Escada líquida es el título de un volumen en que se recoge una serie de entrevistas realizadas en 1978 a figuras del surrealismo portugués. Lo prefacia con magisterio António Cândido Franco y las entrevistas fueron realizadas por Eduarda Feio y Maria Aurélia Marcelino; no dudan en hablar del “papa del surrealismo” y hasta en llamar “papa del surrealismo portugués” a Mário Cesariny, quien hizo pues bastante bien al rechazar ponerse al aparato. Lamentablemente, era el único que tenía algo que decir sobre el surrealismo, en aquella fecha.
António
Risques Pereira no se inmuta con lo de Breton “papa”, y no tiene muchas ganas
de hablar, o no tiene nada que contar. Mário-Henrique Leiria está más
dicharachero, y en su caso él mismo sanciona lo del “papa”; es más: ni siquiera
cree que Breton haya creado el surrealismo porque Heráclito ya era surrealista.
Estas
indigencias no se dan en Cruzeiro Seixas, pero tampoco mayores entusiasmos
tiene ni produce: es surrealista porque “infelizmente” nunca encontró otra
filosofía que le interesara más. Concede, eso sí, que el surrealismo no es un
movimiento artístico, sino una ética, con mayúsculas.
Fernando Alves
dos Santos se reveló ilocalizable, y Pedro Oom no dice nada, salvo que al
surrealismo le den por saco.