martes, 28 de febrero de 2023

Homenajes a Marcel Duchamp (2)

Ted Joans, Please douche it again, 1977
 
Ted Joans, My thing is better than his thing,
1981-1991

Ted Joans, 1992

Philippe Collage, L'a-Joconde (L.R.S.K.P), 1983-1990

Paul Duchein, Le calendrier perpétuel, 1984

Paul Duchein, Machine célibataire, 1988

Pol Bury, Nu assis dans un escalier,
1989

Jiri Kolar, Discussion de Mr. Duchamp
avec Mr. Brancusi à l'outre-tombe de
Mlle. Rivière et Mr. Malévitch
, 1990

Jiri Kolar, DUCHAMP, 1991

Dreamdew, n. 6, 2016

pierre d. la, Galería de personajes, 2020

domingo, 26 de febrero de 2023

Homenajes a Marcel Duchamp (1)

Los homenajes de todo tipo que se han dedicado a Marcel Duchamp son incontables, pero yo he seleccionado 21 entre los que pertenecen a figuras del surrealismo y sus alrededores.

En 1971 se publicaba un homenaje colectivo cuyas imágenes pueden verse en el siguiente enlace.

En 1991, la galería 1900-2000, tan importante para el surrealismo, y que se origina en 1972, cuando Man Ray animó al gran Marcel Fleiss a abrir un espacio dedicado al arte fuera de las modas y que tuvo en 40 rayografías suyas su entrada en fuego, dedicó una exposición a piezas inspiradas en los clásicos de Duchamp. Aún puede obtenerse directamente el catálogo, así como muchos verdaderamente estupendos de esta galería modélica. En el que nos concierne, hay unas 150 obras y las introducciones son espléndidas, por Édouard Jaguer y Jean-Jacques Lebel; las hubiéramos reproducido aquí si el catálogo fuera a estas alturas difícil de obtener.

Parte de las imágenes que ponemos vienen de ese catálogo, pero otras, y de las más significativas, como las de Gaston Puel (que acompaño de su descripción en uno de los catálogos de subasta de Claude Oterello), Roberto Matta, Wolfgang Paalen, Eugenio Granell, Hans Bellmer, Isabelle Waldberg, Jean Terrossian o Maurice Henry, no. Las ordenamos más o menos cronológicamente.

