domingo, 7 de febrero de 2016

Miscelánea

Un enlace que no habíamos advertido es el de Sergio Lima. Configurado el sitio hace un año, aunque no está completo incluye información y documentos importantes sobre uno de los pilares del surrealismo desde hace ya medio siglo.

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Víctor Chab, Músicos primitivos, 2012

La exposición de obras recientes (2010-2015) que celebró Víctor Chab, uno de los grandes artistas del surrealismo actual, originó un pequeño catálogo con la reproducción de doce de sus inconfundibles y poderosas pinturas, de las que vemos aquí la titulada Músicos primitivos (los otros títulos son Drama, Saltarín birmano, Personaje iniciático, Exilio, Desarmado, Encuentro accidental, Música nocturna, Pajarracos, Compañeros, Escultor makondé y Ceremonia).

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Estos músicos primitivos se hubieran sin duda incorporado a las acciones tanto de David Nadeau como de Mal Occhio, lo que aprovecho para señalar que el último tema del disco de Mal Occhio, de 18 minutos de duración, es la recitación parcial que hace Will Alexander, acompañada, claro está, de los sonidos del grupo, de su enorme poema “Asia”, virulenta diatriba contra las masacres “marxistas” del Tibet. A no perder.


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Raman Rao, en Spectra

También queremos señalar que Spectra, el espléndido cuaderno de fotos de Ramon Rao reseñado aquí en su momento, es distribuido por Blurb.com y puede verse o descargarse en la siguiente seña:

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Falleció el pasado 22 de enero, a los diez años de edad, el grupo Slag, que deja tras de sí una buena cosecha de juegos surrealistas y algunas bellas aventuras individuales que confiamos tengan continuidad. Puede consultarse su certificado de defunción en la página del grupo, que también ofrece imágenes de su entierro.

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Rosa Rolanda, Autorretrato, 1958, Museo de Arte Moderno de México

Hace unas semanas se clausuró en São Paulo la exposición “Frida Kahlo. Conexiones entre mujeres surrealistas en México”. El catálogo, con más de 200 páginas, y dejando a lado la repugnancia que produce el patrocinio bancario, ofrece interés, con los textos de Tere Arq bastante bien, pero sin que falten, por supuesto, las sandeces, en este caso de un “Miembro del Sistema Nacional de los Creadores de Arte de México” y de una “Historiadora de Arte formada por la Universidad Iberoamericana, comisaria e investigadora independiente especializada en artes plásticas y fotografía en el siglo XX”. La segunda se parapeta desde el primer renglón en una colosal cita de la abominable Whitney Chadwick: “Las surrealistas viven en un mundo de fantasía e imaginación en que los hombres, frecuentemente, son enemigos de los poderes mágicos de las mujeres”. El otro es aún peor: “Como sabemos, no era fácil para una mujer adherirse al movimiento surrealista, adoptando el papel de subalterna en el círculo masculino”. Dice después que Frida Kahlo se mantuvo en México a distancia de Remedios y Péret porque este “continuaba siendo trotskista”, o sea no porque ella se hubiera convertido en una hedionda estalinista después de que su amigo Trotsky fuera asesinado. Parafraseando un viejo dicho, cree el bergante que todos son de su mismo talante, y el miembro del Sistema Nacional, al comentar cómo Breton pidió que se llevaran a Inglaterra tanto los cuadros de la Kahlo como el arte popular mejicano, considera que fue porque “esperaba vender para financiarse y eliminar sus deudas”. Por último, se refiere despectivamente a los “jueguitos surrealistas” que hartaron a Frida Kahlo, y cita a chorro abierto sus abyectas cartas a Rivera, incluida una alusión racista de este encanto de mujer al “judio Seligmann”.
El interés del catálogo radica no en la folklórica y ya hastiante Frida Kahlo (todos los días se ve su efigie de mascota en las bolsas de compra que circulan por las calles histórico-comerciales), sino en las figuras “menores” que aparecen iluminadas, como sobre todo Bridget Tichenor (prima de Edward James que se relacionó con Max Ernst, Matta, Dalí, Leonora, Alice Rahon, Remedios, Kati Horna), Rosa Rolanda (mujer de Miguel Covarrubias, que aprendió con Man Ray la rayografía y colaboró en Dyn), Olga Costa (autora de una serie de naturalezas simbólicas impregnada de surrealismo) y la ya casi centenaria Sylvia Fein (muy bella es su pintura La maga). Más conocidas son Bona, María Izquierdo, Kati Horna (con su serie Oda a la necrofilia, de 1962), Lola Álvarez Bravo, Alice Rahon (con dos formidables marionetas de alambre), Leonora Carrington, Remedios Varo y Jacqueline Lamba.

Bridget Tichenor, ante las cajas de Encarcelados (1965).
Foto de Kati Horna

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Nunca se aburrirá quien quiera entretenerse con las memeces que se repiten sobre y contra el surrealismo. Hace unos días me llegaba el trabajo de otro profesor universitario, en este caso sobre Domingo López Torres, donde se llamaba a Breton “pontífice de la escuela surrealista”. Valga lo de “pontífice”, ya que lo debe haber leído tanto que se lo ha creído y lo repite como un papagayo (no debe conocer en cambio la declaración en que Octavio Paz llama “cerdos” a quienes designan así a Breton), pero trabajar sobre el surrealismo y pensar que es una “escuela” ya lo dice todo acerca del grado de incompetencia de estos estudiosos universitarios del arte y la literatura.

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Michel Remy prepara un libro sobre Eileen Agar y otro sobre Les Coleman. Lo curioso es que esto lo anuncia con una carta a la página del Centre de Recherches du Surréalisme donde, no sabemos si para ponerse en sintonía con sus colegas, habla de Desmond Morris como “el último surrealista histórico británico” y de Les Coleman como un surrealista “tardío”. Lejanos, muy lejanos van los tiempos en que Michel Remy animaba el combativo grupo Marges y, evidentemente no creía en surrealismos “históricos” ni “tardíos”. Acaba por merecerse el varapalo que hace unos meses le daba en su blog Mattias Forshage, con motivo precisamente de su perspectivismo historicista.