Aube Elléouët, La casa de Magritte, 1998 |
Si hace un mes lamentábamos no encontrarnos en París tan solo por no poder ver las nuevas imágenes de Ody Saban, ahora nos generan similares lamentaciones los collages que Aube Elléouët expone en la Galerie 1900-2000. En uno y otro caso, se trata de una fiesta de maravillamiento, respuesta de dos artistas admirables al miserabilismo que reina en lo que llamaba el bluesman Louisiana Red, hace pocos años, “este mundo espantoso”.
En Les peintres surréalistes, escribía Sarane Alexandrian, ya al fin de su vida: “André Breton se habría encantado al constatar que su hija se aventuraba tan lejos sobre las trazas de Max Ernst, con logros incontestables”, mientras que Petr Král, cuando sus collages solo comenzaban a conocerse, ya hablaba de su “frescura”, del “extrañamiento de las sensaciones en tanto fuente de lo maravilloso” y de la originalidad tanto de la visión desarrollada como de la sintaxis de sus imágenes, “basadas en la fusión de elementos heterogéneos más que en su choque provocador”. Los pequeños, preciosos catálogos de las anteriores exposiciones de Aube Elléouët en la misma galería, incluyen, aparte las reproducciones, breves y bellos textos de Philippe Audoin, Jose Pierre, Jean-Michel Goutier. Aún no sabemos si esta de ahora llevará una publicación correspondiente, pero de ser así ya alertaremos a los lectores.
Hoy nos contentamos con estas dos imágenes espléndidas. La primera nos presenta nada menos que “La casa de Magritte”, y es de 1998. En este caso quien se habría “encantado” habría sido el viejo cómplice de Breton, y en verdad que no nos cuesta imaginárnoslo en esa hermosa casa fortificada, entre estrellas y olas, haciendo nuevas pinturas de shock. Enamorado del silencio –ese bien más preciado que el oro en el dicho “mundo espantoso”–, Magritte no se hubiera sentido estorbado por la “música de las esferas” ni por el barullo del mar al lamer o chascar las rocas de lo que sin duda debe ser una pequeña isla.
Señalemos que en otro collage del mismo año, “Los emigrantes”, aparecían zambulléndose en la noche cuatro de las sirenas que Magritte inventó en “La invención colectiva”, una de ellas formando también parte de la rica “Biografía de un chamarilero” (2005).
Este otro collage se titula “La apuesta de Malkine”. De 2004, se trata de un homenaje lúdico al “vagabundo del surrealismo”, a una de sus figuras más secretas y ejemplares, tanto en su obra como en su pintoresca vida. En este caso, Aube dispone sus figuras sobre uno de esos fondos negros tan de su gusto.
Aube Elléouët, La apuesta de Malkine, 2004 |