueva lleva por título Les trois enjambées du serpent, y su aparición coincide con la de su poesía “casi completa” en Le Grand Tamanoir, de que hablaremos futuramente.

Los tres “enjambées” son el amor, la muerte y la despreocupación, en capítulos a los que precede un dibujo de este también maravilloso artista del surrealismo (reproduzco el correspondiente a “la muerte”).

Quien revela tener como libro de cabecera nada menos que las Memorias de un amnésico de Erik Satie, puede perfectamente enfrentarse a “los colores podridos de Dios, de la Patria, de la Causa”, pero además, en el tercer capítulo, evoca a todos sus amigos de los años juveniles surrealistas, como Jean de Sade y Mimi del Choc, Robert ben Carrol, Marie Rueda de Oro, Jorge Barón del Caos, André del Chotacabras, Benjamín del Fuego Sublime, etc.  Todo una “banda” fantomática que se podría hospedar en el Hotel de la Poesía, donde solo reina “la poesía de contrabando”, para Silbermann “la única hoy en día que no está adulterada”.

“La desobediencia es mi oficio.”

“Cuando duermo, mi corazón vela.”

sábado, 11 de diciembre de 2021

Una obra excepcional de Richard Waara


Esta admirable obra de Richard Waara, a quien conocíamos sobre todo por sus magníficos collages y su bella labor editorial, se titula El nido y fue realizada en 2021. Calavera de cuervo de bronce, cola de caballo rubia blanquecina, geodas de Madagascar y variedad de joyas metálicas, cuyos detalles pueden admirarse en la carpeta que damos. ¡Un maravilloso regalo que le hubiera hecho Fantomas a Lady Beltham!

martes, 7 de diciembre de 2021

Un libro antológico sobre el surrealismo en los Países Bajos


Este libro de casi 200 páginas y con muchas reproducciones, ofrece mucho más de lo que a primera vista promete. En efecto, es todo un viaje por la aventura surrealista en tierras neerlandesas, motivado por la incorporación al Museo Boijsman van Beuningen, ya de por sí rico en obras surrealistas, de una serie de cuadros, dibujos y libros obtenidos a lo largo de su vida común por Laurens y Frida Vancrevel.

Laurens narra cómo se fue creando su colección (del modo más legítimo, o sea sin nada de cálculo comercial) y se detiene en aquellos que considera fueron sus guías en el surrealismo: Jack van der Meulen, Édouard Jaguer y Mário Cesariny (los dos últimos, por añadidura, dos buenos amigos míos).

Su fino trabajo no sorprende, ya que no se espera otra cosa de él, pero sí el de Saskia van Kampen-Prein, lleno de sensibilidad y comprensión, con verdadera documentación sobre lo que habla y comentando iluminadoramente cada una de las obras reproducidas, ya que no solo se encarga de la introducción sino del catálogo. En este, las figuras individualizadas son Theo van Baaren, el belga Jacques Lacomblez, Willem van Leusden, Rik Lina, J. H. Moesman, Jaap Mooy, Jörg Remé, Jan Schlechter Duvall, Kristians Tonny, Her de Vries y Philip West (este último por ser uno de los participantes en la exposición de Amsterdam en 1977). Las semblanzas de Tonny y Schlechter Duvall son soberbias.

Esta es una de las grandes publicaciones sobre el surrealismo aparecidas a lo largo de este año próximo ya a la defunción.

Willem van Leusden, Alquimia de la pasión

martes, 23 de noviembre de 2021

Witold Gombrowicz, por Georges Sebbag

El mentalista indomable

Gombrowicz mentaliste es el título de este excelente ensayo de Georges Sebbag, en que se aborda la figura y la obra de uno de los grandes escritores y espíritus del siglo XX.