Roberto Matta, Los solteros veinte años después, 1937

Jacques Hérold, Objet votif à Marcel Duchamp, 1947



Wolfgang Paalen, La clef Duchamp, 1950

E.F. Granell, El rey y la reina buscan a Marcel Duchamp, 1957

Hans Bellmer, Retrato de Marcel Duchamp, 1959

Jiri Kolar, Retrato de Marcel Duchamp, 1959

Jiri Kolar, Tablero de dibujo de Marcel D., 1961

Isabelle Waldberg, 
Portrait abstrait de Marcel Duchamp, 1960

Isabelle Waldberg, Marcel Duchamp, 1958-1978

Henri Ginet, Le voyage de noce en Colchide, 1969

Maurice Henry, Hommage à Marcel Duchamp, 1965

Jean Terrossian, Duchamp libre,1974

Jean-François Bory,
Bonjour, Mr. Duchamp, 1976

Marcel Mariën, After Duchamp et entre-temps, 1978

Dream Helmet, n. 1, 1978

Marcel Duchamp (1887-1968). Figura mítica del arte del siglo XX, Marcel Duchamp fue otro amigo de los surrealistas, al modo de Picabia y Arp, ya que tenía en común con ellos ser mayor que los jóvenes que crearon el surrealismo. De hecho, Duchamp se forja en el post-impresionismo y en el cubismo y pasa por el futurismo y el dadaísmo, movimiento este al cual se lo asocia tanto como al surrealismo. Es, ante todo, una figura única, sin paralelos, inventor del “ready-made” y autor de dos de las obras más enigmáticas y trascendentes del siglo: el Grand verre y Étant donnés. Su influencia ha sido enorme, aunque ello dio lugar a un torrente devastador de arte (o “anti-arte”) pretencioso, hueco e insufrible; Marcel Mariën consideraba su posteridad “absurda y consternadora”, y puede acusársele, bajo la fachada de la indiferencia, de haberse museificado a sí mismo en su mausoleo del Museo de Filadelfia, convertido como estaba en el autoconservador de los mínimos vestigios de su “obra”, en vez de haberse desinteresado de la perennidad o del destino de sus “invenciones” e “intervenciones”.
Al igual que Crevel, Duchamp se orienta al fundador del surrealismo en la bifurcación Tzara-Breton. Corre el año 1922 cuando la revista Littérature publica en su n. 5 un texto de su alter-ego Rrose Sélavy y el primer ensayo crítico importante sobre su obra. Autor: André Breton, quien ya aquí lo encumbró definitivamente, debiendo decirse que durante muchísimo tiempo solo Breton y los surrealistas se tomaron en serio a Duchamp, y hasta habría que especificar que los surrealistas de París, ya que hay un bastante indicativo silencio de los tan “inteligentes” surrealistas belgas en torno a él. Al año siguiente, Duchamp “inacaba” su Verre, pero habrá que esperar a 1934 para que, en el n. 6 de Minotaure (cuya portada llevó uno de sus rotorrelieves, considerados por Alexandrian su primera obra “en un espíritu surrealista”, al apelar “a lo maravilloso”, y que en 1926 originaron su película Anémic cinéma), el propio Breton publique el primer ensayo sobre esta obra insoslayable, ensayo que es la base de todos los demás: “Phare de la marié” (poco antes, Breton, en el n. 5 de Le Surréalisme au service de la Révolution, había publicado extractos de La Boîte verte, con sus notas sobre la obra). La admiración de Breton hacia Duchamp era recíproca, afirmando Duchamp en una ocasión: “Breton es un hombre de mi mismo orden, hay una comunidad de visión que compartimos”.
Tras participar en las exposiciones de Tenerife y Londres, y en la de objetos surrealistas de la galería Ratton, Duchamp se convierte en el hombre de confianza de los surrealistas a la hora de preparar sus grandes exposiciones, en particular las de 1938, 1942 (en Nueva York), 1947 y 1959, y no preparó también la de 1965 por el desliz de haber invitado por su cuenta y riesgo al inaceptable Dalí (de quien era un gran apreciador), cuando organizó con Breton la exposición neoyorquina de 1960. En la del 38 fue “generador-árbitro”, ideando el techo con los mil doscientos sacos de carbón colgados sobre un brasero, el horno eléctrico en el que se tostaban granos de café brasileño, los porta-revólveres para colgar los dibujos y la calle de Todos