martes, 6 de mayo de 2014

Poemas en escalera

El grupo surrealista de París asiste actualmente a una de sus periódicas reactivaciones. La publicación de este folleto lo refleja, con un juego de escritura en que han participado, durante las reuniones de los martes en el café L’Escalier, Elise Aru, Anny Bonnin, Emmanuel Boussuge, Claude-Lucien Cauët, Hervé Delabarre, Guy Ducornet, Alfredo Fernandes, Joël Gayraud, Guy Girard, Enrique Lechuga, Michael Löwy, Ana Orozco, Pierre Petiot, Jean-Raphaël Prieto, Pierre-André Sauvageot, Sylvain Tanquerel, Virginia Tentindó y Michel Zimbacca.
Como en la mayoría de los juegos surrealistas, las “reglas” son sencillas: mientras que se habla, una hoja circula, escribiendo cada participante tres versos, a los que añade el siguiente otros tres, pero solo pudiendo ver el último de los tres anteriores. El título se obtiene con algunas de las palabras que aparecen al principio y al final.
El resultado son 12 poemas de escritura automática “hechos por todos”, en la más pura tradición del surrealismo: “Las bocas petrificadas”, “El fotógrafo espera su hora”, “La bruma y los palacios”, “El vértigo llama al chamán”, “Acabado. Adiós”, “Al principio danzamos sobre las brasas”, “Amazonas fútiles y hadas fugaces”, “La lluvia es una muñeca Barbie”, “El telesquí de los insomnios”, “La puerta de la libertad”, “El oleaje de la noche del martes” y “Las cabellera de la desesperación”.
Estos juegos y tantos otros que incesantemente inventa el surrealismo contribuyen, como señala Guy Girard en la nota introductoria, a esa “fastuosa utopía” para la cual “la escritura experimental (en el curso de la cual nunca se está lejos del calidoscopio del humor) de poemas colectivos es siempre una etapa esencial. Es sabido cuánto el surrealismo ha privilegiado la actividad lúdica para mejor incitar a la circulación de las potencialidades líricas de cada uno y a su condensación en momentos y actos en que es libre de aparecer un sujeto colectivo. Apariciones sin duda demasiado breves, pero ¿por qué rehusar el placer de multiplicarlas?”
La importancia de los juegos surrealistas fue muy bien recordada hace poco tiempo por el almanaque de Brumes Blondes Lo que será, al insertar como una parte del mismo un calendario de juegos propuestos por diferentes grupos. Pero la apoteosis de los juegos surrealistas hasta el presente se dio en los años 2006-2008, cuando el Surrealist London Action Group organizó en Londres los festivales internacionales del surrealismo. Luego recogidos en una serie de discos, fueron decenas los juegos que formaron parte de esos festivales, algunos de ellos verdaderamente magníficos, como “La Smorfia”, el de las doce palabras, “El lugar común”, el de los manuscritos ocultados de Lautréamont y Petrus Borel, el de la oca reformado (ya con un antecedente bretoniano), el de las metamorfosis visuales, el del “Ojo de Londres”, el de las definiciones híbridas, el del aprendiz de brujo, el del Golem, el de los “racollages”, el de la interpretación de un frottage, el del signo 13 del zodíaco... Una asombrosa fiesta del deseo y la imaginación.