En 1968, dentro del número 3 de L’Archibras (el de la portada con el teléfono Black Power), se publicaba una entrevista de Sebbag a Gombrowicz seguida de su artículo “La razón errante”, en que reseñaba su última novela, Cosmos, aparecida un año antes. Pero es que ya Sebbag había publicado en 1966, cuando era aún estudiante de filosofía, en Critique, la revista fundada por Georges Bataille, una recensión de sus obras publicadas en lengua francesa. Este interés por Gombrowicz ha tenido continuidad y se remata ahora, cincuenta y cuatro años después, con este libro que hubiera sin duda agradado a Gombrowicz, ya que a la vez que lúcido está por completo exento de esa pedantería que el escritor polaco detestaba.

Lástima que no llegara a buen puerto el proyecto de adaptación cinematográfica de Ferdydurke, evocado por Éric Losfeld en sus memorias. Dirigida por Sebbag, iba a contar como actores estelares con Mimi Parent, Alain Joubert y el propio Losfeld, quien estaba convencido de que aquel iba a ser para él el inicio de una gran carrera cinematográfica...

El repaso a las ideas motores de Gombrowicz se funde con un estudio de cada una de sus novelas, que fueron todas memorables. Como Georges Sebbag es un hombre del surrealismo, y uno de sus mejores estudiosos en el último medio siglo, no deja nunca de señalar las coincidencias de su escritor con este movimientoo, nunca traídas por los pelos. En varias ocasiones, Gombrowicz, que era un admirador de Lautréamont y de Jarry, celebró la pugna del surrealismo contra la Forma, y su interés por los fenómenos de azar objetivo no son desconocidos de cualquier lector de sus novelas. Pero además he aquí esta cita que yo he espigado en el repaso a algunas de sus páginas a que me ha convidado la lectura del libro de Georges Sebbag: “Todo lo que se refiere al sueño me fascina y me excita”. A lo largo de su indagación, Sebbag se apoya también en Roussel y en Trost.

He aquí un estudio que hace revivir al escritor de que se ocupa, lo cual es ave rara in terris. Pero es que además las obras de Gombrowicz han resistido muy bien el paso de los años y resultan hoy tan actuales como en el momento en que aparecieron. Georges Sebbag lo sabe y no deja de salpicar sus páginas de comentarios sobre la sociedad occidental que enlazan con otros libros suyos como Le masochisme quotidien, Le dégoût, le sans goût Le génie du troupeau o Le gâtisme volontaire, cuyos títulos ya son bastante orientativos y hasta no carecen de un cierto sabor gombrowiano.

En fin, la vuelta más esmerada y fértil a un escritor central y genuino, ahora que ya tenemos perspectiva para ver la de charlatanes que dio el siglo XX (no hablemos, por caridad, del presente).

gombrowicz mentaliste






*

Esta obra de Georges Sebbag me llevó a repasar las publicaciones que tengo de Gombrowicz. Curiosamente, no encuentro ni una sola de sus novelas, perdidas en la vorágine de los años (alguna por prestarla y un par de ellas porque las leí en Portugal, donde yo me desprendía de los libros una vez acabados, ya que el movimiento constante no me permitía conservarlos). Pero sí tengo su diario (páginas arrancadas, ya que también lo leí en Portugal), su testamento, la embestida genial al Dante, el intercambio de cartas con Dubuffet (quien se queda un par de escalones por debajo de su interlocutor), su curso de filosofía en seis horas y cuarto y la invectiva contra la poesía. Esta última se publicó en Portugal junto a El deshonor de los poetas de Peret: un volumen explosivo, aunque no tanto como el que reunía a Vaché y Cravan, al que me he referido en otra ocasión.