los Diablos, y encargándose de uno de los maniquíes callejeros. En la neoyorquina (“First papers”), organizada por él y Breton, urdió su carácter laberíntico (con un kilómetro y medio de cuerda, que obstaculizaba el acceso a las obras), diseñó la cubierta del catálogo (en portada la foto de unas perforaciones dejadas por cinco disparos que realizó sobre el muro de la casa de campo de Kurt Seligmann y en la contraportada el título sobre fondo de queso gruyere) e ideó los “retratos-compensación” de los exponentes, tomados del stock de fotomatones de un fotógrafo de barrio, que los estaba vendiendo en saldo; Duchamp formó parte en Nueva York, además, del consejo de la revista VVV, con Breton y Max Ernst, realizando la portada del número 2-3 (Breton, además, presentó el número Duchamp de la revista View). En la exposición del 47, vuelve a ser decisivo, además exponiendo su Rayo verde y ejecutando el altar de “El controlador de la gravedad”, aparte de nuevamente encargarse de la cubierta del catálogo, en portada un seno de caucho y en contraportada la frase “Prière de toucher”. La de “Éros” señalaba ya desde la primera página de su catálogo que estaba dirigida por André Breton y Marcel Duchamp, con su autorretrato dibujado-esculpido como primera ilustración. En 1952, Breton afirmaba en Entretiens: “Duchamp siempre disfrutó por parte de los surrealistas, y de mí en particular, de un prestigio único, tanto por el genio que testimoniaban todas sus intervenciones en el plano artístico y del anti-arte como por su liberación ejemplar de toda la servidumbre y miserias que son el tributo de las actividades artísticas propiamente dichas”.
Merece anotarse también la realización de la puerta de cristal con la silueta de una pareja que hizo para la Galería Gradiva, abierta por Breton en 1937, así como, en 1945, el montaje, con Enrico Donati, de los dos escaparates de la librería Brentano con motivo de la aparición de Arcane 17 y de Le surréalisme et la peinture, montaje que provocó las iras de la Sociedad para la Supresión del Vicio y de la puritana Liga de Mujeres, siempre al acecho censor en el país del dólar, en una acción adelanto de las agresiones al surrealismo que emprendería el feminismo universitario pocas décadas después.
En 1955, el primer número de la revista Médium daba a conocer la puerta de Marcel Duchamp, a la vez abierta y cerrada, en dos dibujos que acompañaban el juego del “Ouvrez-vous?”, y un año después Duchamp confeccionaba la portada del primer número de Le Surréalisme, même, valiéndose de la fotografía de la moldura Hoja de viña femenina, una de las piezas que preparaban Étant donnés, la obra en que trabajó de 1946 a 1966 cuando se pensaba que había dejado toda actividad artística.
En las Conversaciones con Marcel Duchamp de Pierre Cabanne (1967, traducidas en el 72 al español, un libro de lectura obligatoria varias veces en la vida), Duchamp explica así su “posición con respecto a la pintura surrealista”: “Muy buena. Pero nunca me gustó su forma de adherirse a lo que existía, o sea, la abstracción. No me refiero a los primeros pintores, como Max Ernst, Magritte o Dalí; hablo de los seguidores, los de 1940. Se trataba ya de un viejo surrealismo... En el fondo el surrealismo sobrevivió porque no era una escuela pictórica. No es una escuela de arte visual como las demás. No es un ismo ordinario, porque este ismo va hasta la filosofía, la sociología, la literatura, etc.” A la pregunta (tonta) de cómo aceptaba una persona tan independiente el “enrolamiento” en el surrealismo, responde: “No se trataba de un enrolamiento, yo había sido sacado del mundo ordinario por los surrealistas. Me apreciaban mucho. Breton me apreciaba mucho; nos encontrábamos bien juntos. Tenían mucha confianza en las ideas que yo podía aportar, que no eran antisurrealistas, pero que no siempre eran, tampoco, surrealistas.” Estas entrevistas fueron realizadas en 1966, muy poco antes de morir