Javier Gálvez acaba de publicar
una reedición de Elíptica, en que añade a los cuatro textos poéticos uno
nuevo, y le pone título a todos, revelándose que acompañan a sendas cajas:
“Caja para guardar las formas del amor”, “Caja para guardar las formas del
placer”, “Caja para guardar al gran hermafrodita”, “Caja para guardar las
formas de la concupiscencia” y “Caja para guardar los sueños iracundos”. La foto
que la acompaña también es nueva, pero se mantiene la palabra Eros debajo de
las páginas desplegables, así como al final el lema “¡Abajo el trabajo!”.
“Y guerra al trabajo”, proclamaba
La Révolution Surréaliste en 1925. Javier Gálvez repite en algunas de
sus ediciones la consigna “¡Abajo el trabajo!”, mostrando, como ha ocurrido con
la revalidación de À la niche les glapisseurs de dieu!, la continuidad
esencial del surrealismo. A otros corresponde ensalzarlo, incluidos los grupos
de pensamiento radical, que ahora, al menos en España, vemos afanados en
ponerle cortapisas a la libertad, apoyándose en aquel pobre Camus o en quien les
venga bien. Desde que tengo lo que se llama “uso de razón” no veo en el
espantoso mundo que me rodea sino un espantoso entramado de espantosas normas,
leyes, cortapisas, limitaciones, prohibiciones, etc., etc., y resulta que
aquellos que buscan una alternativa válida a ese mundo lo primero que hacen es
hablarme de los límites que ha de tener la libertad en ese nuevo mundo (donde
no pocos de ellos, por lo demás, se reservan los puestos de dirección) y de la
necesidad de “ser realistas”.
Pero recordemos siempre a Charles
Fourier, o estas bellas palabras de Gérard Legrand:
“Si quiero verdaderamente resumir lo que me llevó al surrealismo,
evoco esto: el deseo de una moral que no comenzase por negar esa libertad que
en la ebriedad de mi adolescencia yo compartía tan solo con los animales de los
bosques y de los campos”.
Y algunas citas de la entrada
“Trabajo” en Cabina de barlovento, que debiera encabezar el “¡Abajo el
trabajo!” de las ediciones Ardemar y de las cajas de Javier Gálvez:
“Trabajo:
Uno de los procesos mediante los que A adquiere bienes para B”. Ambrose
Bierce
“Trabajo:
Todo lo que uno no tiene ganas de hacer”. Georges Henein
“Quiero
un trabajo que entre a las doce y salga a la una, con una hora para el almuerzo”.
Big Bill Broonzy
“–¿Es
que no trabaja usted en nada? –Yo no tengo tiempo para eso”. En la película
“La vida es así”.
“–Me
pareció un trabajo rentable, y se pasa mucho tiempo al aire libre”. Abby (Virginia
Mayo), en el western “Noche salvaje”, al alcaide que le pregunta por qué se ha
dedicado al bandidaje
“La democracia reparte a los hombres en
trabajadores y ociosos. Para los que no tienen tiempo de trabajar, no está
acondicionada”. Karl Kraus
“No
quiero ganarme la vida, ya la tengo”. Boris Vian
“Obtengo
más sustento de las marismas que rodean mi pueblo natal que de los jardines
cultivados en su interior. ¡Cuán vanos, pues, en lo que a mí respecta, han sido
todos vuestros trabajos, ciudadanos!” Henry David Thoreau
“El trabajo es el mejor medio de escamotearnos la
vida”. Gustave Flaubert
“Apenas
salido de la infancia, e incluso un poco antes, había puesto en práctica sus
teorías sobre el carácter despreciable del trabajo. Su divisa favorita era: «No
somos bueyes». Su programa: «No hacer nada y dejar que hablen». La
manifestación de esos bárbaros revolucionarios que reclamaban ocho horas de
trabajo al día le arrancó dulces sonrisas, y felicitó de todo corazón a todos
los guardianes de la paz (sic) que apalearon a esos formidables idiotas”. Alphonse
Allais
“La
gente que no para de trabajar lo hace para no tener tiempo de acordarse de que
no tiene nada que hacer”. Francis Picabia
“La
aversión humana al trabajo es «natural», como toda experiencia humana confirma”.
Paul Garon
“De
nada sirve estar vivo, si hay que trabajar”. André Breton
“Tengo
tal necesidad de tiempo para no hacer nada, que no me queda suficiente para
trabajar”. Pierre Reverdy
“–El
trabajo es una maldición, Saturno. ¡Abajo el trabajo que se hace para ganarse
la vida! Ese trabajo no dignifica, como dicen, no sirve más que para llenarles
la panza a los cerdos que nos explotan. Por el contrario, el trabajo que se
hace por gusto, por vocación, ennoblece al hombre. Todo el mundo tendría que
poder trabajar así. Mírame a mí: yo no trabajo. Y, ya lo ves, vivo, vivo mal,
pero vivo sin trabajar”. Don Lope, en “Tristana”, de Luis Buñuel
“El
trabajo de los hombres oscurece la Tierra”. Malagrida
“El
derecho al trabajo es el derecho a continuar siendo siempre un esclavo
asalariado, un hombre de labor, gobernado y explotado por los burgueses del
mañana”. Kropotkin
“Para
todo hombre sensible, el trabajo es una infamia”. Maurice Blanchard
“Cuando
te entren ganas de trabajar, descansa hasta que se te pasen”.