La imagen de Gombrowicz es la de un feroz individualista: en los tiempos que corren hubiera sido de los pocos en negarse a esa monserga fascista hoy ubicua del “bien común” (no otra cosa representa el fascio), en cuyo nombre todos están siempre prestos a sacrificar la libertad individual. Tanto como la pedantería, el “olor a universidad” (la universidad era para él una fábrica de cretinos), los especialistas, las generalizaciones, el objetivismo o la ciencia (cuyo desarrollo significaba para él la muerte y a la que declaró “eterna guerra”), como la patria, los periódicos o la retórica, Gombrowicz detestaba el oscurantista “nosotros”. Actualísima es también su afirmación de que “la mentira permanente nos corroe”, o la consideración de que Europa es “un desierto” (y más aún: “la muerte”). En sus mejores momentos, el tono de las invectivas solo hace pensar en otro implacable: Thomas Bernhard. Yo me he deleitado leyendo de nuevo su burla de Borges y de su literatura sobre la literatura (aunque Gombrowicz reconoce que detesta aún más a quienes rinden culto al pope bonaerense), o las del estructuralismo, el nouveau roman, la filosofía occidental (de la que solo libra a Schopenhauer por haber escapado a las taras del “intelectualismo” y de la debilitación de la sensibilidad), el existencialismo, el marxismo. No conocía o recordaba yo, en cambio, el análisis demoledor a que sometió a Mascolo, un nombre conocido de los surrealistas, y es que Gombrowicz rechazaba con la misma fiereza tanto a los comunistas como a los católicos o a los chovinistas.

¡Qué espíritu tan saludablemente salvaje! Tuvo el valor de definir a la estupidez como “hermana gemela de la inteligencia” (y cómo olvidar su mejor apotegma “Cuanto más inteligente se es, más estúpido”). Y el día que visitó el Louvre lo describió como “uno de los lugares más estúpidos del mundo”. Ungaretti, cuando cayó en sus manos el magnífico panfleto contra Dante, escribió: “El libro de ese polaco sobre Dante es innoble. Es insensato e imbécil haber publicado una calumnia así. Yo lo he roto en mil pedazos y he enviado al diablo esa monstruosidad producida por un cretino”.

¿Quién tiene ya esa altura?  Autor, encima, de cinco novelas extraordinarias, Gombrowicz fue un maestro incomparable, cuya importancia capital Georges Sebbag nos ha vuelto a recordar de la mejor manera posible.

Blog en hibernación

Hoy se cumplen diez años de la apertura de este espacio dedicado al surrealismo. A la vista del espectáculo entristecedor, por no decir bochornoso, que viene dando el surrealismo, a lo que se suma el silencio en que están incurriendo algunos amigos (o que uno creía tales) de quienes antes recibía informaciones y de los que hoy me entero de lo que publican por otras vías, y como para mí no hay pasado si no hay presente, este blog entra en hibernación indefinida.

Lo que más me apena es no seguir divirtiéndome con estas antologías de imágenes, que de paso servían para joder la marrana:

última galería

giorgio agamben

miércoles, 17 de noviembre de 2021

Martin Stejskal / Zuzana Lazarová


Martin Stejskal, uno de los grandes nombres del surrealismo checo, expone en una galería de Praga, conjuntamente con Zuzana Lazarová.

*

La Galería Pstrossova 23, donde transcurre la exposición, advierte: “En relación con la situación epidémica, hay que observar las medidas de higiene y presentar un certificado de vacunación o una prueba negativa para covid-19”.

A estos extremos hemos llegado, por ahora (al principio era solo “un papelito para facilitar los viajes”), y este es la situación del surrealismo en noviembre de 2021. Por “medidas de higiene” se entiende lavarse las manos (de todo lo que está pasando) y llevar puesto un bozal (para ocultar aquello en que cada uno se ha convertido).

galería 34


*

Como vemos en las siguientes fotos, los surrealistas checos se lo pasaron pipa en la apertura de su exposición, tras haber presentado su certificado “sanitario”, que margina a cuatro millones y medio de sus compatriotas, aunque ellos demuestren ser buenos ciudadanos preocupados por el BIEN COMÚN. Con la misma preocupación y la misma alegría en el trabajo, otros surrealistas que se han pasado la vida ladrándole al capitalismo, y que a la hora de la verdad han demostrado no ser sino sus mascotas, presentan sus libros y sus revistas o participan en un “encuentro de amigos” provistos de las mascarillas “sanitarias” con que muestran plena obediencia aun a las medidas más estúpidas del Régimen. Y ahora mismo, cuando las sociedades occidentales se han convertido en sociedades fascistas de coartada sanitaria, la tribu surrealista se entretiene contestando bucólicamente a una encuesta sobre... surrealismo y arquitectura. Esto es el surrealismo en noviembre de 2021.