Breton, mientras que al año siguiente decía, para liquidar equívocos: “Siempre he dicho que sentía hacia Breton un gran reconocimiento por su comprehensión en una época en que él era el único que me desvelaba a mí mismo. No repudio por tanto nada de lo que ha escrito sobre mí. El n. 1 de L’Archibras recoge su homenaje, respondiendo a la pregunta sobre lo que considera ser “lo esencial sobre Breton”: “No he conocido hombre con una mayor capacidad de amor, con un mayor poder de amar la grandeza de la vida, y no se comprenderá nada de sus odios si no se sabe que se trataba para él de proteger la calidad misma de su amor de la vida, de lo maravilloso de la vida. Breton amaba como un corazón late. Era el amante del amor en un mundo que cree en la prostitución. Ese es su signo.” Y con respecto al surrealismo: “Nunca me he asociado a la exploración en equipo de esas tierras desconocidas, a causa de una suerte de imposibilidad de carácter en cuanto a intercambiar lo más íntimo de mi ser con nadie. Y además, yo era quince años mayor que ellos. Pero ninguna de sus tentativas de traspasar las puertas del misterio me dejaba indiferente o me eran ajenas. El surrealismo fue una formidable aventura de la que los espíritus tranquilos solo retendrán sin duda el folklore insólito”. En la primera página del n. 6 de la misma revista, el grupo surrealista señalará su propia partida, con unas líneas de Jean Schuster.
La bibliografía duchampiana es magnífica: Breton, Alexandrian, Michel Carrouges (con cuyas interpretaciones extravagantes –algo que tanto divertía al artista– polemizó espléndidamente Jehan Mayoux en Bizarre, 1955, texto recogido en el tomo quinto de sus obras), Robert Lebel (que lo conoció bien), Octavio Paz, Alain Jouffroy, Jean Suquet (estudios capitales), Arturo Schwarz (con varios trabajos que culminan en L’œuvre complète de Marcel Duchamp, 2000), Jean-Christophe Bailly, Franklin Rosemont (“Marcel Duchamp y nuevas formas de oposición heterodoxa”, en el n. 4 de Arsenal). Libro de sumo interés es, pese a firmarlo Jean Clair, Duchamp et la photographie (1977). También son numerosos los homenajes creativos a su obra y a su figura, como el Objet votif à Marcel Duchamp de Jacques Hérold (1947), la pintura La clef Duchamp de Wolfgang Paalen (1950), la escultura en bronce de Isabelle Waldberg Portrait abstract de Marcel Duchamp (1960, a la que debe añadirse la cabeza en bronce sobre tablero de ajedrez, 1958-1978), la caja Adieu Léonard bonjour Marcel de Maurice Henry (1965) y el poema “To baîller or not to éternuer” de Ted Joans (1992). Muchos más hay en el catálogo de la galería 1900-2000 After Duchamp, publicado en 1991 con estudios de Édouard Jaguer y Jean-Jacques Lebel que hay que añadir a los antecitados.
Robert Lebel dijo una vez que Duchamp era inimaginable haciendo vidrieras de iglesias, lo que señala en efecto su diferencia con infinidad de artistas que pasaron por el surrealismo para acabar poniéndose al servicio de las instituciones, estatales o eclesiásticas, abominadas por el surrealismo.
Una lujosa revista, Étant donné, existió entre 1999 y 2011, con diez números, publicada por la Association pour l'Etude de Marcel Duchamp. Los escritos de Duchamp están editados en su totalidad, con los de Duchamp du signe (1975) organizados por su especialista, el ridículo antisurrealista Michel Sanouillet. Catálogos ricos hay muchos, como el publicado en Madrid en 1989. En México, Era editó en 1968 un precioso “libro-maleta” diseñado por Vicente Rojo “a la manera de Marcel Duchamp” (o sea, de su Boîte-en-valise de 1941), con un ensayo de Octavio Paz, textos seleccionados por este (entre ellos la carta a Breton de 1954 comentándole el libro de Carrouges y despidiéndose con un “Téngame al corriente de los debates en Médium”), un álbum fotográfico, un sobre con reproducciones, diversos documentos.
“En el fondo de una mina, Rrose Sélavy prepara el fin del mundo” (Robert Desnos).

