En su segundo año de existencia, Littérature
publica este mes su número 14, muy rico, y que comienza con “La segunda
aventura celestial del Sr. Antipirina”, de Tzara. De los “epitafios” de
Soupault, el único que parece plenamente justificado es el de Cravan, a quien
ya se deba por definitivamente desaparecido. En una introducción al inédito L’invitation
au suicide de Soupault, Éluard introduce el nombre de Grandville. Tzara y
Breton traducen dos poemas de Hans Arp.
Del resto debe destacarse la presencia del
belga Clément Pansaers, quien en 1917 había redactado su Elogio de la pereza,
que se publicaría en 1921, cuando Pansaers afirmaría haber asesinado a Dada,
que en Bélgica nació y murió al mismo tiempo. Este librito, junto a Bar
Nicanor y Le Pan-Pan au cul du nègre, han sido reeditados en
pequeñas ediciones muy bonitas por Allia. Pansaers moriría en 1922, lo que supuso
seguramente una pérdida incalculable para el futuro surrealismo belga. Del Elogio
de la pereza saldría el primer ensayo de Michaux, Les rêves et la jambe.
El capítulo de reseñas incluye, siempre por
Soupault, Les animaux et leurs hommes, de Éluard, Poesie Ron-Ron,
de Picabia, y Feu de joie, de Aragon.
A fines de este mes, Breton conoce a Simone
Kahn, que ve con ojos muy lúcidamente críticos la banalización de Dada. Breton
queda cautivado con esta amiga de la novia de Fraenkel.
Bellos tiempos aquellos si comparados a
estos, por lo que se refiere a la frescura, calidad y cantidad de todo lo que
se publicaba en el territorio de un surrealismo que emergía.
Autorretrato de Clément Pansaers |