lunes, 15 de noviembre de 2021

“Dreamdew”, n. 28

Nada menos que 28 números lleva ya este precioso boletín onírico. Esta vez ilumina la figura de un artista popular mejicano y sus “alebrijes”, complementando los deliciosos sueños de Remedios Varo traducidos a la lengua de William Blake. Y no falta, por supuesto, la habitual sección de sueños.

pdf




domingo, 14 de noviembre de 2021

“Peculiar Mormyrid” y la reinvención del Viaje


Este es uno de los mejores números de la revista Peculiar Mormyrid, con infinidad de colaboraciones repartidas a lo largo de unas 250 páginas, y sin que ninguna de las verbales se convierta en el típico tostón habitual en otras. Con el reciente número de Alcheringa (Grupo Surrealista de París), brinda una óptima oportunidad de acceder a las fuerzas del surrealismo actual, fértil en indagaciones, propuestas e inventiva.

El volumen se estructura muy bien, en catorce secciones. Con abundantes ilustraciones a todo color, es un placer hojearlo, a distancia brutal de la edición digital (a ver si se les mete en la cabeza a todos que un libro o revista-libro sencillamente no existe).

En las “Preparaciones para el viaje”, Mattias Forshage pasa revista erudita a los viajeros sistemáticos, esporádicos o accidentales del surrealismo: Cramer, Viot, Mary Low, Artaud, Breton, Péret, Benoît, los emigrantes a América, Granell, Tarnaud, Ted Joans, Rik Lina... De Ted Joans no me consta para nada que trabajara en una empresa aérea ni sin duda puso nunca un “selfie”, y no conocer los viajes de Rik Lina no da permiso para cuestionarlos (en su casa de Amsterdam pueden admirarse sus cincuenta cuadernos de dibujos realizados a lo largo de sus dilatados viajes por el mundo). Pero sea como sea, el viaje surrealista queda a años luz del viaje romántico, y no ofrece nada que se pueda comparar ni remotamente al Voyage à Orient de Gérard de Nerval.

Sigue un cuestionario con respuestas del propio Forshage, Jason Abdelhadi, Michèle Bachelet, Steven Cline, Joël Gayraud, Stuart Inman, Juan Carlos Otaño y Christopher K Starr. Hay aquí observaciones muy interesantes y las preguntas están bien planteadas.

Sasha Vlad, movilomanía

La caja de sorpresas sigue con una soberbia colaboración de J. Karl Bogartte, la “movilomanía” de Sasha Vlad (dibujos realizados con el movimiento del autobús en que se viaja), un juego itinerante de The House of Mysticum, una muy fina comunicación de Antonella Gandini y otra de Janice Hathaway (con un divertido poema para acompañar las demostraciones de su viaje fotográfico en la propia casa), los encuentros por Jason Abdelhadi de unos naipes (entre ellos el del Barco Ebrio) dispersos por los alrededores del “Grotesque Nameless Monument” y un breve ensayo de Anthony Redmond que se cierra con unos versos del inmortal Hellhound on my Trail de Robert Johnson.

Es el momento de surgir una diatriba de lo más feroz contra el turismo y el “sistemático desencanto” del mundo llevado a cabo en estas últimas décadas hasta el último rincón del planeta. Todos los párrafos de esa página 89 los marqué con asteriscos e ídem toda la siguiente en general, hasta encontrarme al final con que Massimo Borguese nombra mis viajes portugueses, recorrido el rectángulo rebelde “a la manera de un rabdomante”. Nada puede halagarme y alegrarme más que un piropo a Lusitania fantasma y sus fotografías correspondientes: mis incontables vagabundeos, siempre solitarios y abismados, por la tierra portuguesa, creo que pueden ser un ejemplo de abolición de la contradicción entre viaje interior y viaje exterior, aparte haber sido fuente de la mayor parte de los poemas y relatos que he escrito en los últimos 34 años.