sábado, 25 de febrero de 2023

"Mandrágora" siempre, y un soberbio Pellegrini... como siempre

De ese Chile que ya ni sé si sigue sepultado en la covimbecilidad de estos últimos años, de la que ha sido uno de sus más grotescos y siniestros exponentes, llegan ahora las mejores noticias, al enterarnos de que se ha digitalizado su revista Mandrágora, que es la más importante entre todas las que el surrealismo ha tenido en el mundo de lengua española. Es realmente una noticia sensacional, ya que además se hacen asequibles otras publicaciones de primera línea de aquel convulsivo grupo.

Están los siete número de la revista (1938-1943) más Defensa de la poesía (escandalosa conferencia de 1939), el cuaderno Ximena (del mismo año) y Leitmotif con sus números 1 y 2-3 (1943 y 1947; el primero aparecía al mismo tiempo que el último de Mandrágora, absolutamente  explosivo, a cargo exclusivo de Gómez-Correa). De 1941(un gran año mandragórico) es La mujer mnemotécnica, de Braulio Arenas

Siguen cronológicamente estas obras de Gómez-Correa: El AGC de la Mandrágora (1957), maravillosa antología, El calor animal (1973), poema alquímico en 99 cantos firmado en Damasco, Mother Darkness (1973), que ya yo había subido a Surrint y contiene collages de Ludwig Zeller, To Mayo (1980), con ilustraciones de este artista de Le Grand Jeu, La pareja real (1985) y Las cosas al parecer perdidas (1990), antología con motivo de la exposición de los grabados que Gómez-Correa poseía, nada menos que de Toyen. Magritte, Hérold, Donati, Zeller, etc. 

Mandrágora / Gómez-Correa

Nos brinda esta noticia, como hace unos meses nos brindaba la de las revistas surrealistas argentinas, Xésus González Gómez. Pero además nos descubre una sabrosa polémica de Aldo Pellegrini con un cretino peronista-marxista (sic: todo es posible en la América latina, donde ya hasta hay surrealistas papistas) que no merecía un minuto de atención, pero que a fin de cuentas hay que agradecer a Pellegrini su respuesta, ya que es soberbia, con pasajes memorables como el de las flores que le dedica a René Char). Apareció esta polémica en los números 5 y 7 de la revista bonaerense Capricornio, en 1954.








jueves, 23 de febrero de 2023

Philippe Soupault sismógrafo, o el sueño del autómata

Robert Delaunay, El poeta Philippe Soupault (1922)

Aunque acabara consagrándose a la carrera literaria y a los trabajos periodísticos, Philippe Soupault es una figura crucial del surrealismo.

Junto a la semblanza que le dediqué en Caleidoscopio surrealista, hoy aporto dos joyas bibliográficas, entre las mejores páginas que se le han dedicado. Por una parte, el capítulo de Sarane Alexandrian en su clásico Le surréalisme et le rêve, donde abre el apartado titulado "La poesía a la orden de la noche", seguido de Péret (¡estudio admirable!), Roger Vitrac, Georges Limbour, Jacques Prévert y René Char. Por otra, la de Georges Sebbag en el maravilloso libro Memorabilia. Constellations inaperçues. Dada & Surréalisme. 1916-1970, donde Sebbag lo inserta en la constelación del "punto sublime", pero en su caso descubriéndonos unos dibujos automáticos que Soupault hizo en 1948, casi treinta años después de que fundara con André Breton el automatismo, sobre el cual Sebbag vuelve a ofrecer una sutil indagación.

