miércoles, 10 de septiembre de 2014

Pierre-André Sauvageot


Los fotocollages de Pierre-André Sauvageot son conocidos sobre todo a través de las pequeñas publicaciones artesanales de Guy Girard. Pero también por Le chasse à l’objet du désir hemos tenido noticia de su actividad cinematográfica, entre cuyos títulos se cuentan Cessare Battisti, Résistances, Rue K. y Opposants poétiques. Rue K., cortometraje de 2009 definido como “transcripción del sueño precedente al viaje a Praga”, fue proyectado en la exposición canadiense. Con animación, se trata de un paseo por una calle onírica donde afloran las referencias surrealistas checas, aparte Kafka y Gregorio Samsa, que habita en ella y hasta cuyo cuarto, como vemos en este fotograma, logramos entrar una vez sucedida con éxito su metamorfosis. Sauvageot está también presente en Other air y en Ce qui sera, allí con una imagen de Rue K., aunque titulada Street bazar, y en Ce qui sera con uno de los fotocollages cuya reproducción seleccionamos para reseñar este almanaque, y que me fascina de manera como para reproducirlo aquí de nuevo, con calidad ahora óptima. Título: “Adèle et les limules”.


La organización de los fotocollages en series ha dado las “fotoníricas” y las “instantáneas de imaginario”, sobre las cuales escribe Sauvageot:
“Mis fotocollages son como clichés mediúmnicos. Captan fantasmas, o dicho de otro modo fragmentos de imágenes ya vistas, o sea robadas. Eso no debe sorprendernos. Es el principio mismo del collage surrealista: hacer encontrarse los objetos, las personas, los lugares que no parecen hechos para cohabitar. Y sin embargo, en el mundo de la surrealidad o en el de los sueños, todas esas cosas tienen que ver; su yuxtaposición tiene sentido. Las instantáneas de imaginario son precisamente eso: revelan sobre un mismo cliché fotográfico acontecimientos que han tenido lugar en tiempos o a veces incluso en espacios diferentes, pero que han dejado trazas que solo la película imaginaria puede captar simultáneamente. Los elementos se entrechocan en los pliegues del espacio-tiempo, mostrando a un paseante atraído por un cartel de cine desde hace tiempo desaparecido, una mujer desnuda en un escenario improbable o un personaje de película bruscamente proyectado en nuestra realidad”.
Entre las series, podemos citar Esperando el desayuno sobre la hierba, con nueve fotocollages de bellas mujeres desnudas en espacios donde reinan ellas solas; Las imágenes extrañas, a la que pertenece “Adèle et les limules”; y La vida secreta de las estatuas. El Homenaje a Léo Malet, perteneciente a Las imágenes extrañas, se vale de la ilustración que apareció en el boletín de suscripción para el poema erótico Ne pas voir plus loin que le bout (Éditions Surréalistes, 1936):


Respecto a la serie La vida secreta de las estatuas, escribe Sauvageot:
“Las estatuas viven, pero en una extraordinaria lentitud; tan grande que no puede vérselas mover y que nos parecen perfectamente inmóviles. Sin embargo, todos hemos advertido, al pasar de nuevo por un parque o una sala de museo, que habían cambiado ligeramente de postura. Tal Venus que miraba a Hércules, se ha dado la vuelta hacia Apolo. Vivimos con demasiada rapidez como para captar sus movimientos. Pero fijándonos bien, podemos percibir lo que las anima. Ellas viven a su ritmo, sintiendo como nosotros emociones: el amor, los celos... Ellas, en fin, viven su vida”.


Sobre la vida de las estatuas de que habla Sauvageot yo no dudo, y nada podría agradarme más que pasar una temporada en esta edificación marina, a la vez satisfaciendo mi viejo deseo de ser farero (hasta tuve los temas de las oposiciones) y observando los movimientos de estas bellas estatuas, que sin duda no deben ser allí tan lentos. La mayoría de las estatuas de Sauvageot aparecen en el mar, cercanas a la costa, y no debe haber mejor espacio para sus movimientos. Del mismo modo, el Escuchador (una de las “imágenes extrañas”) ha elegido un campo granítico para exacerbar su sentido y extrañar aún más sus sensaciones:


De este útil objeto, informa Pierre-André Sauvageot lo siguiente:
“Escuchador
n. m. (bajo latín auscultorium)
Instrumento destinado a conservar los sonidos a fin de volver a escucharlos cuando se desee. Basta para ello con abrir los cajones de sonidos.
Expresión: Los escritos se desvisten, pero las palabras acaban en el cajón.
Cita: El mejor uso que se puede hacer de la palabra cuando se está cerca de un escuchador es callarse. Tchoum Tseu (inventor del molino de palabras)”.
El surrealismo, a través de las intervenciones de Pierre-André Sauvageot y de otros amigos y cómplices en el mundo, sigue agitando su bandera negra de la poesía y la revuelta.