Esta implacable diatriba contra el turismo debe ser ubicada con todos los honores junto al “Manifiesto anti-turístico” de Joaquim Palminha Silva, publicado en el número 73-74 de la revista libertaria portuguesa A Ideia. Aquí antecede a otro de los momentos fuertes de la revista: “Reinventando el espacio (Memorias del agua)”, en que seis maravillosas pinturas de Izabella Ortiz inspiran un texto de Mattias Forshage magnífico como todos los suyos.

Izabella Ortiz, pintura

Los mormíridos elaboran luego unas estupendas tablas sobre los modos de transporte (en forma de encuesta), los viajeros estáticos, los grandes viajeros pre-surrealistas y los juegos surrealistas itinerantes, con sus lugares de celebración. Es otro de los puntos altos de este número, ya que el texto de Jason Abdelhadi cala bastante hondo y se enriquece con un apéndice curiosísimo en que intervienen el dibujante de cómic Rodolphe Töpffer, los circos que recorrían América, un misterioso hombre provisto de un yelmo que le impedía ver y que pretendía recorrer el mundo en 1908 tan solo con un carrito, con la finalidad de encontrar novia, un actor elizabethiano que viajaba danzando, el propio Charles Fourier y los viajes de la Armonía, etc.

Sasha Vlad y Dan Stanciu nos deleitan con seis nuevos capítulos de uno de los libros surrealistas más memorables de los dos últimos decenios: The Parasite of the Azure; he aquí uno de ellos:

Dan Stanciu/Sasha Vlad,
Le parasite de l'azur

En fin, para no ser prolijos (y de nuevo cada lector encontrará sus preferencias), resumiré destacando la sección centrada en el sueño; la dedicada a las islas, los archipiélagos y el surrealismo, en que, aparte la intervención preceptiva del Inner Island Group y el relato verdaderamente excepcional de un viaje  a Sirenusa por el grupo La Sirena (con un estupendo poema colectivo), la introducción nos recuerda la experiencia surrealista de 2017 en la isla de Wight (The archaeology of hope) y nos remite a un documento del grupo surrealista de Estocolmo (We see the sea); el guion de una película por Steven Cline; y un recorrido que consta en los Ghost Paper Archives. Más textos e imágenes hay de Bruno Jacobs, Paul McRandle, Javier Gálvez, Kathleen Fox, David Coulter, Doug Campbell, Vittoria Lion, Erik Vole, Hazel Cline, Guy Girard, Joël Gayraud, Tony Roehrig, Philip Kane, Abegalia, Benedict Keaney, Eugenio Castro, Wade German, Nicholas Alexander Hayes, Aaron Dylan Kearns, etc. Nada hay aquí de relleno ni nada que nos aleje del surrealismo.

Por descontado, cuando se La nombra, nadie habla sin respeto y devoción de la “Pandemia”, aunque Stuart Inmann cita el último libro de Giorgio Agamben (Where are we now?), uno de los pocos pensadores europeos que ha desenmascarado ese nuevo disfraz de Elohim. Por otra parte, hallo insidioso que uno de los colaboradores (carece de importancia cuál) insinúe que viajar sea “una necesidad humana para todos” (nunca me ha gustado eso de “todos”). Poco antes de la aparición del neoElohim, el presidente de España, un deficiente mental (y criminal) dijo, quedándose tan pancho, que el turismo “está inscrito en el ADN humano”, pero yo conocí en las tierras portuguesas de Miranda y Carrazeda seres sublimes (y para mí envidiables), hoy ya en la Tierra de la Verdad, que no salieron jamás de su aldea y de su entorno (lo cual sin duda nunca los acomplejó), por no hablar de los “viajeros sésiles” enumerados en una de las tablas de los mormíridos a que más atrás me refería.