Philippe Soupault (1897-1990). En 1917, Apollinaire hace que se conozcan Breton y Soupault, creándose el trío Breton-Aragon-Soupault, que van a ser los directores de Littérature, fundada dos años después. En el número de octubre aparece Les champs magnétiques, que Breton y Soupault han redactado en quince días. Poeta, Soupault publica en 1917 Aquarium y en 1919 Rose des vents, componiendo por estos años el encantador “Westwego”. Del 19 son sus magníficos Épitaphes, dedicados a sus amigos (Cravan, Ribemont-Dessaignes, Picabia, Fraenkel, Marie Laurencin, Aragon, Éluard, Tzara y Breton), y del 21 las Chansons, celebradas por Jacques Baron. En 1920, Tzara ha llegado a París y Breton y Soupault representan S’il vous plaît y Vous m’oublierez, intentos de teatro automático. Pero desde el año 23, Soupault se pone a escribir novelas –una decena del 23 al 29–, bastante ajenas al surrealismo, y se orienta al periodismo (dirigiría siete años la Revue Européenne), aparte hacer cosas como, en ese mismo año de 1923, rendirle homenaje a Proust en La Nouvelle Revue Française. Ello, y sobre todo su negativa al compromiso político, acaba por separarlo del grupo en 1926. Una edición, al año siguiente, de Lautréamont, recibiría, por sus ligerezas, una respuesta conjunta de Aragon, Breton y Éluard (Lautréamont envers et contre tout), pero debe resaltarse que Soupault no entró en el abominable Un cadavre (1930). Se dedicará el resto de su vida a la carrera periodística, recordando a veces sus años juveniles, en ocasiones con no pocos disparates por medio, como cuando en 1967 provocaron sus insensateces y charlatanadas las puntualizaciones de Legrand, Schuster y José Pierre (Holà!), quienes aconsejan a sus lectores que “por piedad hacia M. Soupault, por el poeta que fue a veces, no le pidan nada más” (este texto lo reproduce José Pierre en Tracts, con un comentario poniéndolo de vuelta y media). En un reciente libro sobre el futurismo y el dadaísmo, Soupault llegaba a decir que “Duchamp y Picabia fueron caricaturistas, Arp y Tzara tipógrafos”. Los amigos de Breton recordarán a propósito de todas estas “soupaultadas” un comentario verbal de quien muy bien lo conocía: “¡Qué cerebro con corrientes de aire!”. Marcel Mariën, por aquel entonces, lo llamaba “el buitre domesticado”.
En conjunto, Soupault –por lo demás un gran personaje– es para el surrealismo, ante todo, el autor, con Breton, de Les champs magnétiques, al que dio una contribución esencial, por estar más liberado que este de las referencias simbolistas. No sorprende que en 1948, cuando una traductora alemana del libro se lo haga releer, comience a trazar dibujos automáticos, algo que ya había hecho en 1919; estos dibujos son abordados por Georges Sebbag en Memorabilia, viéndolos como “réplicas aún tenaces a la onda de choque original” de ese “verdadero seísmo en poesía” que fueron Los campos magnéticos.
En Le surréalisme et le rêve, Sarane Alexandrian le dedica un magnífico capítulo: “Philippe Soupault o el sueño del autómata”, donde, señalando sus debilidades, el carácter tan solo “literario” de su obra, destaca entre sus novelas Le bon apôtre (1923), À la derive (1923) y Le voyage d’Horace Pirouelle (1924), así como sus poesías “en lo que tienen de improvisación” y su autobiografía Histoire d’un blanc, inserta en el tomo segundo de las Mémoires de l’oubli. Los dos primeros tomos de esta obra merecen ser leídos por los amantes del surrealismo, ya que van de 1914 a 1926, incluyendo pues su etapa dadaísta-surrealista. A las obras nombradas por Alexandrian sumaríamos Les dernières nuits de Paris, 1928 (reed. 1997), que hay que conectar, aunque a distancia, con Nadja y El campesino de Paris.
En 2006 se publicó en Gallimard Littérature et le reste. 1919-1931, cuya lectura se completa con la de los Écrits sur la peinture, conjuntos ambos en que se mezcla lo mejor con lo peor. Como obra colectiva, nombraré el volumen Philippe Soupault. L’ombre frissonant, editado por Jean-Michel Place en 2000 con dos textos de Georges Sebbag y bibliografía al día. Entre 1994 y 2000 se publicaron tres Cahiers Philippe Soupault, editados por la Association des Amis de Philippe Soupault.

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Como descubro que Memorabilia se publicó un año antes de que yo pudiera en marcha Surrint, no me resisto a reproducir la inteligente y entusiasta reseña que hizo Dominique Rabourdin en el número 97 de Infosurr (enero-febrero de 2011) de este muy bello libro que veo puede conseguirse aún a buen precio:



Contraportada de Memorabilia (la carta del juego
de Marsella oculta por capricho mío el código de barras)

miércoles, 22 de febrero de 2023

"Dreamdew", 33 / "Drosera", 8

En el número 33 de Dreamdew, la parte del león se la lleva un interesantísimo ensayo de Anthony Redmon sobre sueños aborígenes.




