lunes, 28 de enero de 2013

Breves

J.-C.Charbonel, Reloj armorigen para los tiempos de los sueños, 2010
El pasado sábado se inauguró en la biblioteca de Plouagat una exposición de Jean-Claude Charbonel, que se clausurará el 15 de febrero. Es una buena oportunidad para sumergirnos en una civilización de mitos poéticos, sin punto de comparación alguno con los del putrefacto mundo llamado Occidente.
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Una magnífica página dedicada a Sarane Alexandrian (y también otra a Madaleine Novarina) ha elaborado su sobrino-nieto, Virgile Novarina:
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Ha aparecido, en Classiques Garnier, un monumental (1049 pp.) Dictionnaire André Breton, dirigido por Henri Béhar, autor ya de André Breton: le grand indésirable (reed. 2005).
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Recomendamos de nuevo el libro de Fabienne Bradu André Breton en México (216 pp., Fondo de Cultura Económica, 2012), trabajo serio y competente, que además reproduce todos los textos relativos a la cuestión. No lo comentamos porque poco podemos añadir a la ya citada y excelente reseña de Carlos M. Luis en Agulha, como no sea el malestar que nos produce hoy la ciega admiración de Breton hacia el verdugo de los anarquistas ucranianos –y represor, en el interior del propio partido bolchevique, de todas las fuerzas que posteriormente podían haberlo defendido–, ya en aquellos años, como muy bien advirtió Simone Weil, un ideólogo decadente, por mucho que su nombre fuera una espina clavada en la garganta del führer soviético y que no dejara de ser un aliado en la lucha contra la escalada fascista –pero de ahí al amilanamiento de que dio muestras Breton va un largo camino. También señalemos la reproducción de la conocida carta de Frida Kahlo a uno de sus amigos, para unir sus palabras a las que él otro día vimos dirigía a Alice Rahon: si allí los surrealistas eran tratados de “locos intelectuales podridos”, aquí son “ese montón de hijos de perra lunáticos y trastornados”.
Fabienne Bradu es una excelente escritora mejicana, y entre sus libros cuenta con un Artaud, todavía (2008). Es verdaderamente una alegría que al fin se hable en México con seriedad del surrealismo y sus avatares, por tratarse de una de sus tierras de elección y por haberse dicho desde el principio (como este mismo libro muestra) un verdadero hatajo de imbecilidades.
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Aunque ya pasó, no queremos dejar sin registrar la exposición que a lo largo del pasado año tuvo lugar en París, Halle Saint Pierre, “Banditi dell’arte”, dedicada a la creación marginal italiana, y que incluía obras procedentes de las colecciones históricas psiquiátricas y carcelarias. Un gran espacio se dedicaba también al arte popular contemporáneo, ajeno al sistema oficial de las bellas artes, y otro a construcciones y entornos fantásticos, presentados en fotografías y grabaciones filmadas. Más información puede encontrarse en la página del lugar expositor:

Lassalle: “Adrien Dax, a quien hemos conocido de 1959 a 1979, fecha de su muerte, fue el surrealista de Tolouse, gran amigo de André Breton y Benjamin Péret. Ingeniero de Genio Rural, tenía un dominio extraordinario del dibujo, y una muy viva inteligencia. Durante su cautiverio en un stalag de Alemania, leía y releía incansablemente las Enéadas de Plotino. Su cultura era inmensa. Solo ahora se comienza a medir la importancia que ha tenido en el Surrealismo”.