El volumen se estructura muy
bien, en catorce secciones. Con abundantes ilustraciones a todo color, es un
placer hojearlo, a distancia brutal de la edición digital (a ver si se les mete
en la cabeza a todos que un libro o revista-libro sencillamente no existe).
En las “Preparaciones para el
viaje”, Mattias Forshage pasa revista erudita a los viajeros sistemáticos,
esporádicos o accidentales del surrealismo: Cramer, Viot, Mary Low, Artaud,
Breton, Péret, Benoît, los emigrantes a América, Granell, Tarnaud, Ted Joans,
Rik Lina... De Ted Joans no me consta para nada que trabajara en una empresa
aérea ni sin duda puso nunca un “selfie”, y no conocer los viajes de Rik Lina
no da permiso para cuestionarlos (en su casa de Amsterdam pueden admirarse sus cincuenta cuadernos de dibujos
realizados a lo largo de sus dilatados viajes por el mundo). Pero sea como sea,
el viaje surrealista queda a años luz del viaje romántico, y no ofrece nada que
se pueda comparar ni remotamente al Voyage à Orient de Gérard de Nerval.
Sigue un cuestionario con
respuestas del propio Forshage, Jason Abdelhadi, Michèle Bachelet, Steven
Cline, Joël Gayraud, Stuart Inman, Juan Carlos Otaño y Christopher K Starr. Hay
aquí observaciones muy interesantes y las preguntas están bien planteadas.
Sasha Vlad, movilomanía |
Es el momento de surgir una
diatriba de lo más feroz contra el turismo y el “sistemático desencanto” del
mundo llevado a cabo en estas últimas décadas hasta el último rincón del
planeta. Todos los párrafos de esa página 89 los marqué con asteriscos e ídem
toda la siguiente en general, hasta encontrarme al final con que Massimo
Borguese nombra mis viajes portugueses, recorrido el rectángulo rebelde “a la
manera de un rabdomante”. Nada puede halagarme y alegrarme más que un piropo a Lusitania fantasma y sus fotografías correspondientes:
mis incontables vagabundeos, siempre solitarios y abismados, por la tierra
portuguesa, creo que pueden ser un ejemplo de abolición de la contradicción
entre viaje interior y viaje exterior, aparte haber sido fuente de la mayor
parte de los poemas y relatos que he escrito en los últimos 34 años.
Esta implacable diatriba contra
el turismo debe ser ubicada con todos los honores junto al “Manifiesto
anti-turístico” de Joaquim Palminha Silva, publicado en el número 73-74 de la
revista libertaria portuguesa A Ideia. Aquí antecede a otro de los momentos fuertes de la revista:
“Reinventando el espacio (Memorias del agua)”, en que seis maravillosas
pinturas de Izabella Ortiz inspiran un texto de Mattias Forshage magnífico como
todos los suyos.
Izabella Ortiz, pintura |
Sasha Vlad y Dan Stanciu nos
deleitan con seis nuevos capítulos de uno de los libros surrealistas más
memorables de los dos últimos decenios: The Parasite of the Azure; he aquí uno de ellos:
Dan Stanciu/Sasha Vlad, Le parasite de l'azur |
Por descontado, cuando se La nombra, nadie
habla sin respeto y devoción de la “Pandemia”, aunque Stuart Inmann cita el
último libro de Giorgio Agamben (Where are we now?), uno de los pocos pensadores europeos que ha desenmascarado ese nuevo
disfraz de Elohim. Por otra parte, hallo insidioso que uno de los colaboradores
(carece de importancia cuál) insinúe que viajar sea “una necesidad humana para
todos” (nunca me ha gustado eso de “todos”). Poco antes de la aparición del
neoElohim, el presidente de España, un deficiente mental (y criminal) dijo,
quedándose tan pancho, que el turismo “está inscrito en el ADN humano”, pero yo
conocí en las tierras portuguesas de Miranda y Carrazeda seres sublimes (y para
mí envidiables), hoy ya en la Tierra de la Verdad, que no salieron jamás de su
aldea y de su entorno (lo cual sin duda nunca los acomplejó), por no hablar de
los “viajeros sésiles” enumerados en una de las tablas de los mormíridos a que
más atrás me refería.
Con diez espléndidos números en su haber, Peculiar Mormyrid expresa un surrealismo vivo y
sin concesiones, ya con seis años en el candelero.
Doug Campbell, Tormenta sobre Sirenusa, con el castillo de Praga |