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Simultáneamente aparece en Madrid el número 8 de Drosera. Intervención onírica.

martes, 21 de febrero de 2023

Daniel Barbiero: "Marvelous versus the Absurd" / "Xobpaos" / "Once upon a Tomorrow"

Otro ensayo antológico de Daniel Barbiero en Arteidolia, indagando ahora, con su profundidad acostumbrada, las diferencias entre el absurdo y lo maravilloso, y de nuevo centrándose en el azar objetivo como forma de lo maravilloso.

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Pierre Rojanski, Memoria del reloj parlante, 2016

Tras un breve tiempo de silencio, reaparece Xobpaos con cuatro entregas (215-218) en vez de las tres acostumbradas. Como siempre, un gozoso diseño y muchas novedades y poemas e imágenes opuestos a la fealdad y a la insidia del mundo: colaboraciones entre Guy Girard y Rik Lina, los asombrosos laberintos y explosiones de Massimo Borghese, las películas de Vaclav Svankmajer, los collages de Pierre Rojanski, el Blanc sommeil de Jacques Lacomblez con dibujos de Georges-Henri Morin, etc. Los collages de Rojanski han aparecido tanto en publicación independiente (Parmi les ombres du temps) como ilustrando la última edición de Le Grand Tamanoir, o sea los Paysages de Stéphane Maignan.

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Solo desentona en estos números la vieja frase de que los anarquistas no envejecen. Estos últimos tres vergonzosos años obedeciendo las órdenes del Régimen han demostrado que ya renquean, tosen mucho y duermen muy mal.

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Con el mismo sentido misceláneo, aparece el número 7 de Once Upon A Tomorrow, lleno de noticias y sugerencias.

domingo, 19 de febrero de 2023

Théodore Fraenkel, "La mort du pape au pays du patinage"

Théodore Fraenkel se sitúa de pronto en el candelero. El dosier que se me ocurrió dedicarle trajo como consecuencia la aparición inmediata del artículo de Xesús González Gómez, pero al ser ilustrado por el collage La mort du pape au pays du patinage, esta extraña pieza concitó el interés de Georges Sebbag, que nos ha enviado un precioso artículo en el cual lo que pasaría simplemente por un collage anticlerical, se ve iluminado por ángulos imprevisibles, al detectarse toda su génesis.

Y aún seguiremos con Fraenkel dentro de una semana, ya que esperamos contar para entonces con los otros dos poemas collage que hizo.


Breton y Fraenkel

viernes, 17 de febrero de 2023

Más sobre Théodore Fraenkel

Es curioso cómo figuras "menores" que parecen "olvidadas" concitan un interés mucho mayor del suponible. En un par de días recibo dos correos sobre Fraenkel, a propósito del dosier que le acabamos de dedicar.

En 2016 remití al material que había sobre Fraenkel en el blog de los surrealistas gallegos, pero como este hace tiempo que desapareció, he aquí el documento de su autoría que sobre Fraenkel me hace llegar Xesús González Gómez, donde se incluye un largo reportaje del Doctor Polaco sobre los meses bélicos del 36 español.

Collage de Théodore Fraenkel

miércoles, 15 de febrero de 2023

El bosque carnívoro de André Mimiague

Una de las grandes revelaciones que he tenido a lo largo de los once años de existencia de este espacio es la de André Mimiague, a quien he prestado atención, principalmente, en los artículos "Memorias de Parapluycha" y "André Mimiague y la Grapicha".

Hoy presento con gran satisfacción su ya inencontrable poema ("poemas") La forêt carnivore, firmado en Biarritz en 1969 y acompañado de una serie de digigramas.

El digigrama, definido en La Graphicha

domingo, 12 de febrero de 2023

Théodore Fraenkel o el Pueblo Polaco


En diciembre de 1922, pintaba Max Ernst en suelo francés este famoso cuadro, Au rendez-vous des amis, considerado por Sarane Alexandrian como "el más original retrato de grupo que se haya pintado a lo largo del siglo XX".