Con diez espléndidos números en su haber, Peculiar Mormyrid expresa un surrealismo vivo y sin concesiones, ya con seis años en el candelero.

pm 10

Doug Campbell, Tormenta sobre Sirenusa, con el castillo de Praga

“There ain’t no such animal”

Haciendo la reseña del número 10 de Peculiar Mormyrid, tomo conocimiento de otro texto polémico, en el blog del grupo, sobre las “componendas” en el surrealismo:

no hay tal animal

sábado, 13 de noviembre de 2021

Cahiers Benjamin Péret n. 10

Jean-Jacques Lebel,
Benjamin Péret abriendo la oreja para escuchar el canto de un pájaro, 1958

Acaba de publicarse el décimo número de los Cahiers Benjamin Péret.

El principal dosier se dedica a las traducciones de Péret a otras lenguas (portuguesa, española, italiana, alemana, inglesa, etc.) y está lleno de curiosidades, no las menores la que ofrece una traductora al persa y las de Samuel Beckett reveladas por Gérard Durozoi. Los otros dosieres se dedican a David Gascoyne y J. H. Matthews, que supieron divulgar a Péret.

La sección de correspondencia da a conocer unas cartas a Westphalen, en que Péret pide ayuda al poeta peruano para su antología de cuentos y leyendas tradicionales.

Los estudios son tres, todos muy interesantes. Jacques Demarcq se ocupa de la antología de poesía surrealista que elaboró Péret y Arturo Schwarz publicó en Milán en 1959. Gérard Durozoi nos descubre las sorprendentes ediciones Kickshaws del tipógrafo John Crombie y Sheila Bourne, que contaron con poemas de Péret. Y Manon Julian ilumina la figura brasileña de Pagu (Patrícia Galvão), que conocemos gracias a Sergio Lima.

En los documentos encontramos al Péret traductor, en este caso del poeta peruano Augusto Lunel, y Hervé Girardin, Gérard Durozoi y Richard Walter homenajean a Jean- Michel Goutier, fallecido hace un año.

Las “Actualidades” recuerdan a Simone Debout, Her de Vries, Bernard Noël y Michel Zimbacca y proceden al habitual registro reseñístico. Es obligatorio señalar aquí la publicación de una muy importante monografía sobre Pieyre de Mandiargues:

visions de mandiargues

Hay reseñas también de Hiémale de Jacques Lacomblez, el primer tomo de los cuentos de Leonora Carrington en traducción francesa,  la monografía de Humphrey Jennings por Michel Remy y Neil Coombs, Les Sans-Culottides de Guy Girard, las cartas de André a Simone Breton, Na zona tórrida do Brasil de Péret en 100/Cabeças, etc.  (En la reseña de esta última se habla de “la calamitosa situación política y sanitaria que reina en Brasil”: por lo visto en Francia se vive en una armonía política y sanitaria digna de Fourier o de Jauja.)

Se cierra este número con un índice de los diez ya publicados. Como siempre, esmero de diseño y felices ilustraciones, de Jean-Jacques Lebel, de Jean-Claude Silbermann, de Guy Roussille, de Aube Breton, de Gilles Ghez, de Alex Januário.

