Tras la apoteósica presentación
en tierras brasileñas del nuevo libro de Zuca Sardan, es el momento de
dedicarle una breve reseña a la lectura reposada que hemos hecho de estos cinco
cuadernos de Remix Rapz Colac reunidos en uno.
2000 ejemplares ha lanzado la
editorial Cosac Naify (cosacnaify.com.br), tirada tal vez escasa para los
muchos seguidores de que disfruta Zuca Sardan a lo largo y ancho del globo
terráqueo. En las solapas viene una serie de juicios sobre su obra, en forma de
coro griego constituido por algunos de sus amigos y lectores, Este coro, por
supuesto que predominantemente femenino, canta los poderes que ya conocemos
caracterizan a nuestro poeta: la jovialidad, el humor (de todos los colores),
la subversión de “la solemnidad de las imposturas”, el no parecerse a nadie que
lo convierte en un verdadero hapax
del mundo literario, en un “poeta absolutamente único” por su “combinación de
humor, precisión y melancolía”, como apunta en el coro griego Noemi Jaffe.
Como es preceptivo en Zuca
Sardan, Ximerix abunda en
ilustraciones, dibujos que muchas veces se convierten en collages, la mayoría
atacados por los bichos más inesperados.
Por los versos siempre veloces
del Maestro Zuca pasan tanto personajes antiguos como flamantes. El primer
cuaderno, que lleva por título “Ratakatrak (Eletro-Remix)”, se abre con la
presencia de un viejo conocido: “Conde Lotrak / noble semblante... / escupe en
cima mata / a la cucaracha en la solapa... / De nada sirve, Lotrak / allí se
fue allí se fue ella... / zaft-zoft-zaft / la Cucaracha Voladora”. Acto
seguido, en una obertura digna del cine de terror y luego del cine fantástico,
el Conde Lotrak escupe un rubí. Las historias se van encadenando, muchos de los
sketches haciendo imaginar viñetas
correspondientes.
Las cuatro partes restantes tiene
en común el lanzamiento de dados que les sirve de preámbulo. Y como hablar de
dados es evocar la poesía hermética, aquí tenemos al poeta Melarmek apadrinando
el segundo –“Apothegmas alabastrinos”– y el tercer cuaderno –“Bustrofédon
burlão”–, ambos calificados de “mallarmaicos”. Con mucha música por medio,
irrumpen aquí el Dr. Tom (que logra liberarse de su ataúd), la morenita Manon
(con su fiel perro Grizú), Don Fantaz Garnier, la Musa Merry (sopranista), el
Capitán Gin, el cardenal Sacamuelas y muchos más.
El capítulo cuarto y el quinto
son “didascálicos”... y dialécticos, ya que el lance de dados lo hace en el
primero la vidente engagée Cassandra
Bolchevique y en el quinto la Gazetta
Proleta. De los orígenes del comunismo soviético a su caída y los tiempos
actuales, el poeta trata cuestiones graves en las que no falta la presencia de
Dona Filó Zofia. Antológicas son la decena de adivinanzas delirantes, de las
que pondré como el ejemplo más traducible la de la locomotora: “La locomotora
pasa por encima / de la colina y al fondo de la granja / apestando de alquitrán
/ el ambiente mata al pavo... / ¿Cuántos huevos podridos entonces / bota la
pava negra?”
Ximerix/Xiremix se cierra
con el Juicio Final y visiones infernales, pero resulta que ya... ¡ni el
Infierno es lo que era!
*
En coincidencia con este librito
de Cosac Naify, Javier Gálvez, en sus ediciones Ardemar, de las que
recientemente comentábamos su Elíptica, ha editado El viaje sicalíptico del doctor Sardan, en diez ejemplares, compuesto
de ocho dibujos mudos y por supuesto, como el título indica, lascivos, más el de la portada, que es el que vemos a nuestra izquierda,
con una de las sirenas tan frecuentes en los dibujos del Maestro, y la atmósfera
de viejas y gloriosas películas de miedo con que se abre precisamente Ximerix.