Entre Dostoievski y Jean Paulhan, aparece medio oculto Théodore Fraenkel, figura pionera a quien hoy celebramos con un pequeño dosier. Esta es su entrada en Caleidoscopio surrealista:

Théodore Fraenkel (1896-1964). Amigo de André Breton desde 1911, “el Pueblo Polaco”, o Théodore Letzinski, como lo llamó Jacques Vaché, respectivamente, en sus cartas y en su relato macabro “El sangriento símbolo”, pertenece tanto al dadaísmo como al surrealismo parisino. El 27 de mayo de 1920, es el Desconocido en la escandalosa representación de la pieza teatral de Breton y Soupault Vous m’oublierez, donde Breton hacía de Paraguas y Éluard de Máquina de coser, mientras que el 23 de diciembre no llega a leerse en su boda un poema que han escrito Breton, Aragon y Soupault (hoy en las obras completas del primero). En 1922, es uno de los presentes en el gran retrato de grupo ernstiano Au rendez-vous des amis, con Breton, Crevel, Soupault, Arp, Éluard, Péret, Aragon, Desnos, Morise. Firmó importantes documentos del grupo en 1925, año en que escribió con Desnos la “Lettre aux médecins-chefs des asiles de fous” (La Révolution Surréaliste, n. 3), y de él se habla en el Manifeste du surréalisme: “He aquí a Théodore Fraenkel, que nos saluda desde su balón cautivo”. Aragon decía admirar el “tono” que Fraenkel poseía. Entusiasta de Alfred Jarry, se expresaba en el lenguaje de Ubú, y, llevando al pie de la letra las aspiraciones dadaístas, prácticamente ni escribió (“Rechazar toda literatura, toda ambición de crear”, apuntó en uno de sus “carnets”), conociéndosele algún que otro collage, como el burlesco Artistique et sentimental (1921). Lo que interesa en Fraenkel es su asociación a Breton y Vaché en los años de gestación del surrealismo, ya que al poco tiempo se distanció de los que comenzaban a afirmarse como surrealistas, para consagrarse a su profesión médica. Hacia 1930, otro de sus amigos, Georges Limbour, le dedicó el relato “La vie de Théodore Fraenkel ou les aventures d’un jeu d’échec par le colonel de Saint Lourd-Lourd suivie d’une étude sur l’œuvre du Docteur Polonais et de ses plus illustres chefs d’œuvre”, que solo sería publicado en la revista Pleine Marge en 2001 (n. 34). En 1960, Fraenkel es uno de los firmantes del “Manifiesto de los 121”, contra la guerra de Argelia. Al morir, Alejandra Pizarnik le dedica el poema “Moradas”, incluido en Los trabajos y las noches. En 1990 aparecen, editados por Marie-Claire Dumas, sus Carnets. 1916-1918, y en 2006 el n. 10 de L’Étoile de Mer (la revista de la Association des Amis de Robert Desnos) es consagrado a él. Dominique Rabourdin lo ha abordado con finura en un artículo del libro colectivo Le rêve d’une ville. Nantes et le surréalisme.
“Feliz aquel a quien los árboles acarician, a quien el viento aconseja, a quien los entierros saludan”.

El documento que adjuntamos se compone de:
1. El poema de Breton, Aragon y Soupault que debía leerse en la boda de Fraenkel y el comentario por Marguerite Bonnet de que es objeto en el volumen I de las obras completas de Breton.
2. La "Lettre aux médecins-chefs des asiles de fous", realizada con Robert Desnos y publicada en el n. 3 de La Révolution Surréaliste, abril de 1925.
3. El divertido relato de Georges Limbour rescatado por Pleine Marge.
4. El artículo excelente que le dedica Dominique Rabourdin en el catálogo de Nantes.
5. El poema de Alejandra Pizarnik.

Théodore Fraenkel, Artístico y sentimental, 1921

Théodore Fraenkel, collage, c. 1920