miércoles, 13 de julio de 2016

La noche absoluta de Alex Januário

Sergio Lima, ilustración de A noite absoluta
En Perspective dépravée, Annie Le Brun concluye asociando la debacle natural de las últimas décadas a la pérdida de fuerza subversiva de la poesía, que dominantemente se limita a las especulaciones lingüísticas que no reenvían sino a sí misma. Una de las raras excepciones a esa dimisión de la poesía nos la ofrece ahora Alex Januário con la docena de poemas que componen A noite absoluta.
Alex Januário es sobre todo conocido por sus collages, pero estos en realidad no son sino su medio expresivo más habitual de encarnar la revuelta de la poesía. Animador fijo del grupo brasileño Decollage, interviene en muchas de las actividades internacionales del movimiento surrealista, al que aporta una exaltación que, tengo el convencimiento, hubieran llevado al propio André Breton a incluirlo en una lista ideal del surrealismo hoy. De hecho, este cuaderno poético hace constar su publicación “en enero/febrero de 2016, cien años después del encuentro de André Breton con Jacques Vaché en Nantes”, como forma de afirmar la continuidad ya secular de la aventura surrealista, en un año en que también se celebra la vitalidad permanente del signo bretoniano, cincuenta años después de la desaparición “física” del fundador del surrealismo.
A noite absoluta lleva una nota introductoria, acertadamente breve, de M. R. Salgado, quien señala cómo esta es una poesía “movida por la búsqueda”, una poesía “en régimen lunar”, “una fuerza centrípeta que lo arrastra todo para el interior del vértigo”. Un epígrafe de Aldo Pellegrini en el primer poema le vale a su vez al poeta para exponer su concepción: “La poesía es la reflexión de las cosas en el hombre, pero al mismo tiempo la reflexión del hombre en las cosas. Así se establece una verdadera corriente que va del mundo al hombre y del hombre al mundo, por un mecanismo de vasos comunicantes”. Otros epígrafes hay del propio Breton, de Benjamin Péret, de Malcolm de Chazal, de Ghérasim Luca y de Sergio Lima, a lo que puede sumarse que uno de los poemas sitúa el amor en el Cais Maldoror y se firma en Montevideo, ciudad a la que Alex Januário acude con frecuencia en busca de las huellas ducassianas, y de la que ha ofrecido hace poco algunas fantasmales imágenes, de carácter enteramente chiriquiano.
Alta es la calidad visionaria de esta poesía en cuyo vértigo afloran “fragmentos del oro del tiempo” y por la que “sonidos de caballos ciegos / transportan lluvias adormecidas / durante tantos años”, y si el amor es su motivo central, es un amor de “piernas envueltas en sábanas de carbón” y de “senos en forma de anzuelos”, en la tentativa desesperada de “fundir los deseos a través de la luz más negra”.
Esta es otra de las primorosas Ediciones Loplop, al cuidado de Rodrigo Mota, otro de los componentes del grupo Decollage. La enriquecen dos dibujos de Sergio Lima, realizados en aquella febril etapa creativa suya de la segunda mitad de los años 50.