cahier 10

Nuevo libro sobre Cravan

Rémy Ricordeau, autor del excelente film sobre Benjamin Péret en la colección Phares, ha publicado un libro de unas 250 páginas sobre Arthur Cravan, con posfacio de Annie Le Brun:

la terreur des fauves

viernes, 12 de noviembre de 2021

Breton y Oceanía

Natan Schäfer traduce al portugués y dedica palabras (que son ahora mismo de lo más valioso que nos viene del surrealismo) al maravilloso texto con que André Breton presentaba en 1948 una exposición de arte oceánico en París:

oceanía

Uli

Pour sûr tu es un grand dieu / Je t’ai vu de mes yeux comme nul autre / Tu es encore couvert de terre et de sang tu viens de créer / Tu es un vieux paysan qui ne sait rien / Pour te remettre tu as mangé comme un cochon / Tu es couvert de taches d’homme / On voit que tu t’en es fourré jusqu’aux oreilles / Tu n’entends plus / Tu nous reluques d’un fond de coquillage / Ta création te dit haut les mains et tu menaces encore / Tu fais peur tu émerveilles

(Estatuilla de Uli, con el poema de André Breton.)

Uli, en el estudio de André Breton

jueves, 11 de noviembre de 2021

Una respuesta de Guy Girard

Publicamos esta respuesta de Guy Girard a la reciente comunicación de Bruno Jacobs, aunque a partir de esta discusión volveré a la norma de este blog, que era no dar la palabra a voces ajenas.

(Por lo que a mí respecta, en estos momentos en que los Estados, convertidos a un totalitarismo de coartada sanitaria, cancelan las libertades cívicas y acosan y persiguen de manera criminal a amplios sectores de la población, y en que las élites financieras saquean a las clases populares y medias, todas estas cuestiones, aun coincidiendo en la conveniencia de preservar la radicalidad y ausencia de componendas del surrealismo, me resultan completamente inanes. Máximo cuando el surrealismo, por omisión o incluso concordancia plena con la mentira oficial –hay hasta surrealistas “históricos” que en su facebook se permiten burlarse de quienes no reciben el pinchazo que exige el Régimen y que de paso los convierte en productos patentados–, no parece sino apoyar este estado de cosas, como ya señalé recientemente.)


Conferencia de David Nadeau

 Nouveaux concepts en sciences humaines et sociales

À L’UNIVERSITÉ LAVAL

29-31 OCTOBRE 2021 

- David Nadeau, « La civilisation surréaliste », 30 octobre 2021

L’histoire du surréalisme, un mouvement généralement considéré comme dissout par l’historiographie post-moderne, a récemment été réévaluée par les historiens de l’art Steven Harris et Miguel Pérez Corrales. Les travaux de ces chercheurs tendent à démontrer une continuité prolifique de ce mouvement depuis les crises majeures qui l’ont agité dans les années quarante et à la fin des années soixante. En effet, le surréalisme n'a jamais cessé d'associer la transformation révolutionnaire de la société, l'expérience intérieure et la découverte artistique. Son programme est celui de la création d'un nouveau mythe, lequel ne se fixe pas de manière dogmatique dans une forme définitive. L'histoire de l'activité surréaliste forme peut-être elle-même le mythe de la quête, toujours recommencée, d'un nouveau mythe. Publié en 1976 sous la direction du poète Vincent Bounoure, l’ouvrage collectif La civilisation surréaliste marque le début de la période actuelle de l’activité de ce mouvement. Le mythe de la civilisation surréaliste, que l’auteur est le premier spécialiste à mettre de l’avant pour définir la portée de l'activité collective surréaliste de la période récente, est l’expression d’un désir utopique; celui de la résolution des contradictions de la civilisation actuelle par des forces créatrices et révolutionnaires. Autrement dit; la transformation sociale est nécessaire, afin d’abolir le capitalisme et l’État, mais elle doit s’accompagner d’une révolution d’ordre moral et poétique. Par exemple, l’auteur présentera la Sadean-Fourierist Tendency, une société secrète imaginaire créée en 2013 par l’artiste états-unien Craig S Wilson, et qui associe la critique du misérabilisme au projet libertaire de réorientation des relations humaines et de réinvention de soi. Il brossera le portrait d’un groupe d’ésotéristes et de créateurs qui ont été affiliés, dans les années soixante, à la loge maçonnique Thébah et qui ont contribué de manière singulière à une redéfinition surréaliste du rapport au sacré.

la civilización surrealista