Lucques Trigaut, "La hora andrógina", 1985. |
Nacida en Bruselas en 1930, Lucques Trigaut se acerca al surrealismo vía Phases, tan solo desde inicios de los años 90. Apasionada de las artes primitivas, es dibujante y pintora, habiendo ilustrado Extrême du temps de Jacques Lacomblez (2007) y Le verger dans l’île (2010) de Ludovic Tac. Este segundo libro se publicó en la colección, animada por Lacomblez, “L’échelle de verre”, y de sus poemas dijo Laurens Vancrevel que “expresan por su sinestesia seductora una sonoridad, una sensualidad, una fluidez, una movilidad que dan al lector una nueva visión del mundo”, visión, añade Vancrevel, “de carácter fílmico”, o no fuera también cineasta Ludovic Tac. Este libro, que acabo de conocer, es el motivo de esta nota sobre las muy bellas creaciones de Lucques Trigaut.
El terreno de la expresión artística –pero no solo, ya que lo mismo se aprecia en el literario, o en el del pensamiento– está saturado de figuras infladas, creación de las modas del mercado o expresión del conformismo de la época, mientras que muchas veces poco o nada sabemos de quienes de verdad añaden algo y cuentan. En el caso de Lucques Trigaut, ello se ha debido tanto a su indiferencia por el mercado o a su ni saber lo que es el conformismo como a su carácter reservado. En 2006 tuvo lugar en Lasne (Bélgica) una retrospectiva de sus obras en papel, de la que no tenemos noticia produjera ninguna publicación, pero al menos Jacques Lacomblez le dedicó un precioso texto en el n. 71 de Infosurr, loando sus “imágenes secretas”, “una modestia de los formatos necesaria a la concentración que exige una resolución creciente de la convulsión en crisoles de luz, en floraciones de alba, en la eclosión de un universo que participa tanto del pensamiento novalisiano como del surrealismo”, y es que en las obras de Lucques Trigaut “el formato reducido es como negado por la estructura de la invención”: “Nunca como aquí la puesta en limpio del modelo interior, cara a Breton, y la ausencia de pretensión del ser y de la obra, han sido signos de una honestidad intelectual sin quiebra. Imágenes para recibir como se reciben las confidencias: una obra en voz baja”.
Vivimos con la esperanza de conocer mejor esas imágenes que ha hecho Lucques Trigaut, de recibir, fervorosamente, esas confidencias. Como las de algunos pocos que se le parecen en lo esencial, o sea en lo poético.
He aquí uno de los once dibujos que ilustran Le verger dans l’île y “Sabana de Moebius”, de 2002.