En 2014
reseñamos la recopilación de poesías de Philip Lamantia como un libro capital,
y hoy hay que decir que este tomo con sus escritos lo complementa de manera
imprescindible. De nuevo el trabajo de edición de Garrett Caples es perfecto,
como lo es la introducción, añadiéndose al final unas notas a cada uno de los
textos por Steven Fama, útiles y exactas.
Preserving
fire incluye los escritos más notables de
Lamantia, con abundancia de inéditos. Lo que más nos interesa son sus períodos
en el surrealismo: 1943-1946 y 1967 en adelante. En el 73, dirá que la etapa
intermedia fue como “una reacción contra el impacto del surrealismo”, y que la
llave la había recuperado en 1967.
La primera
etapa se abre con una carta inédita a Charles Henri Ford, que Caples considera
“el primer manifiesto surrealista en los Estados Unidos”. Tiene Lamantia ¡15
años! Ya célebre es su carta a Breton, publicada en el número 2 de VVV ,
donde hay otras intervenciones suyas, como la dirigida contra los jóvenes
poetas seniles, una plaga de los tiempos modernos, y quizás en especial de los
actuales. En 1945 colabora en Freedom Through Anarchism, revista
anarquista británica, y presenta su primera declaración de objetor de
conciencia, a la que sigue otra en 1949, declaraciones llenas de candor y a la
vez de energía en que se caracteriza como un enemigo del Estado.
En el período
siguiente destacan la Carta desde San Francisco, una magnífica
introducción a John Hoffman y otra de las mismas calidades sobre Guy Harloff,
donde comienza citando a Meyrink, Lovecraft, el Cosmopolita y Edgar Allan Poe,
lo que revela la semilla del surrealismo y la constante atracción por el
esoterismo. Son años de errancias viajeras y de inmersión en la cultura
psicodélica y en el movimiento beatnik, pero en los que además se acerca a las
grandes culturas nativas, participando en una ceremonia del peyote en 1954. Hay
aquí buenos textos inéditos.
Las “Notas
para una poética de lo Maravilloso”, también publicadas por primera vez,
anuncian su regreso al surrealismo, que ya es pleno en el “Testamento de la voz
interior”. En los textos de los años 70, Lamantia afirma el surrealismo como
manera de vivir y la poesía como instrumento de conocimiento y de libertad, lo
contrario de “la monstruosidad de Ezra Pound y sus despreciables émulos”. Con
Pound será especialmente implacable, rechazando la visión corriente, que se
separa el personaje de la obra.
En estos años
de surrealismo absoluto, Lamantia conecta con el grupo de Chicago, publicando
ya en el número 2 de Arsenal. Considera Garret Caples que Lamantia, con
su categoría inmensa de poeta y su mayor libertad de un anarquismo incendiado
por la vida, fue el contrapeso al enfoque doctrinal de Franklin Rosemont. De
1974 es uno de sus escritos maestros, “El crimen de la poesía”, para la sección
surrealista de la City Lights Anthology de Ferlinghetti. Pero aún
superior es “Poetic matters”, ensayo soberbio que aparece en el número
siguiente de Arsenal y que incluye el triunfo de las Sirenas sobre las
Musas que tanto hubiera gustado a ese espíritu soberanamente anticlásico que
fue André Breton (y ya en el juego de Marsella las Reinas habían dejado su trono a las Sirenas).
Se suceden en
estos años pequeñas pero intensas notas sobre Alice Farley, Gerome Kamrowski,
Marie Wilson y Clark Ashton Smith, la de este último inédita e incorporándolo
al surrealismo bajo la bandera del humor negro. De 1979 es el fantástico ensayo
“Radio voices”, de soberbio final, que es una pena no lleve las ilustraciones
con que apareció en Surrealism and its popular accomplices, y de 1981
“El futuro del surrealismo, redactado con Nancy Joyce Peters, y del que hemos
de aportar la nota erudita de que fue traducido cinco años después en el n. 3-4
de la revista surrealista Ojo de Aguijón, que llevaba en París el
chileno Miguel Flores-Eloz:
El último
escrito memorable de Lamantia es la Carta de Egipto, inédita, donde se
plasma su discipulazgo de Schwaller de Lubicz a lo largo de más de un cuarto de
siglo. ¿Y después? Lamantia no solo, tras una nueva fase depresiva, vuelve de
nuevo al misticismo católico, sino que hasta diserta sobre la conciliación de
catolicismo y surrealismo... Una despedida y cierre disparatada, sin duda, pero
muchos otros que han tenido más “coherencia” ni remotamente han dejado un
legado tan apasionado y apasionante como el suyo. En lo esencial y a pesar de
todo, Lamantia es un capítulo esencial del anarquismo surrealista y de la más
ardiente y viva poesía del surrealismo.
preserving fire