martes, 18 de febrero de 2014

Juegos del surrealismo

Lo que será incluye un dossier sobre los juegos surrealistas, en forma de “Almanaque de juegos surrealistas para 2014”. La compilación y edición la hace Kenneth Cox, quien aporta el ensayo, muy brillante, “El juego del surrealismo”.
No hace falta aquí señalar la importancia capital que el juego colectivo ha tenido en y para el surrealismo, desde sus orígenes hasta la actualidad. Tan grande es esa importancia, que yo lamento, en la cronología final de Lo que será, no haber abierto una categoría para los juegos (ya que se me ocurrió demasiado tarde). En su texto, Kenneth Cox, tras señalar cómo el juego ha sido una de las señas de identidad constantes del surrealismo, resalta, entre otras cosas, la importancia del espíritu con que se juega (su sentido de aventura), el carácter improductivo y “no científico” de los juegos y la necesidad de una presencia física que implica el rechazo de cualquier juguetería “on-line”. Incluso es cierto, como apunta, que en las últimas tres décadas ha habido una revitalización y expansión del juego surrealista, desarrollándose y adoptándose algunos del pasado e inventándose muchos nuevos, esto segundo, a mi juicio, mucho más habitual, y evidencia palpable de que no hay un regodeo en el pasado –adviértase, por lo demás, el carácter efímero de los juegos surrealistas, si exceptuamos los cadáveres exquisitos, que siempre se han explorado, con variantes innumerables.


Los doce juegos del almanaque son elaboración de once grupos, ya que el de Estocolmo repite, siendo los otros el de Portland, el de Madrid, el de Leeds, el de París, el de Atenas, los dos de Londres, el del Río de la Plata, el checo y eslovaco y el de Chicago.
Los más antiguos son los del grupo de Chicago y el grupo checo y eslovaco. “El restaurador”, de estos últimos, lo conocemos a través del n. 1 de Surréalisme (1977). Esto podría hacer pensar en un anquilosamiento de este grupo, cuando, paradójicamente, es el más fértil en la invención de juegos en todo el panorama del surrealismo, como sin ir más lejos muestra a las claras ese maravilloso catálogo Other Air que nunca me cansaré de elogiar y recomendar, dedicado a las actividades del grupo en las últimas dos décadas. El del grupo de Chicago apareció en el n. 3 de Arsenal: el potlach de los viajeros del tiempo, con regalos a Jarry, Fourier, Memphis Minnie, Ann Radcliffe, Osceola, Peetie Wheatstraw, Cornell, Thoreau, etc.
Abre el fuego el grupo de Estocolmo, con un muy reciente juego inspirado en un sueño de Mattias Forshage: ¡la visita a un cementerio que a la vez era un almanaque!, y parte de la asociación que cada jugador hace de un objeto a un mes del calendario para desembocar en una serie de escenas tridimensionales correspondientes. El otro juego, presentado en 1988 en la revista surrealista sueca Kristall, pone en el tapete sobres sellados donde cada uno tiene designado un lugar de la ciudad en que se encontrará con otro componente del grupo al que, en el trayecto, le buscará un regalo idóneo; al final del día, cada uno tendrá un número de objetos con que construirá un montaje, sobre el que escribirá una interpretación. Claro está que yo aquí simplifico, yendo además la descripción de cada juego acompañada de un ejemplo o de una reflexión sobre él.
“Un juego de refutación” es el del grupo parisino, en este caso partiendo de una fotografía intrigante que hay que interpretar, para que el siguiente participante refute esa interpretación y haga la suya. La comparación de las secuencias dará pie a una interpretación final que permitirá “localizar estas series de eventos imaginarios en un lugar inesperado en el entrelazamiento de los deseos entre los mitos latentes de ayer y de hoy”. En el ejemplo que se aporta, una foto elegida por Guy Girard es interpretada por Claude-Lucien Cauët, procediendo Joël Gayraud a refutar esa interpretación, de modo no menos delirante.
El grupo de Atenas se basa en los “surrealist survival kits” evocados por primera vez por Leonora Carrington en sus encuentros con Penelope Rosemont, y el del Río de la Plata es un “sencillo procedimiento para promover la obra del Marqués de Sade”. Slag (Surrealist London Action Group), con el juego de una puerta roja itinerante, a través de la cual se mira, busca por una parte proseguir su actividad de “surrealización de Londres” y por otra la exploración colectiva mediúmnica, mientras que el grupo surrealista de Londres inventa “el juego frenológico”, poniendo en correspondencia las zonas del cerebro humano con las de Londres.
El grupo de Leeds parte de 16 fotos de ventanas encortinadas, hechas por Ian Breakwell, quien acompañaba cada una de un texto en que imaginaba lo que había u ocurría tras ellas. Este es un juego de indagación de la memoria, en que intervienen de nuevo los objetos.
El “juego de las horas”, elaborado por el grupo de Madrid, cierra el año, para mostrar la existencia de un “tiempo poético surrealista”, partiendo de un reloj sin manecillas, en el que cada jugará elegirá una hora para él decisiva, inscribiendo una sentencia en el lugar correspondiente. Las respuestas de Bruno Jacobs, Noé Ortega, Vicente Gutiérrez Escudero, Javier Gálvez e Inés Mendoza son las reproducidas, siendo la de esta última la más breve: las once de la mañana, porque “es la hora amarilla”.
Ninguno de estos juegos es alambicado, lo que está muy bien, ya que detestables son los juegos de complicadas y férreas reglas, del mismo modo que detestables son el espíritu de competición y el componente de engaño al otro que tienen la mayoría de los juegos civilizados. Como modelo de esa sencillez, puse antes el juego del grupo de Portland, que yo mismo, mentalmente, empecé a jugar al leerlo, con los números que ahí aparecen.
Lúdico ha sido siempre el espíritu del surrealismo, y aquí mismo vemos dicho espíritu en dos páginas de Lo que será, donde se reproducen una caja de Her de Vries y una foto de Bastiaan Van der Velden, nombres de esas Brumas Rubias que han sido esenciales en la historia del surrealismo: